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Política

La ruptura de las 17 federaciones convierte el comité federal en una cita explosiva

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez

No hay una sola federación, de las 17 que tiene el PSOE, que pueda presumir este sábado de tener unidos a todos sus representantes en el comité federal. El voto de cada uno no solo dependerá de lo que dicte su secretario general sino también de la conservación de su cargo público, ya sean alcaldes, concejales, presidentes de diputación o miembros de los parlamentos autonómicos. Esta guerra de fidelidades aumenta la fractura interna y es lo que impide prever con antelación quién ganará la refriega en la reunión de hoy, si es que finalmente sale un triunfador, y lo que hace que la incertidumbre vaya a mantenerse hasta el final. Los principales responsables de los dos bandos se reunieron ayer tarde con sus seguidores para fijar una estrategia que debilite al contrario. Los críticos con Sánchez se plantean, incluso, plantar al comité federal para impedir que haya quórum.

Los barones críticos trabajan para que hoy no haya quórum en el comité federal

Sobre el papel, a Pedro Sánchez le apoyan los secretarios generales de las federaciones de Galicia, el País Vasco, Navarra, Cataluña,  Madrid, Castilla y León, Murcia, La Rioja y Baleares. A Susana Díaz la respaldan el resto, con Andalucía, Castilla-La Mancha, Extremadura y la Comunidad Valenciana como principales buques insignia. Pero ello no significa que hoy sábado todos los representantes de estos territorios en el comité federal sigan al pie de la letra las consignas de sus superiores. Madrid, por ejemplo, tiene enfrentados a su secretaria general, Sara Hernández, con Tomás Gómez. Cataluña, a Miquel Iceta con Carmen Chacón. Asturias, a Javier Fernández con María Luisa Carcedo, el País Vasco, a Patxi López con Eduardo Madina o Galicia, a Joaquín Fernández Leiceaga con Abel Caballero. Y, así, un largo etcétera que retrata la profunda fisura que sufre el Partido Socialista en su conjunto, agravada también por la falta de proyecto para España que ya se comprobó durante los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero.

La pelea que se libra dentro del PSOE no solo es ideológica sino también de legitimidades. Los dos bandos enfrentados se han aferrado a la interpretación de los estatutos que más les conviene para probar que los 18 miembros que le quedan a la ejecutiva federal pedalean en el aire y que los 17 que han salido de ella han quedado en el limbo, fuera también del máximo órgano del partido entre congresos. Ante este desorden, nadie puede garantizar que las decisiones que salgan de la reunión de hoy sean respetadas.

En esta guerra sin cuartel, aseguran fuentes de Ferraz, ya no son posibles los mediadores. Felipe González, considerado durante mucho tiempo un árbitro del que poder echar mano en tiempos de turbulencias, ha dejado de serlo para apostar por Susana Díaz. Tampoco vale Zapatero ni, por supuesto, Alfredo Pérez Rubalcaba, pues también han tomado partido. El nombre de Patxi López se ha sacado a pasear como una opción posible, pero las dos partes enfrentadas la ven inviable porque se ha decantado por Sánchez y, además, su prestigio comenzó a declinar desde que perdió la lendakaritza y salió de la presidencia del Congreso.

El principal referente que en estos momentos queda en activo dentro del PSOE y acumula mayor reputación es el presidente asturiano, Javier Fernández, pero su papel como posible intermediario se ha quemado desde el momento en que los barones que piden la cabeza de Sánchez le han propuesto como responsable de la gestora llamada a sustituir a la actual ejecutiva.

Los dos bandos ven ya imposible encontrar la figura de un mediador que evite la sangría

Sin jueces ni árbitros posibles respetados por el conjunto de la organización, se llega así al comité federal de este sábado con nulas garantías de que en él pueda enderezarse la crisis y el PSOE se adentre en el camino de la cordura, se admite en Ferraz.

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