Quantcast

Análisis

El espíritu de Arriola revolotea de nuevo sobre Moncloa

Mariano Rajoy, presidente de España

"No me debo enfadar en público". La confesión de Rajoy en Tele 5 evidencia el tono con el que el presidente del PP pretende que se maneje su partido durante la campaña electoral del 21D. Al más puro estilo Arriola, el gurú de los populares que ha asesorado campañas, negociaciones, acuerdos durante más de dos décadas. El arriolismo consiste básicamente en evitar el tono agresivo, eludir el cuerpo a cuerpo, huir de los enfrentamientos agrios... En suma, ofrecer la imagen de un partido mesurado y con perfil de Estado. Este es el tono que Rajoy quiere para la campaña catalana. Se enseñarán los dientes cuando corresponda. Pero no por norma. 

Arriola negoció con José Enrique Serrano, aúlico asesor de Felipe González y ahora diputado socialista, la forma de abordar el 155, ese monstruo insondable al que todos, en especial la Moncloa, parecía temer. Un mes después de su aplicación, nada ha pasado. Rajoy, alentado por Merkel y los grandes capos de la UE, implantó el 155 con la vaselina de las elecciones anticipadas. Los independentistas pusieron sus ojos en el dedo de las urnas y se olvidaron de mirar a la luna de la intervención. Una jugada maestra. De momento. El 22D se verán las consecuencias. 

Apenas se ha mencionado ahora desde el PP ese aniversario del 155. Pese a que está funcionando en forma correcta, sin apenas contratiempos ni incidentes, Rajoy tan sólo lo ha esgrimido en una ocasión para jalear su propia valentía y su arrojada decisión. Tan poco caso se le hace al famoso artículo en la cúpula popular que incluso en sus propias filas se comenta, en privado que "parece que sea cosa de Ciudadanos y no nuestra". Albert Rivera, en efecto, pugnó con intensidad por la aprobación de medida, mediante la cual, el Gobierno asumía las responsabilidades políticas y administrativas en Cataluña. La Generalitat desaparecía y Sáenz de Santamaría se quedaba al frente del negociado. Con delicadeza. Prudencia, como se comprobó en la jornada de huelga general convocada por un sindicato minúsculo de corte radical. No podía ocurrir otro 1-O. Nada de porras. 

Serenidad y firmeza

No hacer ruido en Cataluña, no meter miedo, no alimentar la sombra del 'partido gendarme', del centralisrmo 'opresor', no dar argumentos al contrario. Aunque les llamen carceleros, fascistas, franquistas y hasta golpistas. No se levanta la voz más que lo justo.Y si hay que ir a humillarse a TV3, se va. 

Sea o no porque el 'espíritu arriolesco' se ha instalado en la estrategia de Moncloa, el caso es que los expertos demoscópicos auguran por ahora un resultado poco esperanzador para los populares. Y eso a pesar de que su candidato, Xavier García Albiol, está desarrollando una precampaña "de libro, está mejor que nunca, correcto, sereno pero implacable con los separatistas", dice una fuente de Génova. Hay quien le ve con las manos atadas.

Rajoy acude este sábado a Cataluña, en una de las varias comparecencias que el presidente popular tiene previsto efectuar a esa región durante la campaña. No incurrirá en grandes sorpresas ni en promesas de impacto para potenciar el perfil de su formación. Recordará, eso sí, que con el 155 ha vuelto la normalidad a Cataluña y que con los secesionistas tan sólo hay fuga de empresas y pobreza. No acompasará el Gobierno estas semanas previas a los comicios con la puesta en práctica de decisiones especiales ni sacarán conejos de alguna chistera. "No hay que dar la imagen de injerencia en la Comunidad, tan sólo hay que recordar que todo lo que se ha hecho hasta ahora es por el bien de toda la sociedad, incluidos aquellos que votan a los separatistas", señala un fuente de Moncloa. 

El debate del Cupo vasco

Algunos dirigentes del PP dan por hecho que el resultado del escrutinio aparece envuelto en brumas. Se supone que no habrá mayorías absolutas y no ven fácil la posibilidad de que se forme un gobierno constitucionalista en torno a Inés Arrimadas, la líder del partido que aparece en cabeza en este segmento del electorado. Ciudadanos ha asumido el papel del partido nacional más beligerante con el independentismo, está sacando adelante denuncias ante la Junta Electoral con asuntos tan sensibles como la manipulación de TV3 o las pancartas de Ada Colau en favor de los denominados "presos políticos". Ciudadanos lleva a cabo el antiarriolismo como norma. A los separatistas no se les pasa ni una.

Hay factores, además, que actúan en forma negativa para los intereses del PP. En especial, algunos que tienen lugar fuera de Cataluña, como el debate sobre el adoctrinamiento en las aulas catalanas, celebrado en el Congreso, o la aprobación del Cupo vasco. La devolución de los bienes del monasterio de Sijena, en respuesta a una disposición judicial, es el único rasgo heroico que, hasta el momento, y al margen el 155, ha adoptado el Ejecutivo de Rajoy. Pecata minuta para contener la fuga de votos hacia Ciudadanos.

"Esta forma de proceder, con tanto sigilo y tanto mimo en la campaña nos hacen daño, pero no hay que olvidar que somos el partido del Gobierno y que hay que asumir situaciones que, aunque electoralemente nos pasan factura, ¡no hay más remedio que apechugar con ellas!", señala una fuente del PP catalán. Es el espíritu de Arriola, que parece haber vuelto aunque, en verdad, nunca se había ido.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.