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Análisis

China se hará vieja antes de hacerse rica: la ley del segundo hijo llega tarde

Una pareja china con su hija

"2-4-8". Dos personas (un matrimonio) que deben cuidar de sus cuatro padres y ocho abuelos, o los que aún queden con vida. Es una frase popular en China con la que se describe la terrible tensión económica que padecen las parejas jóvenes del país. La deferencia hacia los mayores, unida a la precariedad de las pensiones, les obliga a realizar esfuerzos enormes. Es una sociedad que demográficamente tiene forma de pirámide invertida. Parte de la culpa la tiene la ley que prohíbe tener más de un hijo. Mientras que en otros lugares esa carga se reparte entre varios hermanos, los chinos casi siempre son hijos únicos que han de ganar lo suficiente para cuidar de sus ascendientes, y ello en una sociedad que se está volviendo extremadamente cara.

Con esos guarismos, 2-4-8, se puede explicar por qué la derogación este jueves de la ley del hijo único en China ha llegado demasiado tarde. A estas alturas y con este coste de la vida, muy pocas de esas parejas sobrecargadas económicamente desean tener más de un descendiente. Hay ya pruebas de ello: piénsese, por ejemplo, en la excepción a la política del hijo único que ya existe para las parejas formadas a su vez por hijos únicos. A ellos se les permite ir a por el segundo. Pues bien: sólo un millón del total de 11 millones de posibles beneficiarios de este permiso se han lanzado a tener más de un retoño. Simplemente no pueden mantenerlo.

Una ley vieja superada por la realidad

La ley del hijo único dictada por el Partido Comunista Chino en 1979 ha sido dura, extrema, y sobre todo iconográfica de la sociedad creada por la prole política del dictador Mao Tse-Tung. Es la intervención del Estado por antonomasia, entrar en las alcobas de sus ciudadanos, la que ha provocado el aborto de un número incalculable de niñas. Pero también ha sido la que ha permitido en parte sacar adelante y alimentar a centenares de millones de chinos en un país que por entonces sufría de pobreza africana.

Ha sido el insufrible coste de la vida el que ha servido de anticonceptivo a las parejas jóvenes del país

El problema es que el golpe de timón se ha hecho demasiado tarde. Desde hace muchos años, más de una década, ha sido el insufrible coste de la vida el que ha servido de anticonceptivo a las parejas jóvenes del país. China, sobre todo sus ciudades, se están volviendo demasiado caras para vivir. En lugares como Pekín el metro cuadrado se cotiza más que en la media de Madrid. Tener descendencia, y pagarles educación y sanidad, es simplemente prohibitivo. Ya da igual que el Partido permita concebir uno o dos vástagos: es la cartera la que decide.

“Este cambio de leyes difícilmente modificará la política real de planificación familiar en el país”, explica a Vozpópuli desde Pekín Ma Junjie, del Unirule Institute of Economics de Pekín: “La idea de los jóvenes de que los hijos son una carga demasiado pesada sigue ahí. El cambio ha llegado con demasiado retraso”.

En la misma línea apunta el informe “Se necesitan demasiados pañales… de adulto”, de la consultora hongkonita Natixis. “Eliminar la política del hijo único no sólo es bueno, sino absolutamente necesario para China. Desgraciadamente, llega demasiado tarde y, lo que es más importante, no va a tener un impacto positivo inmediato. Por decirlo claramente: en el mejor de los casos, el ratio de dependencia (entre población activa y pasiva) va a empeorar durante los próximos 20 años, y esto asumiendo que realmente la tasa de natalidad suba en China. Porque no podemos olvidar que tener hijos en China es cada vez más caro”, explica.

El envejecimiento es ya una tendencia casi irreversible. La prueba está en los números. Hoy, el 15% de la población china es mayor de 60 años. Los pronósticos más pesimistas proyectan que esta cifra se acerque en 2050 al 40% y Naciones Unidas la sitúa en alrededor del 25% para esa fecha. Mientras, la población en edad de trabajar desciende: habría alcanzado ya su pico de 1.000 millones de personas en 2010, y caería por debajo de los 600 millones en 2100, con una población entonces de poco más de 1.000 millones.

“El PCCh ha tomado esta decisión para intentar hacer la situación económica simplemente sostenible”, argumenta desde Pekín Alberto Lebrón, de China Capital. “Tienes a muchos mayores que demandan gasto social y médico. Eliminar la política del hijo único es una necesidad, un último intento de fomentar un baby boom, pero no se ha hecho a tiempo”.

Con la política del hijo único se estima que se han evitado 400 millones de nacimientos, que ahora serían una base importante de mano de obra para el PIB. En los primeros tiempos contuvo el crecimiento de una población que no podía alimentarse a sí misma. China cuenta con sólo el 10% de la tierra cultivable del mundo para alimentar al 20% de la población.

Va a llevar décadas revertir la distorsión poblacional creada

“El movimiento del país para terminar con la política del hijo único es histórico, pero va a llevar décadas revertir la distorsión poblacional creada: desde la desmedida proporción de ancianos a la menguante población activa, pasando por el ratio disparatado hombre/mujer”, explica a Vozpópuli Leta Hong Fincher, del Centro para Estudios Chinos de la Chinese University of Hong Kong. “Muchas parejas chinas dicen que no pueden permitirse tener dos hijos porque la vida se ha vuelto demasiado cara en las ciudades; para muchos matrimonios acomodados urbanos el tener un hijo, o ninguno, se ha convertido además en una decisión de modo de vida”.

Existe una tendencia en las redes sociales chinas como Weibo, el Twitter chino: las quejas de muchos ciudadanos en edad de merecer que no encuentran pareja. Hay 120 hombres por cada 100 mujeres. En el origen está la preferencia atávica por el varón, y la historia de abortos selectivos en el país. Esto ha creado un auténtico ejército de solterones, una especie de generación perdida: hay 34 millones más de hombres que de mujeres. Es otra de las derivadas que ha tratado de solucionar, como siempre por decreto y quizá demasiado tarde, el Partido Comunista Chino.

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