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Política

Junqueras no encuentra 'hereu': sus tres fracasos en la campaña de ERC

Oriol Junqueras y Carles Puigdemont.

Oriol Junqueras envía, de cuando en cuando, un tuit. El de este martes señalaba los días que llevan en prisión tanto él mismo como Jordi Sànchez, exlíder de ANC, el movimiento de agitación secesionista. Esta fórmula digital es la vía más frecuentada por el líder de ERC en esta campaña electoral. También manda misivas a los medios o concede alguna entrevista por mail. Su figura entra en fase de eclipse. Su liderazgo, paralelamente, pierde relevancia. Hay un plen B en marcha para solucionarlo.

No encuentra Junqueras una figura que le sustituya en los mítines. El dirigente republicano no es buen orador. Demasiado pausado, excesivamente comedido. Pero su presencia colma las expectativas de un auditorio entregado. Nadie ejerce ahora ese papel. Junqueras ha intentado varias alternativas. Marta Rovira, número dos de la lista, era su apuesta ideal. Vehemente, visceral, activista, verbo alocado pero incendiario. Ha sido un fracaso. 'Ininteligible', dicen algunos. 'Disparatada', señalan otros.

Rovira funcionaba bien como complemento de un líder indiscutible. Al frente de una lista electoral, han emergido todas sus limitaciones. Ha incurrido en algunos patinazos antológicos, en especial del referido a la sangre y el Ejército por las calles de Cataluña. "Espanta los votos", confiesa un dirigente de ERC. Junqueras la designó teóricamente como futura presidenta de Cataluña. No ha vuelto a mencionarlo. "Se ha arrepentido", señala esa fuente. Tanto que, al debate electoral de TVE, envió al número dos de la lista por Gerona. 

Rovira tiene además el problema añadido de que quizás sea llamada a declarar por el juez Llarena, luego de aparecer su nombre en la famosa 'Moleskine', donde Josep Maria Jové, número dos de Junqueras, registró durante meses todos los preparativos del golpe. 

Un consejero fuera de prisión

Carles Mundó, el quinto en la candidatura por Barcelona, ha sido el segundo intento de Junqueras. El exconsejero de Justicia estuvo en la cárcel junto a su líder, lo que le inviste con la vitola del martirologio secesionista. Es un hombre prudente y vende 'gestión'. Le prometió a su jefe de filas, tras los barrotes, que lucharía por sacarle de allí. Una vez en libertad, su primer acto, además de asistir a la arrancada de la campaña electoral, fue plantificarse en un mitin frente a la cárcel Modelo de Barcelona, cuyo cierre es el hecho más brillante de su gestión. Circuló con fruición por las redes su metedura de pata televisiva cuando reprochó los bailes de Iceta mientras hay gente en las cárceles por defender a Cataluña. "Pues Puigdemont está en la ópera mientras sus consejeros están entre rejas", le respondió la periodista. Se quedó petrificado. 

Mundó es un político gris, apocado, "se explica mejor en las reuniones de trabajo que ante las enfervorizadas muchedumbres". Se le aprecia, pero sin más. "Hay militantes que ni sabían su nombre hasta que no entró en la cárcel", dicen esas fuentes. Mundó parecía que iba a tener más protagonismo en la campaña.Parece que ha echado el freno. Tiene asuntos pendientes con el Supremo y no quiere riesgos, comentan en ámbitos independentistas. Otra opción descartada. 

Podría haber sido Carme Forcadell, número cuatro de la lista, la solución. Pese a su firme apostasía de la proclamación de la independencia y a su acatamiento apasionado del 155, la presidenta del Parlamento catalán goza de cierta relevancia mediática y un relativo aprecio entre la militancia. De expresión comedida, sin apenas recursos, 'tiene que llevar escrito hasta los buenos días', dicen en las fuentes mencionadas. Forcadell no quiere relevancia. Está paralizada anímicamente desde que pasó una noche en prisión. "No es la misma", añaden. 

Junqueras no tiene quien asuma su papel en los mítines. Quien haga frente a la campaña que lleva a cabo Puigdemont, omnipresente y eficaz desde las brumas de Bruselas. El expresidente de la Generalitat asciende en los sondeos. Junqueras no recobra el vuelo. Alguien pensó en tirar de Raúl Romeva, quien fuera su consejero de Exteriores y también pasó por la cárcel. Va de número tres, es buen orador y tiene un perfil bien conocido. El problema es que no es un republicano de pura cepa ya que procede del comunismo de Iniciativa per Catalunya. También Antoni Comín sería buen elemento para esa función. Vibrante, demagogo, 'politólogo' dice él, fue consejero de Sanidad. El problema es que está en Bélgica junto a Puigdemont. No vale.

ERC se ha quedado sin afiche electoral. Junqueras ora y escribe desde su celda. Pero con eso no se ganan elecciones. 

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