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Análisis

Al borde de la suspensión de pagos: en CDC no entra un duro

Jordi Pujol y Artur Mas, con sus respectivas mujeres.

Convencidos de la importancia del efecto sorpresa para llegar cuanto antes al oasis de la independencia, Artur Mas y su equipo han imprimido tal velocidad al prusés, han mirado con tanto entusiasmo al futuro, que se han olvidado de ese pasado sobre el que se fundamenta el presente. Las tropas del ejército independentista no se han asegurado la intendencia, y están a punto de quedarse sin avituallamiento. El escándalo causado por el descubrimiento de la red irregular de financiación, las famosas mordidas del 3 por cierto, que ha venido sosteniendo el entramado convergente e incluso el independentista –y ahí habría que meter a la ANC y Òmnium Cultural entre otros- ha provocado el cierre de los canales por los que durante décadas transitó el flujo de fondos que ha permitido mantener la costosa red territorial y clientelar tejida en Cataluña por Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) desde los tiempos de Jordi Pujol. “En el partido no entra un duro desde hace semanas, por lo que la falta de liquidez empieza a ser angustiosa. Y no parece que esta situación vaya a arreglarse en el corto plazo, antes al revés, por lo que no va a quedar más remedio que cerrar sedes y venderlas cuanto antes”, aseguran fuentes conocedoras de la situación. CDC tiene ya una quincena de sedes embargadas.

Sorprenden los débiles cimientos de un movimiento que pretende acabar con uno de los Estados europeos más antiguos. Y escandalizan las prácticas de extorsión mafiosa que, ante la indiferencia, cuando no tolerancia, de los Gobiernos centrales han permitido al independentismo engordar sus alas y crecer en osadía hasta llegar al punto de no retorno en que se hallan a día de hoy. Los testimonios de los empresarios extorsionados son abundantes estos días. Lo cuenta un alto cargo de una empresa constructora madrileña del Ibex: “Tras la muerte en marzo de 2005 de Carles Torrent, tesorero de CDC, su sucesor en el cargo, el polémico Daniel Osàcar, heredó de su predecesor un Excel [hoja de cálculo para el trabajo con datos numéricos] muy valioso. Directivos de grandes constructoras madrileñas que pagábamos comisión para lograr adjudicaciones y contratos en Cataluña, figurábamos en la columna del debe de ese documento en el que Torrent dejó cuidadosamente apuntadas las cantidades que nos habíamos comprometido a pagar y que aún no habían llegado a las arcas convergentes. Por eso Osàcar conoce tan bien los despachos de las constructoras madrileñas”.

Escandalizan las prácticas de extorsión mafiosa que, ante la indiferencia, cuando no tolerancia, de los Gobiernos centrales han permitido al independentismo engordar sus alas

“Osácar se dejaba ver por Madrid”, prosigue la fuente, “concertando citas con directivos de grandes compañías del ladrillo e infraestructuras para reclamarles la parte del 3% que no habían liquidado con su predecesor. Se trataba mayormente de comisiones por obras adjudicadas entre los años 2000 y 2005. Don Daniel planteaba amablemente en esas entrevistas que los compromisos que habíamos adquirido con Torrent teníamos que cumplirlos, faltaría más, y no sólo porque las cantidades adeudadas figuraban en el Excel de marras, sino porque del cumplimiento de esos pagos dependía que pudiéramos seguir aspirando a hacer obra en Cataluña en el futuro. Los buenos pagadores seríamos mejor tratados en futuras adjudicaciones, siempre dejando claro, por supuesto, que todo nuevo contrato implicaba pasar por las horcas caudinas de una nueva comisión, naturalmente. Y si quieres saber mi opinión, yo creo que todo el mundo pagó lo que reclamaba el Excel de Torrent, y todos hemos seguido pagando religiosamente. No había otra manera de estar presentes en Cataluña”.

Convergencia ha seguido pidiendo dinero hasta el último minuto, incluso después de los registros efectuados a finales de agosto por la Guardia Civil en la sede central de CDC, calle Córcega, y de la Fundación CatDem, en busca de pruebas del cobro del famoso 3%. La espectacular nueva operación de la Benemérita llevada a cabo el miércoles 21 de octubre en la misma sede de CDC, saldada con la detención de Andreu Viloca, tesorero de CDC, del extesorero Osácar, del director general de Infraestructuras de la Generalitat, Josep Antoni Rosell, y de siete empresarios, entre otros, ha significado el golpe de gracia para las finanzas convergentes. “Su situación es desesperada”, sostiene una fuente policial, “porque el partido necesita esas comisiones para pagar las muchas nóminas que soporta y el sin fin de gastos que origina una estructura muy capilar en toda Cataluña. Alguien ha dicho que Convergencia se había convertido en un yonki de las comisiones y es cierto, un drogadicto que necesita su dosis diaria como el comer, de modo que la situación podría llegar a la suspensión de pagos, porque las aportaciones voluntarias del empresariado nacionalista, que también se han visto muy recortadas por simple precaución y/o miedo, no son suficientes para mantener en marcha la infraestructura del partido”.

