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La "vejiga de titanio" de Crepo y el ataque de cuernos de Correa

Pablo Crespo.

Si hace unos días, Pablo Crespo, el presunto 'número 2' de la trama Gürtel, aseguraba que los calabozos eran "mazmorras de la Edad Media" al servicio del entonces ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, en la sesión de este jueves, el 'lugarteniente' de Francisco Correa ha hecho todo lo posible por ilustrar al Tribunal sobre la dura vida de un detenido en España. Y, como botón de muestra, ha insistido en que los pérfidos policías que le detuvieron no le dejaron, literalmente, ni ir al servicio a orinar. Una situación, como ha dicho, sólo acta para "vejigas de titanio". Antes ya había desvelado el verdadero motivo de que 'Don Vito' y Luis Bárcenas no se hablen y de que se hayan lanzado más de un cuchillo judicial en lo que llevamos de juicio. Todo comenzó en un torneo de tenis en Madrid en 2003 en el que el ex tesorero del PP decidió sentarse en un palco de la competencia de Correa y éste sufrió un ataque de cuernos que dura hasta hoy. En los negocios, por muy sucios que sean (presuntamente), también existen los sentimientos.

Crespo recitaba el número de carné profesional del policía que le interrogó, el 81.067, como si fuera el '666' del mismísimo diablo

En busca de una nulidad de la causa por la que vienen clamando muchos de los procesados, Miguel Durán, el abogado de Crespo, ha dedicado buena parte de su interrogatorio a poner de manifiesto las supuestas condiciones en las que se habían desarrollado las primeras horas de la detención de su cliente. Éste, como de una película de terror cercana al cine 'gore', ha descrito el calabozo, la comida "asquerosa" que le daban -incluido que las galletas del desayuno venían en un "paquetito"- y, sobre todo, cómo le interrogó el responsable de la investigación, cuyo número de carné profesional, el 81.067, ha repetido en varias ocasiones como si fuera el 666 del mismísimo diablo. Ha acusado a este agente de ejercer "violencia verbal" contra él y el abogado que entonces le asistía, y al que asegura que mandó callar en más de una ocasión. También era él a quien, insistió, tuvo que rogar que "me dejara ir a orinar" porque ni con su "vejiga de titanio" aguantaba ya.

De hecho, ha convertido "lo que hace todo ser humano" en uno de sus argumentos recurrentes para intentar quitar valor a lo que declaró aquellos días ante la UDEF y el primer instructor de la causa, el juez Baltasar Garzón. "Estaba agotado", ha dicho para a continuación asegurar que por ello no sabe si estuvo "media hora u hora y media" declarando en la Audiencia Nacional. Tal mal estaba que cuando le enviaron a la prisión de Soto del Real fue "un alivio". Al fin pudo allí hacer sus "necesidades humanas" y lavarse. Un detalle, este último, en el que Durán ha hecho hincapié -"estuvo 96 horas sin lavarse"- como demostración de que los burdos métodos de tortura de la Inquisición han dejado paso ahora a otros más sutiles y, en su opinión, más crueles.

El origen del desamor

La película de terror de la detención no ha sido la única que ha contado Crespo en la sesión de este jueves. También las ha habido de 'indios' y de amor. O, mejor dicho, de desamor. Esta última es la que protagonizaron en su día Correa y Bárcenas y de la que, si alguno no se había enterado, ha tenido ya varias escenas durante la vista. El tema ha salido a preguntas del letrado del ex tesorero, que en su interrogatorio a Pablo Crespo ha querido dejar claro que su cliente era todo un profesional que sólo miraba por la buena marcha de las finanzas de Génova 13. Alguien capaz de regatear hasta el último euro y que su relación con 'Don Vito' se redujo, precisamente, a esas campañas electorales que las empresas de la Gürtel organizaba como cualquier empresa, con sus facturas y todo. El 'lugarteniente'¡ de Correa ha dejado claro que hay que remontarse a 2003 para encontrar el origen de tanto odio.

Correa y Bárcenas cruzaron "palabras gruesas" durante un torneo de tenis porque éste último se sentó en el palco de la competencia del primero

Fue, en concreto, durante la celebración de un torneo de tenís en Madrid en los que las empresas alquilar palcos para agasajar a amigos, clientes y, por lo visto, políticos. Correa no podía ser menos y allí tenía su lugar reservado para quedar bien, entre otros, con el PP y, por supuesto, con el hombre que maneja los dineros del partido. Sin embargo, Crespo ha detallado que el entonces gerente de la formación prefirió la localidad que le ofrecía una empresa de la competencia de la Gürtel y ahí se inició el desamor. El 'número 2' de la trama ha asegurado que Correa le reconoció que hubo "palabras gruesas"... y hasta hoy, en la que ni se dirigen la palabra.

"El último escalón"

La de 'indios' es la que ha intentado contar el 'lugarteniente' de 'Don Vito' cuando las defensas del resto de los procesados le han preguntado sobre lo que hacían sus clientes. Crespo, todo un caballero, se ha dedicado a quitar responsabilidad hasta convertirlos a todos ellos en meros 'curritos' que ni sabían, ni entendían ni comprendían lo que pasaba en dichas empresas. Más de uno debe estar contento de que el 'número 2' de la trama los haya presentado prácticamente como unos inútiles que sólo servían para coger el teléfono y hacer los recados. Es el caso de José Luis Izquierdo, el célebre contable del 'puto pendrive', que de ser el hombre de números de una compleja trama ha pasado a ser "el último escalón" sin "capacidad ni carácter" para tomar decisiones y, mucho menos, llevar una hoja de cálculo con el pago de 'mordidas. O Alicia Mínguez y Javier Nombela, simples empleados que no hacían nada sin recibir instrucciones.

Crespo ha descrito al contable de la trama al que se le intervino el 'puto pendrive' como el "último escalón" de las empresas sin capacidad para llevar las cuentas

También ha salido bien parado Álvaro Pérez, 'El Bigotes', al que después de describirle como "un artista", la persona que ideó los escenarios centrales rodeados de público para los mítines, lo ha tildado de "un desastre" para los temas económicos. Alguien capaz de "arruinar" a cualquier compañía boyante si se le deja con una Visa en la mano porque "no tiene límite para malgastar". Al fin y al cabo, el gran objetivo de Crespo, como al final ha demostrado su propio abogado en la pregunta final de su interrogatorio, es convertir a todos los integrantes del llamado 'Grupo Correa' en simples 'indios' de una película en la que Francisco Correa hace tiempo que decidió asumir el papel de 'Toro Sentado'... con perdón.

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