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Política

Las bases del PP se rebotan contra la desbordada agresividad de Ciudadanos

El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, en el hemiciclo con el portavoz del PP, Rafael Hernando.

Las bases del PP no disimulan su enorme malestar con Ciudadanos. Consideran que Albert Rivera se excede en su agresividad. No han regresado los tiempos en los que el portavoz popular en el Congreso se refería a ellos como 'el naranjito', pero el malestar es aún superior. La belicosidad que destilan las declaraciones de Rivera se considera excesiva y fuera de lugar. "No tiene por qué darnos tan duro, se supone que es nuestro socio preferente", señalan.

La explosión del 'caso Lezo' ha elevado el tono de los ataques que proceden desde partido naranja. Las incómodas salpicaduras a Cristina Cifuentes en el informe de la UCO han disparado la estridencia. Rivera, en un almuerzo informativo, llegó a decir que "quien está en el lodo no puede sacarnos del lodo". Añadió que "si no te enteras de nada en treinta años es grave". Un tono ríspido y ácido como no se le había escuchado hasta ahora. 

Ciudadanos permite con su voto que el PP gobierne en Madrid. En Génova comprenden esta nueva línea de Rivera, que la juzgan sobreactuada. "Tiene que poner distancia con ese apoyo, huir de la imagen de báculo del PP, mostrarse el más duro entre los duros", señalan en fuentes populares. "El problema es que se está excediendo", añaden. El último barómetro del CIS ha confirmado a Rivera en esta línea. Es el único partido que sube desde el 26J. "Creen que atacar la corrupción les da réditos y nos quita votos. Va a seguir por ahí", explica una fuente popular. 

El precedente murciano

La dirección del PP evita la confrontación directa. Intenta transmitir serenidad y mesura. En los momentos clave, el voto de Rivera es fundamental. Como en en tenso conflicto de la estiba, este mismo jueves. O en los presupuestos, un apoyo fundamental para salvar al menos media legislatura del PP. Rafael Hernando, por ejemplo, mantiene una relación fluida y eficaz con José Manuel Villegas, el número dos de Cs, con quien se entiende sin mayores problemas. 

Consideran en Génova que el asunto Cifuentes es pasajero y hacen oídos sordos a las arremetidas permanentes que les dedican. El problema está en los mandos intermedios y, muy especialmente, en la reacción irritada de bases y militancia. Llegan muchas quejas a Madrid, y se escucha un sordo 'run-rún' de cabreo en las sedes provinciales. 

Génova evita la confrontación directa: en los momentos clave, el voto de Rivera es fundamental. Como en en tenso conflicto de la estiba o en los presupuestos

"Lo que hicieron en Murcia es una broma al lado de lo que está pasando aquí", menciona un dirigente del PP de Castilla la Mancha. "Allí, en el fondo, tenían razón, porque el expresidente Sánchez prometió que se iba si se le imputaba. Era razonable que exigieran su renuncia. Lo que están haciendo en Madrid con Cifuentes es disparatado", señalan.

La presidenta de la Comunidad madrileña se hartó en su momento de acumular paciencia para negociar su investidura con Ignacio Aguado, el hombre del equipo naranja en Madrid. Lo logró. El día a día en la Asamblea es agotador, un martirio, comentan fuentes populares. Aguado carece de experiencia, es desconfiado y negocia sin perspectiva, todo plano, dicen estas fuentes. De ahí su hipertrofiada reacción. Al igual que su líder, Aguado recuerda siempre que puede que 'en el momento en que haya imputación, exigiremos la renuncia de Cifuentes'. Rivera dice lo mismo de Rajoy, para justificar lo riguroso de sus ataques y subrayar que es Ciudadanos quien tiene la sartén por el mango. 

Estamos en minoría, toca negociar, insisten desde el vértice de la organización del PP. Rajoy no se inmuta ante estas arremetidas de Cs. Es lo normal. "Cada uno tiene que hacer su jugada. Lo importante es que Rivera no nos falle en las cuestiones de Estado, y no parece que lo hará", opinan en Moncloa. 

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