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Análisis

La campaña electoral más televisiva de la historia: todo vale para ganar votos

Jesús Calleja y Soraya Sáenz de Santamaría

Hubo un tiempo en que los portavoces del PP abandonaron las tertulias televisivas. En el cuartel general de la calle Génova se decidió que los suyos dejaran de debatir con rivales políticos, intelectuales de más o menos relumbrón y presuntos gurús de la economía ante el supuesto daño que les habían infringido desde estos programas, a los que se consideraba altavoces de la izquierda radical y vivaces transmisores de los casos de corrupción que afectan a sus miembros más díscolos. Los líderes del partido dedujeron que la mejor forma de no desgastarse pasaba por no bajar a la arena. Por alejarse de los platós y no participar en ese tipo de refriegas. Esa estrategia cambió después de las elecciones autonómicas, cuando los populares analizaron sus resultados y comprobaron que nada bueno podrían obtener con esa conducta. Sus representantes abandonaron entonces su guarida y retornaron a los canales de Atresmedia y Mediaset para expresar sus opiniones. Incluso Mariano Rajoy accedió a ser entrevistado. Eso sí, por periodistas afines o, al menos, poco peligrosos.

En las últimas semanas, la presencia de los candidatos del PP en las cadenas públicas y privadas se ha multiplicado, y no sólo en programas informativos, sino también en los de entretenimiento o del corazón. Al igual que el resto de los partidos, los populares se han dado cuenta de que este medio de comunicación jugará un papel clave en la campaña electoral que preludia a los comicios que romperán el bipartidismo y han preparado apariciones en espacios de toda índole. A las entrevistas se va para exponer propuestas, a los debates para defender el programa, a magacines como el de Pablo Motos para demostrar cercanía con los jóvenes; y al corrillo de cantantes de otra época y periodistas del colorín dirigido por María Teresa Campos -que se ha convertido en una cita obligada-, a exhibirse como el yerno perfecto ante una audiencia en la que abundan los jubilados.

Durante las últimas semanas, se ha podido ver a Rajoy cocinando, a Sánchez jugando al baloncesto, a Iglesias tocando la guitarra y a Rivera lanzando pelotas de tenis

De la importancia de la televisión puede dar buena cuenta Podemos, partido que eclosionó al calor del 15-M y se desarrolló gracias al amplio espacio del que gozó en Cuatro o en La Sexta. Los utópicos y bienhablados profesores de universidad que encabezan el partido morado ilustraban al espectador mañana, tarde y noche sobre las injustas prebendas de las que gozaba "la casta parasitaria" y sobre los peligros del neoliberalismo, causante y, a la vez, cómplice de la crisis económica mundial. Desde el Ejecutivo, iniciaron una guerra contra Atresmedia y Mediaset por conceder a Iglesias, Monedero, Errejón y el resto de su troupe un espacio excesivo en sus tertulias, puesto que lo consideraban irresponsable en un momento en que el país necesita estabilidad y reposo para recuperarse del desgaste que le ha ocasionado la crisis económica.

Las empresas de televisión critican esta actitud censora y denuncian la excesiva frecuencia con la que han recibido durante meses llamadas desde Ferraz y Génova para tratar de influir en sus contenidos. Eso sí, no niegan que cometieron este pecado venial. “Una radio pone siempre las canciones de moda, aunque no sean las mejores. Así gana dinero. El negocio es el negocio”, ejemplifica un alto directivo de una de estas compañías.

El gran circo de la televisión

Durante las últimas semanas, se ha podido ver a Mariano Rajoy cocinando mejillones, a Pedro Sánchez jugando al baloncesto, a Pablo Iglesias tocando la guitarra y a Albert Rivera lanzando pelotas de tenis a un colaborador del programa El Hormiguero para tratar de que cayera a una piscina. El objetivo es parecer alguien cercano a los ciudadanos. Alguien que sabe desenvolverse más allá del discurso del Pleno del Congreso y del mitin. "Ser ese político con el que cualquier espectador quisiera irse a tomar una cerveza después de trabajar", aseguran desde una de las televisiones privadas.

Los partidos son conscientes de que esta "humanización" de la figura de los candidatos puede darles votos, como también lo son las televisiones de que su audiencia puede multiplicarse con estas apariciones. El pasado miércoles, Bertín Osborne batió su récord con la entrevista que realizó a Mariano Rajoy en En la tuya o en la mía (23% de share y 4,3 millones de espectadores). En septiembre, cuando Pedro Sánchez fue a El Hormiguero, Pablo Motos también pulverizó su mejor registro hasta ese momento (2,7 millones). Unos días después, a Soraya Sáenz de Santamaría le vieron bailar 3,1 millones de personas en ese programa y recientemente, cuando Pablo Iglesias acudió a este espacio de Atresmedia, congregó a 3,8 millones.

Este sábado, Rajoy acudirá a La Sexta, la cadena más reivindicativa. La de Jordi Évole, Ana Pastor y Antonio García Ferreras. Territorio comanche.

Este sábado, Rajoy acudirá a La Sexta, la cadena más reivindicativa. La de Jordi Évole, Ana Pastor y Antonio García Ferreras. Territorio comanche. Lo hará para contestar varias preguntas formuladas por los ciudadanos sobre temas que, en principio, desconoce. El programa elegido será La Sexta Noche, uno de los máximos responsables del "martilleo" que, según lamentó el pasado mayo, tanto ha afectado a su partido. Donde Miguel Ángel Revilla solía exponer sus recetas de andar por casa para solucionar los grandes problemas macroeconómicos y donde se vio a Francisco Granados, antes de entrar en la cárcel de Estremeda (que él mismo inauguró), solidarizarse con todos aquellos que se indignan al ver "cómo cuatro sinvergüenzas se llevan dinero público a su casa".

Hace unos meses, al PP no se le hubiera pasado por la cabeza que Rajoy pisara La Sexta, como a Pablo Iglesias no se le hubiera ocurrido aceptar una entrevista con Carlos Herrera en la COPE, uno de esos medios a los que aspira a librar de las presiones de los poderes fácticos. De hecho, el líder de Podemos rechazó participar en el programa de Ángel Expósito a principios de 2015. Pero los partidos han dejado a un lado una buena parte de sus prejuicios sobre la televisión y han tomado conciencia de la importancia de este medio de comunicación para tener éxito en su examen del 20 de diciembre. Por eso, antes de los comicios se pasearán por todo tipo de programas. Algunos serios y otros no.

Los espacios que más atención concitarán serán los debates. Nunca ha habido tantos como hasta ahora y nunca los partidos los habían concedido tanta importancia. Este lunes tendrá lugar el que enfrentará en Atresmedia a Soraya Sáenz de Santamaría, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias. El de Soraya contra todos. Al que Rajoy declinó asistir. El miércoles, el que medirá a nueve portavoces de otros tantos partidos. Y el día 14, el cara a cara entre el presidente y el jefe de la oposición. Lo volverá a organizar la Academia de la Televisión de Manuel Campo Vidal y, previsiblemente, lo dotará de un formato rígido en el que no habrá mucho lugar para la improvisación. Una vieja fórmula para los nuevos tiempos.

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