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Análisis

Charlie será el Hipercor de Al Qaeda

Manifestaciones en París tras los atentados yihadistas.

En la historia de cualquier grupo terrorista (ETA, IRA, Sendero Luminoso, FARC...) se produce una inflexión después de un atentado en el que sus víctimas causan a sus siglas mayor derrota que éxito. ETA lo vivió con Hipercor, con los asesinatos de Yoyes, del sargento de la Ertaintza Joseba Goikoetxea, del dirigente popular Miguel Ángel Blanco... ¿Por qué? Porque cada atentado en el que ETA ampliaba su círculo de víctimas extendía igualmente el anillo de sus detractores.

Cuando ETA mató a un nacionalista puro como Goikoetxea, los fieles del PNV advirtieron que ya no estaban fuera de su diana mortífera. Cuando liquidó a una exdirigente de ETA como Yoyes, batasunos y etarras comprendieron que su organización, al igual que la mafia siciliana, no admitía jubilaciones ni años sabáticos. Cuando vieron todo un supermercado masacrado por el solo delito de comprar una barra de pan aquel día, muchos vascos pensaron que su patria no valía tal guerra contra seres indefensos.

Y llegó un momento en el que fueron mayoría los vascos que veían en ETA un peligro para todos.

Decenas de policías y guardias civiles muertos antes les habían dejado indiferentes. Un dolor presente en la motivación de todo desmán policial. La soledad les hacía ver enemigos en todo vasco y les eliminaba dudas morales al buscar atajos ilegales. 

ETA no dejó las armas por la eficacia policial. Las Fuerzas de Seguridad siempre fueron igual de incisivas y tenaces, incluso bordearon la ley durante años para ganar en efectividad (con torturas, secuestros y asesinatos) lo que luego perdían en legitimidad.

¿Cuándo empezó a perder la guerra ETA? El día que un vasco nacionalista reprobó su existencia. Con un argumento muy simple: no matas en mi nombre, ni en el de mi patria

¿Cuándo empezó a perder la guerra ETA? El día que un vasco nacionalista reprobó su existencia. Con un argumento muy simple: no matas en mi nombre, ni en el de mi patria. El día en que los vascos de Gesto por la Paz salieron a la calle. El día en que un bar donostiarra dejó de invertir el diario en la barra para ocultar la imagen del atentado de la portada.

En suma, cuando los vascos empezaron a combatir o hacer frente a los vascos que asesinaban. Fue el mayor apoyo policial imaginable.

El estúpido debate del 11M 

El 11M produjo un estúpido y estéril debate entre partidos sobre si fue o no ETA su autora: ni el PP debió negar la evidencia (mil zulos reventados después no se halló ningún documento que apuntalara su tesis) ni el PSOE debió acobardarse ante tal despropósito. Porque la respuesta era fácil: prueben que ha sido ETA. Y, en todo caso, se habría  producido el mayor atentado de ETA bajo su mandato. ¿Era mejor epitafio político para el PP?

Ojalá hubiera sido ETA. Porque habría sido su tumba política. Si la sociedad vasca y española ni siquiera le toleró un atentado de una magnitud cien veces menor como el de la T4... una matanza como el 11M le habría privado de toda alforja negociadora y de todo apoyo social.

Uno de los agentes abatidos era musulmán. Y su hermano, también musulmán, lo dejó claro al condenar a los terroristas: "Lo han matado unos locos, y los locos no tienen religión ni raza"

Y en la matanza de París se dan notables conexiones con los atentados que se le volvieron en contra a ETA. Uno de los agentes abatidos era musulmán. Y su hermano, también musulmán, lo dejó claro al condenar a los terroristas con un discurso humilde pero digno de un estadista: "Lo han matado unos locos, y los locos no tienen religión ni raza". El empleado que salvó la vida de varios rehenes en el supermercado del múltiple secuestro también era musulmán.

Los musulmanes se han sentido víctimas de musulmanes. Y les han hecho frente.

He visto proclamas de musulmanes contra yihadistas en París, en Madrid... Pero lo relevante no es que se produzca este ataque de musulmanes contra musulmanes radicales, siendo algo revolucionario ya históricamente.

Lo rompedor es que esta imagen de protestas de islamistas contra yihadistas llegará a cada país talibanizado y, por eficaz que sea la censura, este inquietante dilema se colará en sus mentes: ¿por qué musulmanes como yo no aplauden la acción heroica de mis mártires? ¿Son todos infieles o renegados en Europa o no todo está permitido en nombre de la guerra santa?

