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Política

Rajoy asume que Sánchez intentará una moción de censura para evitar las elecciones

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy (i), y el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez (d)

El encuentro que Mariano Rajoy y Pedro Sánchez mantuvieron a primeros de mes apenas ha despejado los enormes recelos del presidente del Gobierno hacia el 'nuevo PSOE'. El dirigente socialista mantuvo firme su rechazo al referéndum secesionista catalán, tal y como se esperaba. Días después, sin embargo, retomó su letanía sobre el "Estado plurinacional" y la 'nación de naciones', como vía de aproximación a los soberanistas.

Rajoy no se fía de Pedro Sánchez. Ni antes, ni ahora. Está convencido, y así se lo transmite con cierta frecuencia a sus colaboradores: que el secretario general socialista intentará, tarde o temprano, una moción de censura como vía más directa hacia la Moncloa. El intento de Pablo Iglesias fue una chapuza, que le ha pasado factura a Podemos. Sánchez nunca ha negado la posibilidad de intentar la moción, pero añade siempre que cuando sea llegado el momento de llevarla a cabo con garantías. 

En el PP se da por hecho que Sánchez, impulsivo y vehemente, no se plantea aguardar a las próximas generales para desalojar al actual inquilino de la Moncloa. En primer lugar, porque las encuestas siguen siendo favorables a Rajoy, con mínimas oscilaciones a la baja. En segundo, porque necesita un golpe de efecto que le consagre como el líder indiscutible de la oposición.

Sánchez está ahora enfrascado en ultimar la árida recomposición de su partido, después de la gran batalla interna de las primarias. Las heridas aún supuran, y todavía tiene problemas en algunas regiones y con algunos barones. 'Lo primero es pacificar', comentan en Ferraz. Luego, conquistar. Sin una agenda demasiado angustiosa, ya que no tiene responsabilidades parlamentarias al no ser diputado, Sánchez dedicará los próximos meses a consolidar aliados y a planificar su operación para llegar al Gobierno.

Los cinco diputados vascos

La ambigüedad calculada en el terreno del modelo territorial es clave para conseguir apoyos de los nacionalistas catalanes, enfrascados ahora en la aventura del referéndum que, posiblemente, concluya en unas elecciones anticipadas. Sánchez es consciente de que debe contar con el PNV para sacar adelante la moción de censura. Sin los cinco diputados vascos, no hay posibilidad alguna de alcanzar la mayoría requerida. Ciudadanos no se involucrará en este empeño. Albert Rivera y Pablo Iglesias pueden coincidir en cuestiones menores, pero no en un paso tan decisivo. 

Sánchez viajó esta semana a Bilbao para acercar posiciones con el PNV. Les recitó la melodía que mejor les suena. "Dentro de España hay una nación que se llama País Vasco, nosotros reconocemos la plurinacionalidad de nuestro país", les dijo. La música suena bien. Todos contentos. Con alguna salvedad importante. El PSOE gobierna allí junto a los nacionalistas vascos, un factor que el equipo de Sánchez valora como un activo de gran importancia a la hora de potenciar cualquier tipo de colaboración futura. 

La ambigüedad calculada en el terreno del modelo territorial es clave para conseguir apoyos de los nacionalistas catalanes y del PNV

Rajoy ha atado sus vínculos con el PNV mediante un muy beneficioso acuerdo sobre la Ley del Cupo que alcanza cinco años. Un lustro de paz y armonía suscrito esta semana por el eficaz Cristóbal Montoro. El presidente del Gobierno mantiene buenas relaciones con Íñigo Urkullu. La vicepresidenta del Gobierno se entiende muy bien con Andoni Ortúzar, presidente del PNV. Una relación que atraviesa por momentos de fluida armonía. El PNV ha aprobado los presupuestos de este año y se dispone a hacer lo propio con los de 2018. Los nacionalistas vascos, conscientes de su privilegiada posición, van a exigir contrapartidas de peso, como competencias en prisiones y Seguridad Social. Todo se andará, dicen en el PP.

La clave de la moción que acaricia Sánchez pasa inevitablemente por Bilbao. No va a ceder en su esfuerzo, comentan en el Gobierno central. Rajoy está convencido de que lo va a intentar salvo que, en los próximos meses, la orientación de las encuestas sufra un vuelco extraordinario y el PSOE acaricie la posibilidad de formar Gobierno. Una circunstancia que se antoja aún muy lejana, si no imposible. El buen ritmo de la economía, que se prolongará aún durante largos meses, según todos los estudios, es factor clave en los planes del PP.

Sánchez no tiene demasiadas alternativas. Esperar a las próximas elecciones, con el riesgo de no doblarle el pulso a Rajoy, o tirar por el camino de en medio. La moción de censura. De ahí su actitud ambigua con los separatistas catalanes y su intenso cortejo del PNV. Los 176 escaños de la mayoría absoluta no se consiguen en dos días. 

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