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Análisis

Sánchez, Corbyn y el rumbo de las izquierdas

Jeremy Corbyn, líder del Partido Laborista británico

Ya le habría gustado a Pedro Sánchez ser Jeremy Corbyn. No por guapo, que en eso Ken Schz está a años luz del líder laborista británico, a quién, al principio, tanto le costó ponerse una corbata que Cameron sacó a su madre durante una sesión de control para reprochárselo —"Póngase un buen traje, ajústese la corbata y cante el himno nacional"— sino por lo que ha logrado Corbyn en el Partido Laborista a pesar de los esfuerzos de los Blairites (léase Susana Diaz y Felipe González) para defenestrarlo. Nada de eso, han vuelto a decir los militantes, respaldándolo por segunda vez en doce meses e incluso otorgándole más apoyo (61,8%) en 2016 que en 2015 (59,5%). Ante los mismos retos existenciales para el socialismo europeo en este Siglo XXI, en Reino Unido en los últimos meses ha vuelto el debate feroz sobre filosofías y fines políticos socialistas, el hablar de trotskistas y entristas, con comparaciones a la famosa batalla de Kinnock con Militant en los años ochenta incluidas. Para entendernos, es como si Podemos formara parte del PSOE, en vez de haber aparecido de la nada hace dos años. Allí ni siquiera los Blairites más enloquecidos habrían organizado un golpe de palacio como el que hemos presenciado esta semana en España para quitar a su propio líder y volver a colocar a Theresa May. Impensable.

Ambos países volvieron a elegir a fuerzas conservadoras tras estallar la crisis financiera: los británicos a Cameron en 2010, gracias al acuerdo con Clegg, y los españoles a Rajoy en 2011

En ambos países, los dos partidos socialistas han evolucionado a la baja en los últimos 20 años. En Reino Unido, el Partido Laborista ha pasado de 418 diputados en 1997 (Blair) a 413 en 2001 (Blair), 356 en 2005 (Blair), 258 en 2010 (Brown) y 232 en 2015 (Miliband). En España en el mismo periodo, el PSOE ha ido de 141 diputados en 1996 (González), a 125 en 2000 (Almunia), 164 en 2004 (Zapatero), 169 en 2008 (Zapatero), 110 en 2011 (Rubalcaba), 90 en 2015 (Sánchez) y 85 en 2016 (Sánchez). Ambos países volvieron a elegir a fuerzas conservadoras tras estallar la crisis financiera: los británicos a Cameron en 2010, gracias al acuerdo con Clegg, y los españoles a Rajoy en 2011, con mayoría absoluta. En el Reino Unido, sin embargo, no hubo ni 15M ni luego Podemos. Aún así, ante las mismas fuerzas y tendencias mundiales, en Gran Bretaña el Pablo Iglesias inglés está al mando del Partido Laborista, respaldado por sus militantes, y aquí los poderes fácticos, esos que el líder de Podemos llama La Casta, acaban de impedir a Sánchez llevar al PSOE por los mismos derroteros. Visto así, podríamos decir que el PSOE se ha apeado del tren de la historia de las izquierdas, habiéndose acobardado frente al huracán en el horizonte. En RU, queda por ver en unas elecciones generales, con Corbyn al mando de los laboristas, si la decisión colectiva de los militantes ha sido sabia o si les ocasionará un colapso histórico. Si May no las convoca antes —complicado ahora tras la aprobación de la Ley de Parlamentos Fijos en 2011— los Corbyinstas tienen casi cuatro años, hasta el 2020, para preparar el terreno.

Mientras, aquí y allí, la derecha seguirá gobernando ante la incapacidad de la izquierda de organizarse y ofrecer esa promesa nueva, ese algo mejor, a una cantidad suficiente de votantes. Allí Theresa May intenta dar sentido práctico a la palabra Brexit, un reto absolutamente histórico, y aquí Mariano Rajoy podrá elegir si prefiere gobernar en minoría gracias a la abstención del nuevo PSOE directamente o convocar en algún momento oportuno terceras elecciones para darle al Partido Socialista la estocada final como fuerza política relevante durante unos años. La tentación será mayor y el riesgo mínimo, incluso para Rajoy, tras el bochorno en Ferraz. Previsiblemente, y de manera inminente, tocará seguir con los recortes y los esfuerzos económicos aconsejados por Bruselas, al menos de fachada.

Igual que millones de españoles y votantes socialistas, de repente no tengo ni idea de lo que significan las siglas "PSOE", de los valores que representan, del proyecto que ofrecen

En ambos países, las tendencias mundiales y el contexto particular de cada nación ofrecerán a Corbyn e Iglesias la oportunidad de articular una nueva respuesta desde la izquierda. Desconozco si el Partido Socialista Obrero Español será capaz de remontar y redefinirse ante los electores aquí; el daño a la marca y la división desde el miércoles han sido mayores ("el partido está roto", dijo Pérez Tapias; estaban "matando al PSOE", según Susana Diaz). Igual que millones de españoles y votantes socialistas este fin de semana, de repente no tengo ni idea de lo que significan las siglas "PSOE", de los valores que representan, del proyecto que ofrecen o de por qué uno debería votar o apoyarlas. Tras el cese de Sánchez—que sí, al final la portada de El País tenía razón, nos guste o no, pero de eso podemos hablar otro día—no habrá escisión pero el partido seguirá partido en dos. ¿Es de izquierdas? ¿Es socialista? ¿Es obrero? ¿A dónde nos llevarían? I don't know. Y ellos tampoco.

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