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Opinión

Así evitará la Justicia que Puigdemont repita como ‘president’

Carles Puigdemont, durante su charla en una universidad de Copenhague

El juez Pablo Llarena ha frenado en el último minuto la intentona del líder independentista de “internacionalizar” este conflicto al negarse a cursar la euroorden solicitada por la fiscalía para detenerle en Dinamarca. El Tribunal Supremo no iba a entrar al trapo de Carles Puigdemont, ya que el magistrado está atado de pies y manos tras su decisión de retirar la euroorden cursada a Bélgica, donde el ex presidente permanece huido.

Ahora queda por ver si el líder independentista opta por asistir físicamente a la sesión de investidura y ser detenido en cuanto pise suelo español. En este supuesto, deberá solicitar permiso a Llarena para acudir al Parlament. Y es aquí donde puede saltar la sorpresa, ya que, según fuentes jurídicas, el juez se inclina en estos momentos por aplicarle la doctrina Yoldi (que fue excarcelado por ser candidato a lehendakari en 1986), y no la doctrina de delegación de voto aplicada en el caso de Oriol Junqueras.

No obstante, las mismas fuentes aclaran que esta decisión no implica que el Supremo permita a Puigdemont ejercer como presidente de la Generalitat, ya que no tendrá más permisos de salida, ni siquiera para jurar el cargo, y mucho menos para hacer frente a las tareas de Gobierno. El Tribunal Supremo, siempre según estas fuentes, y una vez cumplido el requisito de la asistencia insoslayable del candidato a la sesión de investidura, sí le aplicaría la misma doctrina que a Oriol Junqueras, Jordi Sánchez y Joaquim Forn, que no van a pisar el Parlament porque es “imposible” controlar “judicialmente” una reiteración delictiva.

El TC suspenderá la elección telemática del president y Puigdemont, aun siendo elegido presidente, no podrá ejercer, al impedir los jueces que tome posesión de su cargo

Estas fuentes aclaran que el magistrado no puede vigilar cada acto o palabra que lleven a cabo los presos en la cámara catalana para confirmar si existe reiteración delictiva y los detenidos siguen actuando con el objetivo de declarar unilateralmente la independencia.

Mientras, el TC también tiene diseñada su estrategia para impedir el voto telemático de Puigdemont y de los consejeros que le acompañan en Bélgica, aunque los magistrados tendrán que esperar a que la mesa del Parlament comunique si acepta el voto a distancia de los fugitivos. En el caso de que lo permita, el Constitucional suspenderá inmediatamente la votación de Puigdemont como president de la Generalitat. El alto tribunal ya tiene en su mesa los recursos presentados por Jordi Sánchez y Jordi Cuixart contra el auto de prisión que dictó contra ellos la jueza de la Audiencia Nacional Carmen Lamela. Esta semana, el TC decidirá acumular ambas demandas, pero aún tardará otros 15 días en resolver si las admiten a trámite.

En un principio, los togados estaban tentados de rechazar estos recursos para dejar claro que el ingreso en prisión de los “Jordis” cumple con los cánones constitucionales. Sin embargo, ahora se inclinan por admitirlos para retrasar lo más posible la inevitable “internacionalización” judicial de este proceso, que se iniciará cuando los presos pidan amparo al Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo. Esta posición es compartida por el Supremo y la fiscalía, según fuentes jurídicas.

El TS no va a autorizar que Junqueras y los otros diputados presos acudan al Parlament ante la imposibilidad de comprobar que no reinciden en actuaciones delictivas

Lo más probable es que mientras el TC resuelve estas demandas, Llarena dicte el auto de procesamiento por rebelión contra Puigdemont y los otros 27 imputados. Será en ese momento cuando los investigados que aún sigan en prisión pierdan su acta de diputado. De ahí que en el caso de que, antes de ir a juicio el próximo otoño, Oriol Junqueras -que aún no ha acudido en amparo ante el Constitucional al presentar un incidente de nulidad en el Supremo contra el auto de prisión-, Jordi Sánchez, Joaquim Forn, e hipotéticamente Puigdemont, quieran salir de prisión y disfrutar de unos meses de libertad, tendrán que renunciar voluntariamente al acta y a seguir participando en la vida política.

Con este guion, la escena final parece arrastrarnos hacia la esencia del más puro jesuitismo, pues, como dijo el escritor italiano Cesare Pavese, “hasta sacrificarse o renunciar es un problema de astucia”. 

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