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Opinión

Santi Vila, el hombre que susurraba al oído de Soraya

Santi Vila, el hombre que susurraba al oído de Soraya

Tras declarar como testigo en el juicio por la trama Gürtel, Mariano Rajoy se fue a almorzar a un coqueto bar-restaurante de la calle Menorca, Madrid, muy cerca del parque del Retiro, en compañía de la presidenta del Congreso, Ana Pastor, y de la secretaria de Estado de Comunicación, Carmen Martínez Castro. No está claro si el Presidente se fumó un puro, pero realmente no parecía muy afectado por el cerco al que le acababan de someter los abogados de las acusaciones. Resultó que alguien advirtió la presencia del trío en “La Catapa”, y dio cuenta de ello a este diario con la correspondiente foto adjunta, anécdota de la que nos hicimos eco de inmediato. La sorpresa llegó apenas unas horas después, cuando el director, Miguel Alba, recibió una llamada de Martínez Castro para comentar el Buscón de Vozpopuli. No había queja, pero sí una aclaración: no eran tres los comensales, sino cuatro. Se nos había olvidado decir que al ágape asistió también Elvira Rodríguez, la mujer del presidente, y “Mariano tiene especial interés en que digáis que también Viri estaba en el almuerzo”. Tales eran las preocupaciones, tal la angustia vital que embargaba al Presidente apenas horas después de su testifical sobre Gürtel que había traído a Madrid a decenas de periodistas extranjeros. 

Por si le quedara alguna sombra de duda, la actualidad acudió puntual en su ayuda al día siguiente con una EPA histórica. El número de desempleados bajó entre abril y junio en 340.700 personas, dejando el número total de parados en 3.914.300 personas (17,22%), lo que significa bajar de la cota de los 4 millones por primera vez desde 2008. Y el viernes por la mañana, apenas unas horas antes de la comparecencia de Rajoy ante la prensa para realizar el tradicional resumen político antes de las vacaciones de agosto, supimos que el PIB creció un 0,9% entre abril y junio, una décima más que en el trimestre anterior, lo que eleva la tasa interanual al 3,1%. La economía va como un tiro, llevando a Mariano en volandas sobre el paisaje de una época teñida de deslumbrantes contrastes: la miseria moral de la corrupción, la opulencia de quienes empiezan a forrarse como en los viejos tiempos (“Todo se compra; tengo 800 pisos entre Barcelona y Madrid y no tardo ni 24 horas en alquilar lo que queda libre. El dinero extranjero llega a espuertas; todos te dicen que ahora mismo no hay mejor país que España parta invertir, y todos pasan del tema catalán”, asegura un empresario barcelonés), y el alivio de quienes encuentran su primer empleo, ello sobre el telón de fondo de una nación dispuesta a reñir la batalla de su ser o no ser en los próximos dos meses.

El presidente pareció relajado en exceso, casi ausente tras la descomprensión provocada por el arrebato de Gürtel

En el salón de tapices de Moncloa, el presidente pareció relajado en exceso, como distraído, casi ausente tras la descomprensión provocada por el arrebato de Gürtel. Mariano se había cortado el pelo y estaba feo. Más de lo habitual. O tal vez fuera ese punto de solemnidad exigido por la dureza del desafío que plantea el independentismo catalán. Ha llegado la hora de la verdad. Salvo que el loco que conduce la Generalidad a 2OO km hora por las curvas del Garraf decida echar el freno en un ataque de cordura en el que ya solo cree la vicepresidenta Soraya, oveja trasquilada en la tomadura de lana a que le han sometido en Barcelona en estos meses, ya no hay vuelta atrás. El miércoles, la mayoría secesionista en el Parlament dio luz verde a la reforma del reglamento de la Cámara que permitirá aprobar la llamada “ley del referéndum” por la vía rápida y sin debate previo. Precisamente este viernes, los diputados de JxSí y la CUP rubricaron (hasta un total de 71 firmas), esa supuesta ley que mañana lunes, 31 de julio, registrarán en el Parlament.

El gran fiasco de la duquesa del Ampurdán

Al frente del prusés no quedan más que los locos. Los tibios, los encogidos o simplemente los cobardes han sido pasados por las armas, purgados sin piedad. También los que no temiendo la cárcel, no están dispuestos a perder su patrimonio. Algunos han sido forzados a seguir en la balsa de La Méduse -el óleo romántico de Géricaul, metáfora de ese secesionismo que navega hacia las rocas de Mauritania-, de la que trataban de apearse. ¿Chantajeados? Está por ver lo que ha pasado con Santi Vila, el “liberalismo de base progresista” (sic) del PCECat, la gran esperanza del catalanismo sensato, el hombre que debía reconducir el prusés, el espía que susurraba al oído de Sáenz de Santamaría, la Soraya de la triste figura que soñó con ser nombrada duquesa del Ampurdán tras arreglar ella solita el problema y que lo único que ha hecho ha sido el ridículo. “Ella presume de que trabaja mucho, de que va y viene, de que pincha y corta, pero en realidad hace mucho menos de lo que dice; al final todo es “yo se lo encargué a fulano” o “yo le mandé a zutano”; siempre se escaquea”, dicen en su entorno. Pero, ¿qué ha pasado con Vila, ex de Cultura, convertido en un duro tras “aceptar” el encargo de Purgamont de sustituir al tibio Jordi Baiget al frente de la consejería de Empresa? ¿Y qué, con el jefe de los Mossos? ¿De qué casa de orates han sacado a ese Pere Soler del “me dais pena todos los españoles”?  

