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Opinión

Turbulencias en Moncloa: Soraya tiembla, Cospedal manda firmes

La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, en el Consejo de Ministros del pasado sábado.

El desmayo radiofónico de Soraya ya se ha aliviado. Nada de contemporizar con los golpistas. Rajoy va a saco con el 155. Ni una duda, ni un titubeo, según se escucha en su entorno. El PP, hasta hace nada lleno de dudas, ahora le apoya a fondo. Y hasta le empuja para evitar algún desfallecimiento. La vicepresidenta se explicó mal, comentan algunos de sus fieles. "Pues se le entendió todo", replican los críticos. Cospedal, horas, más tarde, le enmendó la plana. Con o sin ese PSOE, que ya recula, el 155 no se frena. Aunque Puigdemont convoque elecciones. Aunque insista en una pantomima de declaración de independencia. Aunque venga al Senado a hacer la palinodia, el 155 sigue en pie, mencionan fuentes del Gobierno. 

Turbulencias en el Consejo de Ministros. El 155 ha tensado las costuras del Gobierno y se ha detectado algún descosido. Todo era unanimidad y firmeza este sábado. Rajoy, después de la vibrante velada de Oviedo, con los tres tenores de Europa respaldando su postura, anunciaba la aplicación del fatídico artículo de la Constitución. "No me gusta, no me han dejado más remedio". El presidente desgranaba las razones y señalaba los motivos. "Un 155 duro", se escuchaba en los primeros comentarios. En primera fila, Soraya Sáenz de Santamaría parecía casi llorosa. Los ministros, rígidos, severos.

Se había dado el paso. Sin marcha atrás. Primeras medidas: cese del 'president', de su Gobierno en pleno. Limitación de funciones del Parlament. Descabezamiento de la cúpula de los Mossos. Intervención de TV3 y otros medios públicos del régimen secesionista. "Duro", insistían. Se esperaba un 155 más 'simbólico y pacífico', según un miembro del Gabinete. Más contemporizador. 

'Inaceptable intento de secesión'

Le costó a Rajoy dar el paso. Impulsado por el Rey, con sendos discursos para la Historia, y convencido de Puigdemont es un paranoico sin más principios que el mito falsario de la independencia, el presidente dio el puñetazo en la mesa. Se acabó y a por todas. Dejaba la puerta abierta, eso sí, del paso por el Senado. Seis días más de prórroga. Una oportunidad última del 'president' para enmendarse. Unánimes reacciones de elogio en la opinión pública. "España resolverá el inaceptable intento de secesión", había anunciado del Rey en los Princesa de Asturias. 

La sólida firmeza del Ejecutivo, consolidada por los comentarios de la opinión pública, quedó de repente en entredicho. "El Senado tiene capacidad de adaptarse a lo que Puigdemont y el Parlament hagan", confesó Santamaría en la mañana del lunes en Onda Cero. La frase, en principio, pasó inadvertida entre tantas idas y venidas de cartas, ofertas, contraofertas entre Moncloa y la Generalitat. Emergieron poco a poco las reacciones de extrañeza. Y, luego, de alarma. ¿Le estamos diciendo a Puigdemont que el 155 puede frenarse? ¿Que todo es una filfa? 

En el Consejo de Ministros del 155, hubo criterios enfrentados. Cospedal y Zoido, por el ala que le dicen dura. Catalá, en la línea. Soraya, sin embargo, mucho más templada. Las palabras de la vicepresidenta sembraron la alarma en el partido, en instancias empresariales y hasta en Zarzuela

Si Puigdemont convoca elecciones, se le perdona todo, frenamos el 155 y volvemos a empezar. Fue la interpretación más extendida. En la línea de lo que se venía explicando antes de la 'gran decisión de Mariano'. En la tarde del lunes, la tormenta crecía. El rechazo aumentaba. El 155 apenas había echado a andar y ya se le quiere embridar. Tempestad sobre Génova. Sorpresa en los socios. Ciudadanos pedía palabras claras. El PSOE, mucho más tranquilo. Carmen Calvo, su presidenta, había vendido el viernes un 155 'light'. 

El lunes, a la hora de la cena, Moncloa se vio forzada a atajar la escandalera. Remitió mensajes a todas las terminales informativas: Nada de clemencia con el golpista. Puigdemont tiene que hacer una rectificación a fondo, absoluta. Sólo la plena restauración de la legalidad permitiría frenar el 155. Luego, si quiere, que convoque elecciones. Se acabaron las tomaduras de pelo. 

Una voz oportuna

Parecía una enmienda a la línea Soraya. Nada de tolerancia. El martes, ministros y dirigentes del partido saltaron a los medios a recitar la versión corregida y clarificada de la cuestión. Catalá, Montserrat, De la Serna, Casado, Maroto.. todos a una. Si no hay vuelta a legalidad, el 155 sigue su marcha. Hasta el final.

La ministra de Defensa hizo la más firme defensa del 155 escuchada hasta ahora

Faltaba la ministra de Defensa, ausente en la primera fila del drama catalán. Hasta que llegó su hora. Ante un auditorio castrense, la ministra de Defensa efectuó al más firme defensa del 155 escuchada hasta ahora. "Supone una triple garantía para todos los españoles". Garantía de que prevalecerá la ley y la Constitución. Garantía de que ningún español será más que nadie. Y garantía de que España es su historia, sus ciudadanos, su ley y su Constitución". Espíritus pusilánimes, fuera. Cospedal ejercía faro en la crisis. Al cabo, tiempo atrás, fue ella la primera que utilizó, tiempo atrás, el término 'golpe de Estado' para referirse a la rebelión en marcha. ¡Oh capitán, mi capitán!

Recobraba la calma la familia del PP. Y Albert Rivera, tan beligerante y activo, catapultado en las encuestas. En el PSOE, todo lo contrario. Miquel Iceta volvía a imponer su posibilismo catalanista. Margarita Robles se daba por satisfecha con que el golpista de la Generalitat amagara con una convocatoria electoral. Nada de arrepentimiento y propósito de enmienda. Ninguna sorpresa en Moncloa. El zigzagueo socialista forma parte de lo previsto. 

Tensiones con la DUI

El Gobierno recupera el tono. Incluso se permitía un guiño a Puigdemont. El Senado le invitaba a participar,e en persona, en la comisión del 155. Podría mantener incluso un cara a cara con Rajoy en el Pleno de la Cámara Alta. Este viernes. Presidente del Gobierno y de la Generalitat cuerpo a cuerpo. Tal y como le gusta a los separatistas. Moncloa y la Generalitat, de tú a tú y sin intermediarios. Bilateralidad en estado puro.

También en Génova se escuchan voces defensoras de la línea más tolerante. "Quizás en el Senado nos llevemos una sorpresa", señalan, confiados en un 'milagro' de última hora. La CUP asfixia a Puigdemont. Ni siquiera podrá llevar la DUI al Parlament porque los antisistema se pondrán de espaldas. 

El presidente de la Generalitat medida a estas horas cómo concluirá la semana. Si proclama, la sombra de la prisión se acercará a su puerta. Si no lo hace, deberá convocar elecciones 'constituyentes' entre el repudio y el descrédito de sus huestes más radicales. 

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