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Política

Carles Puigdemont pisa el freno ante el cisma separatista

El presidente de la Generalitat , Carles Puigdemont, y su viepresidente, Oriol Junqueras

El referéndum ilegal tiene ya resultados oficiales. Más de 2,2 millones de votos, dice la Generalitat. De acuerdo con la ley transitoriedad, dentro de 48 horas debería proclamarse la independencia. No va a ser así. Los tiempos de Puigdemont se han ralentizado. Primero iba a ser el miércoles pasado. Luego se pasó al viernes. Se anunció a continuación de este próximo lunes. Finalmente se desconoce la fecha. Este martes comparece el 'president' ante la Cámara. Se desconoce el contenido de su discurso e incluso de la sesión. No está anunciado que se vote la DUI.

Pero todo es posible. Depende del nivel de presión. Incluso se habla de una fórmula ambigua. Algún diputado 'pedecato' podría abstenerse. O no votar, como Santi Vila, cabeza de la disidencia, 'rata traidora' para alguno de sus compañeros. O algún otro. La propuesta saldría adelante sin ostensibles facturas en el equipo de Gobierno. 

El movimiento de piezas en el frente empresarial ha sido un golpe decisivo a las pretensiones secesionistas. Emergen las disputas en la Generalitat y en los partidos que la soportan. Santi Vila, conseller de Empresas, abrió la puerta a las dudas. "Hay que detenerse y razonar" y buscar otro camino. Artur Mas también echa el freno: "Cataluña no está preparada para la independencia real". En el equipo de Gobierno de Puigdemont aumenta el desconcierto y el temor. "Esto ha ideo demasiado lejos", mencionan en privado. Y no hay plan B, salvo las elecciones, que casi nadie quiere.

ERC se ha echado al monte. Quieren la declaración ya o, en su defecto, que Rajoy se humille y se siente en la mesa para negociar sobre el proceso de 'desconexión. Esto es, plazos y fórmulas. La CUP, ante los titubeos del Govern, aprieta el acelerador y exige una DUI para la semana próxima. En el frente callejero, Òmnium y ANC, cuyos líderes, 'los dos Jordis', declararon este viernes ante la Audiencia Nacional, preparan la mayor movilización 'que recuerdan los tiempos' para el lunes. Un 'in crescendo' de días. En paralelo, se engrasa la huelga general pro su el gobierno central recurre al 155. 

Fuga de empresas

La súbita fuga de empresas ha puesto a Puigdemont contra la pared. Su partido está hecho trizas. El sector convergente quiere echar el freno. Los radicales, como Jordi Turull, portavoz, se resisten. "Hay dirigentes que no se hablan entre ellos, diputados que se pelean, esto está al borde del cisma", comenta un dirigente del sector renovador. "Este partido estaba menguante, ahora está a punto de saltar hecho pedazos".

ERC, el socio de Puigdemont en el Gobierno catalán, no tiene dudas. Quiere la independencia ya. O, en su caso, que Rajoy se humille y se siente en la mesa para negociar la secesión. "O sea, una rendición". Oriol Junqueras no habla. La estampida empresarial, Gas Natural, Sabadell, Dogi, Freixenet, Naturhaouse..., ha provocado un cimbronazo de dimensiones cataclísmicas en el vértice del 'proceso'. 

Puigdemont comparecerá el martes ante la Cámara catalana para hablar sobre 'la situación política'. Un eufemismo para burlar al TC. Nada se sabe sobre el contenido de su discurso. Este fin de semana se reunirá con los líderes de las familias secesionistas para orientar su discurso. Una vez publicados los resultados del referéndum, lo que hizo la Generalitat en la tarde del viernes, la ley de ruptura señala dos días de plazo para proclamar la independencia.

El presidente catalán parece que optará por ganar tiempo. Dar largas al compromiso de la DUI y anunciar la puesta en marcha del proceso constituyente. Seis meses de debates, elaboración de documentos, trámites parlamentarios y, finalmente, elecciones de las que saldrá el Parlamento que aprobará definitivamente un texto constitucional que debería ser sometido a nuevo referéndum. "Le muerden los tobillos, tanto la CUP como sus escuadras de la ANC. Están movilizados y muy calientes tras los episodios del 1-O. Es complicado ahora bajar el ritmo", señalan estas fuentes. 

La 'hoja de ruta', dicen en la Generalitat, sigue inalterable. Otra cuestión es que haya matices, que se modulen los tiempos. "Puigdemont no quiere bajarse del tigre, pero quiere que el tigre no se acelere", añaden. 

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