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Política

Conjura de Rajoy y Rivera para poner los cimientos a una reforma de la Constitución

El jefe del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, y el líder de Ciudadanos, Albert Rivera.

Después de un año de parálisis institucional y de interinidad del Gobierno, PP y Ciudadanos se han fijado el objetivo inmediato de ofrecer garantías de que la legislatura será duradera. Y qué mejor señal que poner los cimientos a una reforma de la Constitución, algo que, no obstante, llevará mucho tiempo y amplia negociación.

Según fuentes internas, tal es la conjura del presidente in pectore, Mariano Rajoy, y su socio, Albert Rivera, para el arranque de esta nueva etapa. Estas fuentes parlamentarias sostienen que el líder popular y su homólogo naranja se han propuesto trabajar juntos para “combatir las visiones más catastrofistas” que hablan de una posible disolución de las Cortes el próximo año o a lo sumo, dentro de dos, en tanto el nuevo Ejecutivo viera imposible seguir gobernando en minoría.

De este modo, los equipos de Rajoy y Rivera, apuntan las fuentes citadas, tratarán de activar los mecanismos parlamentarios para empezar a abordar una reforma de la Carta Magna en las Cortes. El acuerdo de investidura sellado por populares y centristas el pasado agosto, el de los 170 diputados, contempla que ambas formaciones “se comprometen a estudiar la actualización del texto constitucional para la mejora de la Norma Fundamental que ha deparado que la sociedad española haya disfrutado del más prolongado periodo de prosperidad de su historia. A tal fin, se utilizará como referencia el informe del Consejo de Estado sobre las modificaciones constitucionales de febrero de 2006”, señala el citado pacto, de nuevo vigente.

El informe del Consejo de Estado (acabar con la prevalencia del varón en la sucesión de la Corona, recoger la integración europea, reformar el Senado e incluir los nombres de las autonomías) no incluye una revisión del modelo territorial ni la cuestión de Cataluña, aunque todo apunta a que ambos temas también formarán parte del debate constitucional que se inicie.

El líder del PP y su homólogo naranja se fijan trabajar juntos contra las “visiones más catastrofistas” sobre este mandato

Entretanto, la fórmula que genera más apoyos es la de crear una nueva ponencia parlamentaria al respecto. Pero más allá de los aspectos técnicos de procedimiento, PP y Ciudadanos quieren sobre todo que su compromiso de abrir el melón de la reforma constitucional tenga un “efecto simbólico” en el comienzo de este mandato: la ciudadanía tiene que percibir que la legislatura no será corta, sino “fructífera” en su agenda regeneracionista, revelan las mismas fuentes.

De tal propósito está al tanto el Rey, que estos días ha abogado por “desdramatizar” cambios profundos como la reforma de la Carta Magna, al tiempo que ha sondeado la predisposición que tienen las fuerzas no constitucionalistas (Podemos, PNV, antigua Convergència, Compromís…) a afrontar este debate de especial calado. En cambio, tanto Rajoy como Rivera dijeron ayer que Felipe VI no les habló de la reforma constitucional en sus entrevistas en Zarzuela, mientras que el presidente de la gestora del PSOE, Javier Fernández, se limitó a decir que sólo hablaron de la “planta territorial del país”.

Así mismo, PP y Ciudadanos quieren contar con el PSOE para poder avanzar en este frente, aunque dependerá de los socialistas si quieren aquí arrimar el hombro o ponerse de perfil. Su papel sólo será decisivo en el momento en que deban votarse las reformas, pero hasta que ello se produzca -el procedimiento ordinario requiere dos tercios del Congreso en última instancia- todavía hay un largo camino que recorrer. Los socialistas tendrán en su mano ser agentes activos en estos trabajos o permanecer al margen, con el riesgo de quedar aislados.

De escollo a propuesta 

El propio Rajoy señaló ayer en rueda de prensa desde Moncloa que “cualquier planteamiento” que tenga que hacer sobre la reforma constitucional se lo propondrá antes “a los grupos” parlamentarios. Pero esta eventual propuesta era un escollo, un elemento de fricción, hace sólo unos meses. El líder del PP se mostró reacio a emprender tal proceso cuando en verano negoció su acuerdo de investidura con Ciudadanos. Sin embargo, al final terminó cediendo. De hecho, tal concesión fue una de las que más costó arañar a Rivera en el tramo final de las negociaciones.

El presidente in pectore declaró la pasada semana que “por difícil, la legislatura puede ser en una gran oportunidad para dejar resuelto alguno de los grandes retos de España en el futuro”. En cambio, la dirección de Ciudadanos evita caer en un exceso de optimismo y se sitúa, en su vaticino sobre el desarrollo de esta legislatura, en un “punto intermedio” entre esa “gran oportunidad” y el desastre, que llevaría a elecciones anticipadas.

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