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Opinión

Visión de un debate

Pedro Sánchez, en la rueda de prensa posterior al debate

Nadie duda de que en cualquier proceso electoral, los debates sirven para fomentar la transparencia y permiten que los llamados a participar en el mismo , puedan conocer detalladamente las posiciones de quienes aspiran a obtener un cargo o una representatividad.

No resulta por eso sorprendente, la gran expectación levantada en torno al único debate que celebrado entre los candidatos a las primarias para secretario general del PSOE.

Es evidente que desde el 1 de octubre, el PSOE vive por un lado una situación de ausencia de liderazgo y de confrontación interna y por otro lado, alrededor de la candidatura de Pedro Sánchez se ha generado un proceso de ilusión y entusiasmo que ha llevado a la militancia a tener un protagonismo y unas ganas de participación que no se conocían desde 1982.

La expectación ante el debate no se ha visto defraudada. Pero hay que reconocer que la voluntad expresada por los tres candidatos de que el mismo se desarrollará en un ambiente de guante blanco, ha sido en ocasiones claramente superada por el modo en que el mismo se ha desarrollado.

Pedro Sánchez ha explicado su programa y sobre todo ha hecho especial hincapié en la situación producida como consecuencia de la abstención del partido socialista, que sin contraprestación alguna ha permitido que Mariano Rajoy siga en el Gobierno, donde, no nos engañemos, se realiza la verdadera política de un país. Como con acierto se dice, es quien tiene el BOE, quien básicamente puede transformar la realidad política y más en un país como España, donde los efectos de la crisis económica se siguen notando entre los más desfavorecidos, jóvenes, pensionistas, parados y dependientes.

Ante esta realidad de una abstención injustificable que ha permitido el gobierno de Mariano Rajoy, nada se ha dicho en el debate que pudiera de verdad dar una razón a la ciudadanía sobre el incumplimiento del programa electoral, que se basaba en un 'sí al cambio' y por tanto, un 'no a un Gobierno del PP'.

Pero lo que puede resultar sorprendente y más en un partido socialista, en el que la fraternidad es una de sus características definitorias, son las descalificaciones personales, impropias de quien aspira a representar y dirigir el partido en su conjunto.

Es difícilmente entendible que se diga que el problema de Pedro Sánchez como secretario general y como aspirante nuevamente a serlo, después de los hechos del 1 de octubre, sea supuestamente él mismo. Se ha llegado a decir "Pedro, tú eres el problema".

El análisis es de un evidente simplismo, pues no cabe olvidar que cuando de verdad el PSOE sufre un descalabro electoral es en el año 2011 una vez terminado el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Obviar esa realidad no contribuye a hacer un análisis serio de la situación que permita afrontar con rigor el futuro y más en un escenario en que el bipartidismo está ya claramente superado.

Tampoco son comprensibles las alusiones a supuestos vaivenes y cambios de opinión de Pedro Sánchez. Hemos respetado y seguiremos haciéndolo, que la presidenta de la Junta de Andalucía haya gobernado esa Comunidad con el apoyo parlamentario de IU y en la legislatura siguiente lo haga con el apoyo de Ciudadanos, casi sin solución de continuidad. Es evidente que no son patentes las analogías ideológicas ni de ninguna otra especie entre Izquierda Unida y Ciudadanos y sin embargo se ha encadenado una legislatura a continuación de la otra ,con aliados parlamentarios claramente diferentes.

Nadie ha osado por ello de hablar de vaivenes como ahora se trata de acusar a Pedro Sánchez quien llevó al máximo su coherencia y compromiso con los votantes ,prefiriendo ir al paro, antes que votar una abstención a Mariano Rajoy contraria a sus convicciones, principios y sobre todo compromisos electorales.

Difícilmente el PSOE recuperará la credibilidad ante los votantes si no se es capaz en público y también en privado de hacer un claro esfuerzo por la unidad, apostando por aquello que une y no por lo que separa, evitando además descalificaciones personales que no reflejan la realidad.

Sólo un partido socialista serio, creíble y unido será capaz de transformar España haciendo políticas de progreso en favor de aquellos que más lo necesita. Y a esos efectos no parece que las críticas que exceden de lo político para entrar en el ámbito puramente personal puedan servir de ayuda.

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