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Política

Cisma en el PSOE: los rebeldes piden la abstención a los que mataron a Sánchez

El presidente de la Generalitat valenciana, Ximo Puig, la presidenta de Baleares, Francina Armengol y el presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara .

El tira y afloja que mantiene la gestora que pilota el PSOE con las federaciones que se niegan a abstenerse en la investidura de Mariano Rajoy, sigue amenazando con fracturar en dos el grupo parlamentario el próximo sábado, día en el que, previsiblemente, tendrá que votar y retratarse así ante un episodio que está agravando la herida abierta en el comité federal. En pleno seísmo, los diputados rebeldes que amenazan con desobedecer el mandato del máximo órgano del partido entre congresos han propuesto que sean los siete miembros de la dirección del grupo parlamentario, sumados a los que dimitieron de la ejecutiva de Pedro Sánchez para provocar su caída, quienes se coman el “marrón” de la abstención y asuman sus consecuencias. Esta misma tarde, dos horas antes de que comience la sesión de investidura, el plenario del grupo se reunirá para tratar de tomar una decisión definitiva.

Los diputados fieles a Sánchez acusan a la gestora del PSOE de querer "matarlo" definitivamente

La dirección del grupo está formada por el portavoz, Antonio Hernando, que retiene esta responsabilidad a pesar de haber defendido con uñas y dientes el “no es no” a Rajoy, el andaluz Miguel Ángel Heredia, que ocupa la secretaría general, la diputada por Ciudad Real Isabel Rodríguez, la catalana Meritxell Batet, el valenciano José Luis Ábalos, la balear Sofía Hernanz y la extremeña Soledad Pérez Domínguez. Sus cargos les aumenta la remuneración mensual entre 1.500 y 2.000 euros. Además, las federaciones opuestas a la abstención en bloque opinan que también deberían dar la cara en trance tan doloroso la presidenta del PSOE, Micaela Navarro, junto al andaluz Antonio Pradas, la principal antena de Susana Díaz en el viejo palacio de la Carrera de San Jerónimo. Tanto Navarro como Pradas, fueron parte activa de la asonada que 17 miembros de la ejecutiva federal protagonizaron el pasado 28 de septiembre con su dimisión para forzar el desalojo de Pedro Sánchez de la secretaría general, operación culminada con éxito en el tormentoso comité federal celebrado el 1 de octubre.

La consigna de la gestora

Los diputados todavía fieles al exsecretario general interpretan que la negativa de la gestora a permitir esta abstención selectiva de 11 parlamentarios –si se tuviera en cuenta su propuesta solo faltarían dos más por designar– obedece a su intento de sepultar a Sánchez bajo una profunda capa de tierra que le haga imposible resucitar durante la carrera que tarde o temprano se abrirá hasta el próximo congreso federal. La consigna que maneja la gestora sería, pues, la de “matar definitivamente” a quien dirigió el partido ente julio de 2014 y octubre de 2016.

Esta deducción tiene cierta lógica política: si solo fueran 11 diputados socialistas los que facilitaran este sábado la investidura de Rajoy, se ofrecería la imagen de que la mayoría del grupo parlamentario respalda a Pedro Sánchez. Según fuentes socialistas, esto es, precisamente, lo que obsesiona a la presidenta andaluza, partidaria de cortarle todas las vías imaginables y de evitar, así, que pueda plantarle cara cuando el congreso extraordinario elija al próximo secretario general.

La gestora sigue moviéndose sobre el alambre en unas circunstancias tan difíciles, como ayer evidenció su presidente, Javier Fernández a su salida del encuentro con Felipe VI. Señaló que las medidas a tomar contra los diputados rebeldes, encabezados por Odón Elorza, Susana Sumelzo y Margarita Robles, además de los siete del PSC, serán muy meditadas y decididas en dos tiempos: una primera reunión de la gestora, seguida de otra del comité federal, que sería el que tendría la última palabra.

Todas las salidas de Sánchez son complicadas, lo que lleva a pensar que puede acabar dejando el escaño

Sánchez  y sus partidarios afrontan esta nueva partida con suma preocupación, pues personalmente él tampoco tiene fácil ninguna salida. Si decidiera asistir a la votación del sábado y abstenerse, desautorizaría a todos los que han hecho piña con él en la defensa del ‘no’ a Rajoy. Si, por el contrario, votara que ‘no’, pasaría a la historia como el primer exsecretario general que violenta las normas del PSOE. Podría también no asistir a la votación, pero ello sería leído por la mayoría como una señal de cobardía. Este callejón lleva a algunos diputados a vaticinar que puede estar pensando en dejar su acta y renunciar así a su escaño.

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