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Análisis

Benjumea que estás en los cielos o cómo el síndrome Maradona puede llevar Abengoa a la quiebra

Felipe Benjumea, expresidente de Abengoa, el mes pasado a su llegada a la Audiencia Nacional.

En 2007 el doctor Héctor Pezzella, del sanatorio Güemes (Argentina), dijo sobre su paciente, Diego Armando Maradona, ingresado entonces por una hepatitis provocada por el consumo de alcohol: "Creo que se cree un dios, y ese puede ser el origen de algunos de sus males". Al primer accionista de Abengoa, Felipe Benjumea, le pasa algo parecido que al astro del fútbol argentino: todo el mundo le ha dicho que era Dios, y se lo ha terminado por creer. Hasta el punto de que está convencido de que logrará mantener el control sobre Abengoa y no tirar a la basura el legado de su padre; una actitud que puede llevar a la multinacional sevillana a protagonizar la mayor quiebra empresarial ocurrida nunca en España.

Abengoa sólo evitará el concurso de acreedores (el plazo para ello termina el 28 de marzo) si acepta una capitalización de la deuda que supondría la reducción de la participación de Inversión Corporativa, la sociedad a través de la cual Benjumea controla más del 50% de la compañía, hasta aproximadamente el 5%. Los bancos acreedores no quieren ni oir hablar de una quita, la única opción es la capitalización y la salida real de Felipe Benjumea del grupo.

El martes hubo consejeros que votaron en contra de la destitución de Domínguez Abascal como presidente de Abengoa

Porque hasta ahora, lo cierto es que Benjumea ha seguido mandando en Abengoa. Aunque el pasado mes de septiembre el hijo del fundador de la compañía dejó su puesto como presidente ejecutivo para facilitar, en teoría, la negociación con la banca acreedora para refinanciar la deuda del grupo, Benjumea ha seguido asistiendo a los consejos de administración y moviéndose tras bambalinas para influir en las conversaciones con las entidades financieras. Bajo ningún concepto va a permitir que su participación en Abengoa se diluya. "Vive en su mundo, está obsesionado con mantener en pie el legado de su padre", dice una persona cercana al expresidente de la multinacional energética. "Pero en el fondo es un inseguro, cada cinco minutos llama a su esposa para consultarle todo", añade.

Sustitución de Domínguez Abascal

El martes el consejo del grupo andaluz decidió la salida de Domínguez Abascal, y el nombramiento de Antonio Fornieles como nuevo presidente de Abengoa. En realidad, otra maniobra de Benjumea para influir en las decisiones de la empresa. ¿Alguien cree que el consejo de administración de Abengoa habría decidido por sí solo, sin presiones de Benjumea, la sustitución de Domínguez Abascal a menos de treinta días de que concluya el plazo para acordar un convenio con los acreedores? De hecho, según las fuentes consultadas, hubo consejeros el martes que votaron en contra de esa decisión.

Los que le han dicho al rey que está desnudo, han salido del grupo. El último, José Domínguez Abascal, conocido en la empresa cariñosamente como 'Pepón', y también como 'El cuchara', "porque ni pincha ni corta", comentan en Palmas Altas (la sede sevillana de Abengoa). Cuando Benjumea ha percibido que Domínguez Abascal, que le sustituyó en septiembre como presidente, estaba acercándose a las tesis de los bancos acreedores en las negociaciones para evitar el concurso, este ha sido destituido. "En los últimos tiempos la relación entre Benjumea y Abascal no era buena", admiten fuentes cercanas al consejo de administración de Abengoa.

Benjumea declaró a favor de Emilio Botín en la Audiencia Nacional en el 'caso de las jubilaciones'

Por mucho cartel de independiente que se cuelgue el señor Fornieles en el consejo de administración de Abengoa, este "es íntimo de Felipe", dice una persona cercana al ejecutivo sevillano. Fornieles ingresó el pasado año en Abengoa, nombrado vicepresidente segundo, procede de la consultora KPMG, donde fue responsable de la función de auditoría de la consultora en España y Global Chief Operating Officer a nivel mundial. Fuentes financieras y también fuentes cercanas al consejo de Abengoa consideran no obstante que el nombramiento de Fornieles puede facilitar un acuerdo con la banca. Habrá que verlo.

La salida de Domínguez Abascal es en el fondo una pataleta infantil del primer accionista de Abengoa. Presida quien presida la empresa, esta sólo burlará el concurso de acreedores si aprueba una capitalización de deuda. Para Felipe Benjumea, los bancos le han traicionado, especialmente el Santander.

Santander Central Hispano

"Yo que declaré a favor de Emilio, así me pagan ahora el favor", diría el primer accionista de Abengoa. Entre 2003 y 2004 Felipe Benjumea testificó como exconsejero del antiguo Santander Central Hispano (SCH) ante la juez Teresa Palacios, en la Audiencia Nacional. La magistrada investigaba la querella presentada por un accionista del banco contra las cantidades millonarias recibidas por el excopresidente del SCH, José María Amusátegui (56 millones en total), al dejar en 2001 la entidad resultante de la fusión de Santander y Central Hispano. El exconsejero delegado del SCH, Ángel Corcóstegui, recibió 108 millones. Emilio Botín, Amusátegui, y Corcóstegui fueron imputados por el 'caso de las jubilaciones'. Benjumea declaró entonces que los pagos efectuados eran algo habitual en el sector, y que eran consecuencia de la fusión de las dos entidades, acordada en 1999. Y ahora, Benjumea afronta querella presentada por dos bonistas en la Audiencia Nacional, admitida a trámite, por la indemnización percibida de 11,4 millones de euros tras su destitución como presidente de Abengoa.

A estas alturas confiar en un acuerdo entre los acreedores y Abengoa que evite el concurso de acreedores parece una cuestión de fe. La desconfianza cunde entre las entidades financieras, que asisten al enroque de Benjumea en su particular realidad, y que comienzan a atisbar que sólo una intervención judicial de la administración de la compañía (concurso de acreedores) pondría negro sobre blanco en las cuentas del grupo. Y para algunos consejeros y ejecutivos de Abengoa, la compañía no habría llegado a esta situación si la banca hubiera aceptado el pasado año activar una ampliación de capital de 650 millones. La desconfianza de unos y el resentimiento de otros dificulta un acuerdo. "Tras ocho meses en esta situación, con 20.000 empleos sobre nuestras cabezas, todos estamos un poco zumbados", dicen fuentes de la compañía que participan en las negociaciones con los acreedores.

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