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Correa, 'rojo' y mártir', deja varios cadáveres en la sala

El presunto cabecilla de la trama Gürtel, Francisco Correa (i), a su llegada hoy a la Audiencia Nacional

En la sala donde se celebra el juicio de la Gürtel ya huele a muerto. Si en la jornada del martes los tres primeros arrepentidos dejaban a más de un compañero de banquillo malherido, este jueves Francisco Correa, 'Don Vito', se ha encargado de dar la puntilla e, incluso, enterrar a más de ello. Sólo en media hora de declaración, el ya confeso cabecilla de la trama ha 'matado', judicialmente hablando, a Luis Bárcenas, Jesús Sepúlveda, Alberto López Viejo y, en gran medida, al propio PP, cuya sede ha calificado como "su casa". Eso sí, al tirar de la manta -ha repetido en un sinfín de ocasiones que iba a decir la "absoluta verdad"- a procurado poner a salvo a los trabajadores de su empresa, empezado por su lugarteniente, Pablo Crespo. Para ello, ha recalcado en varias ocasiones que él era el único que tomaba decisiones y quien entrega en mano los sobres a los políticos con las correspondientes 'mordidas'.

Correa ha recalcado en varias ocasiones que iba a decir la "absoluta verdad"

Mártir, pero también 'rojo', porque en la larga 'introducción' con la que ha comenzado su declaración, Francisco Correa ha recordado que antes de trabajar con el PP él tiraba "hacia el otro bando" y que, incluso, había trabajado para el PSOE de Felipe González. Como demostración de su 'izquierdismo', el cabecilla de la trama ha recordado que su padre tuvo que exiliarse tras la Guerra Civil y que la única que había ido a un mitín antes de empezar a montarlos para Génova, fue a uno de la histórica dirigente del PCE Dolores Ibarruri, 'La Pasionaria', para acompañar a su padre.

A partir de ahí, Correa ha comenzado a lanzarse flores como empresario y su capacidad para innovar en el terreno del marketing. Todo un 'crack' que estuvo a punto de ver cómo se caían sus mercantiles por "una pequeña incidencia" con un constructor en 1993. Fue en ese momento cuando decidió volcarse en la política después de que le presentasen a Luis Bárcenas y ofreciera un presupuesto para un acto de los 'populares' que reducía casi en un 90% los de la competencia. Desde ese momento, el cabecilla admite que decidió volcarse en la comunicación política y empezó a estar más tiempo en la sede del PP que en su despacho. "Era con mi casa", dijo. Trataba, detalló, con todos los secretarios generales de aquellos años. Desde Francisco Álvarez Cascos a Ángel Acebes, pasando por Javier Arenas y Ana Mato.

Los regalos a Sepúlveda

Esa actividad "frenética" le llevó a estrechar su relación con cargos públicos del PP, entre ellos Jesús Sepúlveda, que fuera alcalde de Pozuelo de Alarcón, y Luis Bárcenas. Correa admitió que al primero le regaló dos coches y pagado fiestas de cumpleaños, viajes y la celebración de la comunicación de sus hijos. Eso sí, para él todo eso eran simplemente "atenciones" iguales alas que tienen las grandes empresas con sus clientes. De Luis Bárcenas aseguró que se repartía con él las comisiones que le pagaban los constructores que se hacían con adjudicaciones gracias a sus gestiones. De hecho, afirmò que fue el entonces gerente del PP el que le propuso cuando José María Aznar llegó al poder  cobrar por "intentar favorecer y adjudicar" contratos públicas a las sociedades de sus amigos. Por si para entonces el ex tesorero no estuviera muerto, también lo ha identificado con las siglas LB que aparecían en la contabilidad B que apareció en el célebre "puto pendrive". En ese momento, Bárcenas se ha ausentado un momento de la sala para ir al cuarto de baño.

Correa aseguró que fue Bárcenas quien le propuso cobrar 'moridas' por conseguir contratos para empresarios amigos

Otro cargo público del PP al que ha dejado a los pies delos caballos ha sido a Alberto López Viejo, el que fuera considerado el 'delfín' de Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid. El cabecilla de la trama ha detallado que fue él quien le fue remitiendo 'a plazos' a una cuenta en Suiza una mordida de un millón de euros por un contrato en el Ayuntamiento de Madrid cuando éste era concejal. Al fin y al cabo, aseguró que todo ello era "habitual", "una práctica del país, del sistema", al que él supuestamente se adaptó como buen 'lobbysta' que era y en la que muchas veces se veía obligado a cobrar en B. "Existen muchos Francisco Correa", se justificó. Eso sí, no quiso dar nombres de dichas empresas "porque no quiero perjudicar", algunas de las cuales eran las que le obligaban a facturar en 'negro'.

El cabecilla de la trama también ha dedicado buena parte de su declaración a salvar de la quema a sus trabajadores. Así, a Pablo Crespo, su lugarteniente y el más activo durante las jornadas celebradas hasta ahora en intentar 'cargarse' la causa, lo calificó como "oro molino", "tío serio" y "hombre honrado" que si hizo algo irregular fue porque él se lo dijo. En ese intento por encontrar un lugar en el santoral, Correa siguió descargando de responsabilidad a otros empleados sentados con él en el banquillo. Así, el contable, José Luis Izquierdo, "un mero escribiente". Isabel Jordán, "una buena profesional". Alicia Mínguez, alguien que no debía estar sentada ahí y que "me da mucha pena". Álvaro Pérez, 'El Bigotes', alguien al que ayudó a salvar las deudas que él y su padre tenían. Por salvar, también ha querido echar una mano de Francisco Álvarez Cascos, al asegurar que las iniciales "PC" no se referían al polémico político sino a él mismo, a Paco Correa. Al final, recalcó que la "caja B es mía" y no de las empresas. Un auténtico ejercicio de martirio para alguien que también presumió ser del equipo 'pupas', el Atlético de Madrid..

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