Fisuras en Pakistán

Un miembro de Charlie Hebdo se quejaba de que hoy le llega la solidaridad de Pakistán cuando antes le enviaban condenas. Pero tal periodista parece olvidar que antes de la muerte de sus compañeros los yihadistas masacraron una escuela infantil en Pakistán..., y eso también generó fisuras en el mundo musulmán paquistaní. Y por eso Pakistán, un sector obviamente, ya ve con otros ojos esta acción en París.

Pero el declive de un grupo terrorista es muy lento. Hacen falta muchos errores. Muchos atentados despiadados que conmuevan las conciencias islamistas. Unas conciencias que acaso antes no se alarmaron por el derrumbe de las torres gemelas el 11S, ni por el asalto a un cuartel norteamericano..., pero matar a unos dibujantes o a unos niños en Pakistán es más complicado de digerir y de justificar.

Esta lenta revolución interna es la mayor esperanza contra el yihadismo. Por eso, una política inteligente antiterrorista no debe retratar los errores que cometió España en Euskadi frente a ETA: tratar a todos los vascos como sospechosos.

Pugna por el mejor plan antiyihadista

Ahora que PSOE y PP pugnan por el copyright del mejor plan antiyihadista convendría repasar la filosofía que debe presidir una lucha eficaz antiterrorista. Lo malo de cualquier recorte de libertades no es que España rebaje el grado de su democracia para combatir asesinos.

Lo grave es que si los musulmanes que aman España, o al menos no son hostiles, se sienten especialmente vigilados, controlados o vejados por su religión...se les inoculará la duda de si el Gobierno español ya les ha asignado un bando en esta guerra.

Porque esta alta política tiene una clara traducción policial: en la medida en que los vascos dejaron de sentirse víctimas del Estado y vieron en ETA a los únicos verdugos, la organización terrorista cada vez tuvo más difícil hallar colaboración para encontrar casas donde ocultarse, alojar explosivos, enviar mensajes o recibir chivatazos sobre objetivos. Al contrario, comenzaron las delaciones, se boicoteó tanto como el valor permitía el pago del impuesto revolucionario y bajó el reclutamiento de etarras. Ya no era una distinción social enrolarse.

Nadie les veía ya como gudaris. Y sabían la guerra perdida. Una guerra confusa en la que sus simpatizantes, con algunos juegos malabares, también les pedían dejar las armas.

Todo esto debe hacerse llegar al mundo islamista moderado. Hay que lograr como mínimo su neutralidad y, como máximo, su implicación denunciando cuanta conducta delictiva conozca

Todo esto debe hacerse llegar al mundo islamista moderado. Hay que lograr como mínimo su neutralidad y, como máximo, su implicación denunciando cuanta conducta delictiva conozca. No hay mejor arma policial que tal apoyo. Por otro lado, dados los groseros errores policiales que precedieron el 11M, cuesta pensar que la lucha antiterrorista no es más eficaz por supuestas trabas legales.

Antes del 11M se seguía al comando autor de la matanza pero por escasez de efectivos se le dejó de controlar en vísperas del atentado para vigilar la zona donde se iba a casar el entonces príncipe Felipe, se desoyeron pinchazos donde algunos implicados mostraban su vínculo con el tráfico de explosivos; se dejó pasar una alerta sobre el chalé donde se confeccionaron las mochilas de la muerte; se obviaron las reiteradas alarmas del CNI... Habría bastado con que Gobierno y policías hubieran hecho bien su trabajo. No lo hicieron. Y no por falta de leyes ni pinchazos.

Algunos policías se quejan de que llevan pruebas para elaborar explosivos de comandos islamistas ante el juez y donde ellos ven componentes letales la justicia sólo ve detergente. Es posible que algunos magistrados fueran más dóciles contra ETA. Pero quejarse del árbitro y del reglamento para ganar el partido está feo.

Y es poco creíble que se vencerá en esta guerra a base de controlar millones de entradas/salidas de España y millones de transacciones económicas o dejando manga ancha para los pinchazos. Por varias razones, porque para rastrear todo y escuchar todo, ya están los servicios secretos norteamericanos que luego, amablemente, comparten tal información con España. Los jueces no son contrarios a pinchar teléfonos (lo prueban diariamente los cientos de casos de corrupción que afectan a personalidades más relevantes que cualquier yihadista). Lo hacen diariamente si se les fundamenta.