La adicción al dinero como enfermedad

Es una adicción al dinero convertida en enfermedad, la misma de la que han hecho gala los Pujol. “Eso es cierto”, asegura un barcelonés perfecto conocedor de los entresijos de la familia, “pero las cifras que se han dado son una exageración. Quienes conocemos bien la aguja de marear en Barcelona ciframos lo que se han llevado en 100 millones, como mucho, que es una barbaridad de dinero en cualquier caso. Los Pujol, empezando por el primogénito Jordi Pujol Ferrusola, eran gente de vuelo corto, quiero decir, de afanar en pequeñas cantidades que, multiplicadas por un número de años, pues dan eso, 100 millones más o menos, y lo mismo los tesoreros de CDC encargados del cobro del 3%. Y es verdad, las cosas se han puesto ahora muy duras para sostener toda esa estructura clientelar que han ido tejiendo por toda Cataluña, pero no te engañes, hay gente que sigue soltando pasta por afinidad ideológica, gente como los Carulla, por ejemplo, que cree en la independencia, gente a la que ahora apremian a la vista de las dificultades de tesorería por las que atraviesan”.

Tan dañada está CDC que los aprendices de brujo que lidera Francesc Homs han decidido esconder de nuevo la marca bajo una nueva denominación, Democràcia i Llibertat

Está claro que CDC ha quedado tocada de muerte por el escándalo de su financiación. Un muerto a quien ya no sería capaz de resucitar ni el milagro de la independencia. Tan dañada está, que los aprendices de brujo que lidera Francesc Homs han decidido esconder de nuevo la marca bajo una nueva denominación –Democràcia i Llibertat- con las que concurrir a las generales del 20-E, con el añadido, para enmascarar la basura, de gente rebotada de otras formaciones y blasonada de “independiente”. Lo más probable, con todo, es que los resultados que el 20-D arroje para CDC acaben por confirmar la defunción de lo que, más que un partido, podría ser descrito como una gestoría especializada en intermediaciones varias, incluso la asociación mafiosa proclive a la delincuencia económica.

“El espectáculo que un observador imparcial puede divisar hoy desde la atalaya de Barcelona es único”, señala el barcelonés antes citado. “Lo de mañana lunes va a ser una estación más del viacrucis que debe terminar con Mas entre rejas. Contra lo que cree alguna gente, él es muy consciente de lo que hace, porque su objetivo máximo, llegados hasta aquí, no es entrar en la cárcel como un vulgar chorizo, sino como un héroe de la resistencia catalana. Ni más ni menos. Esto es un mundo aparte, que retroalimenta sus alucinaciones mediante una febril actividad, una huida hacia adelante sin parón posible. Más no saldrá presidente en la primera votación, pero sí en la segunda, y naturalmente sin poderes, travestido en una especie de reina madre dispuesta a presidir los festejos patrios que vayan dictando los de ERC y la CUP, los dueños del poder real en Cataluña”.

¿Por qué no están los Pujol en la cárcel?

Mas está convencido de que terminará en la cárcel, mientras el clan de los Pujol sigue en la calle y campando a sus anchas, al contrario que los Bárcenas, Granados, Correa, Matas, Díaz Ferrán, Pantoja y un largo etcétera que han pasado por la trena –algunos aún siguen en ella-. Es algo sobre lo que mucha gente hace cábalas de una punta a otra del país. “Está claro: Pujol no entra en la cárcel porque le tienen miedo en Madrid”, sostiene un antiguo agente del Cesid (ahora CNI). “No lo está porque en ese caso podrían salir a la luz, por ejemplo, algunas de las muchas trapacerías que se esconden bajo las alfombras de La Zarzuela y que son responsabilidad directa del rey emérito Juan Carlos I. Pujol es el hombre que sabe demasiado de los negocios de la Transición”.

“Que los catalanes son, por lo general, miedosos, es cosa sabida de antaño”, prosigue el barcelonés antes citado. “Un catalán ve un tricornio y se lo hace en los pantalones. Pasa que aquí nadie ve por la calle a un Policía Nacional y mucho menos a un Guardia Civil, que ese fue uno de los más graves errores que cometieron quienes negociaron el Estatuto de Cataluña y que explica mucho de lo que está sucediendo. Pero lo que es nuevo para nosotros aquí es el miedo de Madrid a la hora de abordar el desafío secesionista. Después de años de política de hechos consumados, nadie se ha atrevido en Madrid a empapelar a ningún responsable político de la Generalitat por haber desobedecido al Constitucional o al Supremo, de modo que aquí la fiesta les sale gratis, esta es una revolución donde los revoltosos ni siquiera necesitan regalar claveles”. Hasta ahora. Porque a partir de ahora las cosas se van a poner más serias. El horizonte de una Generalitat con Mas convertido en presidente florero y con la gestión real en manos de la alianza entre ERC y la CUP es algo que no puede dejar de estremecer a las clases medias catalanas. Las contradicciones del prusés son ahora tan obvias, tan monumentales, que a poco que el Gobierno central sepa hacer bien las cosas, el independentismo puede quedar cortocircuitado para los próximos 30 o 40 años. A verlo vamos.

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