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Análisis

Rajoy y Sánchez: una distancia infinita

El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy (i), y el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez.

Diálogo imposible. Bloqueo institucionalizado. El encuentro entre Rajoy y Sánchez será el último mano a mano hasta la investidura o las nuevas elecciones. Ni se entienden ni se soportan. La gran coalición, al despeñadero.

'Si hay que ir, se va. Pero ir pa ná'... Rajoy y Sánchez no atendieron al popular latiguillo de José Mota y se encontraron veinte minutos en un inhóspito rincón del Congreso para constatar que no hay nada que hablar. Ni que hacer. Lo previsto. Lo anunciado. Lo sabido. Bloqueo absoluto entre los líderes las dos fuerzas más votadas en los últimos comicios. Ni puentes, ni diálogo, ni muestra alguna de intentar algún tipo de aproximación. La constatación de un imposible.

Nadie puede pensar a estas alturas que la posibilidad de armar ese gobierno de gran coalición que defiende Mariano Rajoy con argumentos impecables, esté hoy más cerca de convertirse en realidad que hace dos días. Todo lo contrario. El presidente en funciones detalló lo hablado con el líder del PSOE: Londres, refugiados, cumbre europea... Un menú surrealista. De lo que de verdad importa, peccata minuta. "No me preguntó…", "no le comenté...", "nada dijo...". Y sí. Nada entre dos platos. 

Un presidente petrificado

Rajoy está petrificado. Apenas se ha movido en el último mes y medio, desde el desastre electoral. Y cuando lo intenta, el tiro sale por la culata. El jueves, con Rivera, mero artificio, castigado luego por Rivera que volvió a reclamar su jubilación. Con Sánchez, la incomunicación insondable, profunda, eterna... al estilo de Antonioni. La mera constatación de que Rajoy y Sánchez no van a dar un paso juntos, por más emergencias que asomen desde Bruselas, Cataluña o el Islam. El presidente en funciones no descarta presentarse a la investidura. Dos veces lo ha rechazado. Puede haber una tercera ocasión, pero ya sin Sánchez de por medio.

Podemos le aguarda con el cartapacio de las exigencias bajo el brazo. Los separatistas vascos y catalanes harán lo que se tenga que hacer para arrojar al PP al despeñadero

Sánchez apareció tranquilo, más presidente 'in péctore' que nunca. De hecho, ignoró a Rajoy, con un desprecio superlativo, no hizo mención al desencuentro del saludus interruptus, ni a los escándalos del PP, ni a los siete millones de votos... Sólo anhela ver llegado el momento en que el partido más votado pase a la oposición. Sánchez habló tan sólo de su plan, de su gobierno, ya no monocolor, sino trasversal, con 'perfiles independientes y de prestigio". ¿Y eso qué es? Esa mañana había hablado de que podría incluso presidir un pentapartito. Toda una proeza sin precedentes en la política nacional.

Por la tarde, en el Congreso se mostró más mesurado, pero igualmente decidido a llegar a La Moncloa. "Gobierno de progreso, fuerzas del cambio". La insistente letanía. Los barones le van a permitir que lo intente. Podemos le aguarda con el cartapacio de las exigencias bajo el brazo. Los separatistas vascos y catalanes harán lo que se tenga que hacer para arrojar al PP al despeñadero. Sánchez pretende borrar lel fantasma de los comicios anticipados de la faz del calendario. Ayer demostró que mantiene la iniciativa. Exigió que Rajoy fuera el primero en comparecer ante los medios, como los debutantes, como los teloneros. Se mostró luego muy convencido de sus propósitos y exhibió una pose entre suficiente y tranquila. 

'Ir pa ná', en efecto, fueron 'pa ná'. Y no volverán. No cabe pensar en que Rajoy y Sánchez vuelvan a celebrar otro mano a mano hasta que alguno de ellos sea investido presidente. No se soportan. Se diría incluso que llegan al odio personal. Siguen pensando lo mismo el uno del otro. "Indecente" y "ruin".

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