Pero los jueces refutan una grabación preventiva y global a ver qué sale. Y para controlar las operaciones sospechosas ya existen mil normas que permiten tal reto. Pero, encima, resulta que los terroristas islamistas no usan los bancos. No hubo una sola transacción bancaria en el 11M. Usan la entrega en efectivo o el hawala, sistema opaco de transferencias no bancarias entre supuestos negocios.

Menos pinchazos, más intérpretes

¡Y ay del Ministerio del Interior si los jueces le diesen tantos pinchazos como desea! Apenas tiene traductores para descifrar las que ya hace, mal que ya padecía antes del 11M. Un volumen desproporcionado de información (entradas/salidas; transferencias pinchazos a la carta), si no se posee capacidad para gestionarla, no hace la lucha antiterrorista más eficaz, opinan mandos y expertos de tal lucha.

Tampoco parece muy inteligente criminalizar a los usuarios de webs radicales porque eso llevaría a prisión a no pocos expertos sobre islamismo que están diariamente en la televisión española. Y la apología del terrorismo ya existe si se trata de combatir mensajes criminales.

Lo que debería hacer el Estado español es apología del islamismo moderado. Ampliar sus bases de información en tal sustrato. Convencer a los musulmanes de que se comparte un hogar común frente a un enemigo común. Marruecos mucho puede ayudar en este camino. En primer lugar, controlando qué imames disemina y financia por España. Parafraseando el dicho del embajador inglés ante las manifestaciones que le organizaba el franquismo: no me envíe más agentes, envíeme menos clérigos fundamentalistas. En segundo lugar, rompiendo el muro que le separa de Francia por los intentos galos de procesar a dirigentes de sus servicios secretos. Marruecos debe entender, sin duda entiende, que su estado también está en peligro.

En esta causa mucho se gana cuando un ministro español como el titular de Exteriores, José Manuel García-Margallo, hace gala de tanto valor al visitar Gaza y, en medio de los escombros, insta al levantamiento del bloqueo fronterizo y al reconocimiento del estado palestino.

Ojalá le siguieran algunos diarios españoles que titulan la "jornada más sangrienta en Gaza". ¿Más sangrienta para quién? Ese día murió un centenar de palestinos (entre 120 y 157), en su mayoría civiles, frente a 13 soldados israelíes. Esa jornada fue, sobre todo, sangrienta para los palestinos. Ocultarlo es un insulto a la aritmética. Ni defiende a Israel ni nos otorga credibilidad frente al mundo musulmán.

Ese día los muertos palestinos sumaban ya 469. Tres de cada cuatro eran civiles y más de uno de cada cinco, niños. Los soldados israelíes muertos alcanzaban así los 18. Israel, puesto que era su jornada más mortífera, logró colar en no pocos diarios que era la jornada más mortífera en general. E impuso las fotos de sus muertos. Son terribles 13 muertes, pero frente a 120 o 150 no merecen tal título equidistante.

Esa manipulación facilita la simplificación cuna de tanto yihadista: occidente es cómplice de la barbarie que soportamos, luego merece nuestras bombas. Y en este capítulo, todos los desmanes militares israelíes son un escaparate permanente y su mejor banderín de enganche.

Debemos combatir las agresiones inhumanas que provoca y recibe Israel, que debe retirarse a las fronteras marcadas por la ONU. Es el ovillo del que nació todo el radicalismo musulmán que derivó en terrorismo.

Luego llegaría la financiación norteamericana de los talibanes, con Osama Bin Laden a la cabeza, para combatir a los rusos en Afganistán. Por eso, en esta encrucijada nacional e internacional, urge más no cometer errores que marcarse dudosos aciertos.

Los islamistas deben saber que en España y en Europa caben todas las religiones que no matan ni mutilan los derechos humanos

Los islamistas deben saber que en España y en Europa caben todas las religiones que no matan ni mutilan los derechos humanos. Y esto excluye cualquier concesión sobre la igualdad de la mujer. Ahí no caben guiños al islamismo con concesiones sobre unos derechos que costaron siglos conquistarlos. O sobre la libertad de expresión. Nada de eso es negociable.

La tabla de los mandamientos europeos está escrita en la declaración universal de los derechos humanos surgida precisamente en París. Es una religión innegociable, pero habitable para cualquier fe que no la transgreda. Y sirve para que ninguna religión aplaste a un ser humano.

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