Quantcast

Análisis

Zubi remata un año lleno de fallos con un acto errado, triste, cruel, innecesario y hasta mezquino

Hacer leña del árbol caído es algo aborrecible. El mes pasado, el FC Barcelona ya había dimitido de modo propio –y asombroso- de la Liga, cuando lo cierto es que tenía y tiene enormes probabilidades de ganarla.

Se diría que en Cataluña el estudio de las simples Matemáticas ha sufrido un cataclismo, quizá obscurecidas por otras materias o asignaturas. De otra manera, es imposible justificar sus patéticas, tristísimas y victimistas renuncias. Bueno, sí, solamente suponiendo que sus dirigentes alcanzan cotas de incompetencia fuera del alcance de un mortal medio. Andoni Zubizarreta entre ellos.

Y retomo lo del árbol caído porque el mes pasado fue Andoni tan vapuleado que, en ese momento, era mezquino añadir más críticas. Siendo además que él mismo presentó su dimisión, por mucho que lo haya negado. Pero él se ha cebado, esta semana, con Gerardo Martino, y no es de recibo.

El equipo que dejó Guardiola iba camino de convertirse, por muchos motivos, en unos zorros. Es que por eso mismo Pep se marchó, al verlas venir. Creo que los múltiples desacuerdos de esta temporada no los hubiera atajado ni Pep, ni Tito, ni Jordi Roura. Ni nadie.

Zubizarreta no ha sido capaz de preparar el relevo a alguien tan esencial –con Messi- en los éxitos de estos años: Carles Puyol. Zubizarreta no ha sabido abordar el tema de la marcha de Víctor Valdés. Como dice a veces Ángel Cappa, "si una persona dice que va a irse, es que ya se ha ido".

Zubizarreta no ha sabido atajar el endiosamiento soberbio y absentista de Messi. Zubizarreta se trajo a un Neymar cuya incorporación ha producido muchos desajustes tácticos, psicológicos y ambientales en el club; y, para más inri, de momento no ha demostrado ser poco más o menos que una versión del tristemente recordado Robinho.

Zubizarreta puso a Pinto a los pies de los caballos cuando su comprensible pero torpísima imagen del mesado de cabellos al producirse la lesión de Valdés. Y lo siguió poniendo minutos más tarde, ya en frío, cuando soltó lo de "desde la lesión de Víctor, confieso que presté poca atención al resto del partido".

Andoni Zubizarreta no es un forofo más, es un director deportivo, con presencia machacona en los medios, por cierto. Es un exjugador de mucho prestigio, es un señor que se ha dedicado a trabajar para una empresa de asesoramiento deportivo y a cobrar por conferencias sobre liderazgo y gestión de grupos.

Zubizarreta no puede permitirse tantos fallos en una sola temporada y la remata con un acto errado, triste, cruel, innecesario, hasta mezquino. Reunirse con Luis Enrique, con una Liga hirviendo y en la que –por muy llorones y negativos que sean los culés- tienen aún inmensas probabilidades de ser campeones.

Dejarse localizar en tiempos en los que la tecnología nos permite hablar, interactuar, vernos, sin movernos de casa, es de absolutos imbéciles si lo que queremos es discreción.  Ojo, que igual no es tan limitadito, y lo que buscaba precisamente era indiscreción, ser cazado. Para que algún entrenador reacio a fichar -¿Ernesto Valverde?-, al verlo con Luis Enrique, se ponga más a tiro… Puede ser.

¿O quizá portando el famoso maletín en vísperas del Celta-Real Madrid? El sentido común nos dice que no pueden ser tan burdos, pero, visto lo visto… ¿Cómo eres tan imprudente de dejarte ver de esa manera, Zubizarreta? ¿Cómo eres tan torpe de humillar a tu entrenador cuando os estáis jugando la Liga? ¿Cómo eres tan cruel de hacer astillas del Tata caído? ¿Cómo puedes dar pábulo tan indecente y ridículamente al tema de los incentivos a terceros?

Me dice el maestro y buen amigo Jesús Cuadrado, cansado de explicar en 'Training Fútbol' que los llamados secretarios técnicos y similares no son ni secretarios ni técnicos, sino personas con más o menos predicamento en este mundillo que se limitan a poner cara y firma a las decisiones que toman directivos. Directivos que a su vez ignoran casi todo sobre el juego y el deporte futbolístico, pero a los que les encanta jugar a entrenadores… y de paso hacer buenos negocios, si se ponen a tiro -que suelen ponerse, por cierto-.

Me dice Jesús –sigo- que Andoni Zubizarreta no es sino uno más de esos que cobran -y cobran bien- por hacerse responsables de los disparates de los que se quedan en la sombra. Pues si es así, ¡qué pena! Del papel de Luis Enrique en este tema, y sea cual haya sido, prefiero no opinar.


Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.