La sobrepesca y la explotación excesiva de recursos supone todo un reto y problema para los mares y océanos de todo el mundo. Grupos ecologistas, organizaciones y autoridades tratan de proteger a las especies más perjudicadas y de sacar adelante proyectos y regulaciones, pero lo cierto es que los daños ya son elevados. Así, entre los grupos que buscan reducir el impacto de estas prácticas se encuentra la Fundación Oceanogràfic, que desarrolla un proyecto centrado en los tiburones que viven en las profundidades marinas, unos de los más afectados por las capturas accidentales.
El encargado de desarrollar esta actividad es David Ruiz-García, investigador predoctoral y colaborador de la fundación valenciana. El objetivo es claro: reducir la mortalidad de estas especies tras ser devueltas al mar, muchas de ellas en condiciones críticas. Además, pretende establecer las bases para futuras medidas de conservación de estos tiburones, muchos de los cuales están amenazados debido a su lenta capacidad reproductiva y a la sobreexplotación pesquera, según un comunicado del Oceanogràfic de València.
Las especies más afectadas
Entre las especies estudiadas destacan el quelvacho negro (Centrophorus squamosus), el carocho (Dalatias licha) o la mielga (Squalus acanthias), cuya baja tasa de reproducción y vulnerabilidad han llevado a una alarmante disminución de sus poblaciones a nivel global. Así, el investigador empezaba el estudio al este de Nueva Zelanda. Escogía el lugar debido a su gran biodiversidad marina, situación que le permitió estudiar 1.300 tiburones de 30 especies distintas capturados de manera accidental.
El estudio ha ido mucho más allá de las heridas y secuelas físicas que los animales sufrían tras las capturas, sino que también se han hecho análisis desde el punto de vista comportamental y fisiológica. Según explica Ruíz-García, “la falta de un protocolo estandarizado para evaluar la salud de los tiburones es un vacío que hemos querido llenar con este proyecto. Nuestro objetivo es desarrollar un protocolo que permita aplicar medidas de gestión más eficaces y adaptadas a estas especies tan vulnerables”.
“El estudio está siendo un gran éxito, no solo por constituir el mayor esfuerzo realizado a nivel mundial, con un número excepcionalmente alto de tiburones examinados, sino también por contar con el respaldo de instituciones internacionales”, destaca Ruiz-García. Así, el siguiente paso es analizar los resultados y presentar las conclusiones en publicaciones científicas y eventos de divulgación para proponer nuevas medidas de conservación que aseguren la protección de estos animales amenazados.
Sobrepesca y amenazas
Finalmente, es importante recalcar que son muchas las especies amenazadas por la sobrepesca. El rape o el atún son dos de ellas. La población del primero en el Atlántico se ha reducido considerablemente debido a su lento crecimiento y el impacto de las redes de arrastre o instalaciones de redes fijas, que también asfixian a pequeñas ballenas. Así, el bacalao, la merluza o el salmón también se ven amenazados. Este último ya ha desaparecido de muchos lugares de Europa, y se llevan a cabo proyectos de reintroducción para tratar de revertir la situación.