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Política

Susana Díaz y Pedro Sánchez prometen “unidad” en sus cierres de campaña en Sevilla

Susana Díaz, con Alfonso Guerra, en el cierre de campaña en Sevilla

El ex secretario general ya eligió Sevilla para lanzar su candidatura y ha vuelto a territorio Susana en las últimas horas de la campaña, más lejos incluso en su provocación, a las puertas del barrio de la presidenta, Triana, dos kilómetros de donde había convocado la presidenta a los suyos. Así que la competición estaba servida: desde antes de que empezara ya arrancó en Twitter la guerra de las sillas.  

Muelle de las Delicias. 19.00 horas. A esa hora había convocado Susana Díaz a los militantes para su último gran acto en Andalucía. En primera fila, y aunque no ha tomado la palabra, el exvicepresidente Alfonso Guerra, y en el escenario el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, el líder de Juventudes Socialistas, Nino Torres, y la expresidenta del PSOE, Micaela Navarro.

Presencias con mucho mensaje. Especialmente la diputada jiennense, de otra familia socialista andaluza diferente a la de Susana Díaz, y con quien la presidenta luego “cosió” la federación cuando sucedió a José Antonio Griñán. “Mi compañera, que me ayudó a unir al PSOE de Andalucía para volver a ganar las elecciones y que los andaluces confiaran en nosotros”, ha recordado.

Una tarea que ahora Díaz quiere volver a emprender si gana las primarias del domingo. Y a ello se ha comprometido ante su público: “Voy a trabajar por la unidad del PSOE, por el respeto, por la convivencia, para reforzar la fraternidad entre los hombres y mujeres que formamos el partido”.

Ante de que ella hablara, Micaela Navarro no ha quitado un ápice de gravedad a la situación que vive el PSOE, pero ha pedido respeto por esta formación centenaria. Ahora, que muchos hablan de carnets rotos en función de quién gane el domingo, ella ha garantizado que sólo se irá del partido el día que se muera. “Pase lo que pase no tenemos que permitir que pierda el PSOE”, ha dicho, aunque ha garantizado, severa, que, pase lo que pase, no va a “poner en duda a ningún compañero”. “Y si estoy aquí es porque sé que tú tampoco lo vas a poner”, ha dicho.

“Voy a ser generosa desde el minuto uno”

Después, Susana Díaz ha insistido en la necesidad de unidad, pero también en el respeto, que ha faltado en los últimos meses. “Vamos a respetarnos, vamos a querernos y a querer al PSOE”. Por eso, ha rechazado “el voto del insulto” y ha prometido “ser generosa” si gana desde el minuto uno.

Su tono más duro no ha sido contra sus contrincantes de dentro del partido, sino de fuera. En su larga intervención, que ha empezado ya casi sin voz después de semanas de mítines y mítines, ha cargado contra el PP pero, en especial, contra Podemos: “Nadie nos va a humillar, nadie nos va a arrugar, ni a reescribir la historia”, ha dicho, después de deslizar que ella es la candidata que menos les gusta. “A Pablo Iglesias sólo le falta querer votar aquí para que yo no sea secretaria general”, ha dicho.

Pedro Sánchez, en el cierre de campaña en Sevilla

Muelle de la Sal. A sólo unos kilómetros de su contrincante, Sánchez cerró también su campaña con un acto en una explanada con vistas al barrio sevillano de Triana. Y el tono fue muy distinto aunque terminó llamando a la unidad y prometiendo “lealtad” con lo que digan los afiliados este domingo.

El ex secretario general se mantuvo ‘guerrillero’ en sus reivindicaciones de izquierda –con referencias al feminismo, el sindicalismo y hasta la laicidad- y en su apuesta por la “vía portuguesa” frente al “PSOE de la abstención”. Su acto se movió entre la epicidad del ‘No es no’ y lo lacrimógeno, alternado por citas rebeldes de Gandhi y por la tonadilla de rigor para estas ocasiones: ‘Color esperanza’ de Diego Torres.

Sánchez llegó a  las escaleras de la explanada con media hora de retraso y fue recibido como una estrella de ‘rock’, rodeado de militantes entusiasmados y de peticiones de ‘selfies’. Los abrazos y los besos abundaron tanto que el exsecretario general tardó en subirse al escenario varios minutos -hasta un niño se le sentó en el regazo mientras esperaba su turno-

A lo largo del trayecto le acompañó la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, muy ovacionada durante su intervención en español, en la que destacó que Sánchez “anima” a toda Europa por seguir “otro camino”. “Ese día –en referencia a la decisión de Sánchez de no abstenerse- encendiste una luz. Una luz en el corazón de España y de los que piensan que hay otra vía en la socialdemocracia”, resaltó.

La militancia, entusiasmada ante los halagos a la honradez de Sánchez y entregada a los cánticos de “Sí es sí”, presentó su “lucha titánica y desigual” con la gestora como la batalla de David contra Golliat. “Vocación destructiva”, “coyotes” o “el PSOE de la abstención” fueron solo algunos de los apelativos que los ‘teloneros’ de Sánchez dedicaron  a los que en su momento descabalgaron al exlíder del partido. Hubo abucheos y hasta alusiones a la insignificancia del universo para afear a Susana Díaz, que celebraba su acto a dos kilómetros de su contrincante,  que se haya convertido en “la candidata del yo”.

Alfonso Gómez de Celis, cargo de la Junta de Andalucía, fue aún más lejos al criticar a Díaz: dejó caer que la ‘verdadera’ izquierda estaba congregada en torno a Sánchez y hasta aseguró que “muchos de los que están allí –en referencia al acto de la presidenta de la Junta- nos van a votar”.

Hicieron también acto de presencia la rabia por el penoso Comité Federal del 1 de octubre y por la abstención al PP, así como la ironía, de la que tiraron algunos oradores al bromear con la “máxima autoridad” de Verónica Pérez y con las referencias a los “chinos” o a los “acentos” del programa de Díaz.

El ex secretario general inició su discurso también bromeando, en este caso sobre la acusación de sus contrincantes de que a sus mítines sólo acude gente “que no es del PSOE” y citando a Mafalda para reivindicarse en seguir luchando, aunque se esté cansado. “Lo que querían es ganar las primarias sin que los militantes votaran, y al final va a ser que no”, proclamó entre aplausos.

Sánchez insistió en el mismo mensaje que ha transmitido durante toda su campaña: la necesidad de resolver la encrucijada en la que se encuentran los socialistas construyendo un PSOE de militantes y no de notables, y en el que las bases siempre tengan la última palabra.  “No tengo nada que deber a los poderes económicos y todo a los militantes del Partido Socialista”, proclamó entre ovaciones.

El exlíder del PSOE también volvió a cebarse con el programa de “la candidata”, a la que acusó de concebir la educación “como una hipoteca, y no como un derecho”; y recordó que el PP al que la Gestora permitió gobernar con su abstención está acorralado por la corrupción. Se aseguró, sin embargo, de dejar claras sus diferencias con Podemos al criticar duramente la moción de censura presentada por Pablo Iglesias, al que acusó de personalismo. “¡Pedro es, y será secretario general!”, gritaba el público.

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