Los han sacado de la bolsa del odio sembrado por Jordi Pujol, el padre de la patria catalana, durante décadas de Educación supremacista en las escuelas contra la convivencia entre españoles, proceso consentido por los Gobiernos centrales y cristalizado en ese intento de “golpe de Estado” que el jueves denunciaba Fomento del Trabajo (“Aprobar la ley del referéndum supondría un golpe de Estado jurídico contrario al derecho interno e internacional”, y sería, además, “un ejercicio de enorme irresponsabilidad política de consecuencias impredecibles”). Ha tardado lo suyo, cierto, pero la patronal catalana ha terminado por estallar. Los grandes patronos, sin embargo, con excepción hecha de las brillantes excepciones conocidas (con José Luis Bonet, Freixenet, a la cabeza), siguen escondidos. ¿Hasta cuándo va a guardar silencio Isidro Fainé, por ejemplo, el hombre con más poder de toda Cataluña? ¿A qué espera? ¿Qué está haciendo Josep Oliú, el patrón del Sabadell, un banco que recibió ayudas de casi 5.300 millones de fondos públicos para sanear la CAM y, de paso, el propio Sabadell?

Rajoy anunció el viernes que el Gobierno ha registrado ya recurso de inconstitucionalidad contra la reforma exprés del reglamento del parlamento catalán antes citada. Puigdemont y su tropa sudorosa llevan la delantera: aprueban, desafían, deciden, se flagelan, se victimizan… mientras el Gobierno de la nación, tarde y a remolque, intenta taponar las vías de agua que el ímpetu del prusés provoca en la obra viva de la nave del Estado. Lo hace por la vía judicial y la estrictamente económica, aunque también hace, ya era hora, algunas cosas más en secreto. David Madí, ese chico todo elegancia que fue mano derecha de Artur Mas durante años, acaba de ser despedido de Endesa por el patrono Borja Prado. Madí llevaba tiempo pregonando por los despachos madrileños que vivía dedicado a los negocios y que los indepes eran una banda de tarados sin remedio. Hasta que se descubrió que seguía en el puente de mando como gran ingeniero del prusés. ¿Qué puede inducir a un tipo talentoso como él a suicidarse de ese modo, enfrentándose al todopoderoso Estado? Tal vez la humana tentación de convertirse, cabeza de ratón, en el gran capo de esa Cataluña independiente gobernada hoy por arquetipos humanos de la belleza de los Junqueras, Forn, Tardá y compañía.  

Cosas que hace el Estado en secreto

Es evidente que Prado ha recibido el correspondiente toque de atención desde la instancia adecuada. A partir de ahora ni una broma. El Estado va en serio. Es la misma corriente que ha anegado las posibilidades de Miquel Martí, presidente del grupo Moventia e independentista desorejado, de ser el próximo presidente de la Fira de Barcelona, un consorcio convertido en una de las instituciones feriales más importantes de Europa. El alargamiento durante otro semestre del mandato del actual presidente de su Consejo, el citado Bonet, es todo un síntoma. Y es la que pronto cegará el camino de Sixte Cambra (detenido en febrero de este año por la Guardia Civil por su relación con la financiación ilegal de CiU), al frente de Puerto de Barcelona, ente gestionado por la Autoridad Portuaria de Barcelona, perteneciente a Puertos del Estado. A partir de ahora, los ricos indepes que acaban de empezar vacaciones en sus masías de L’Empordà, vendrán obligados a guardar una cierta coherencia entre su ideología y su fortuna.

El desafío catalán marcará no solo la legislatura, que va de suyo, sino el futuro de España para mucho tiempo, además del de toda la clase política actual. El Gobierno teme que esta semana –con el lunes 7 de agosto como fecha tope- Puigdemont disuelva el Parlament y convoque autonómicas catalanas para hacerlas coincidir con el 1 de octubre. Todos los ministros pegados al móvil. Mariano, que aún no ha jugado a la baza electoral que supondría reprimir con firmeza el golpe de Estado separatista, sigue contando como gran activo con la pobre condición, intelectual y humana, de los líderes de la izquierda española. “Es difícil entender cómo hemos llegado al punto de que el presidente del Gobierno declare como testigo en un caso de corrupción y no pase nada” se preguntaba esta semana esa luminaria llamada Alberto Garzón. La respuesta llegó inmediata a su propia cuenta de twitter: “yo te lo explico, Alberto, porque la alternativa sois tú y gente como tú” Imposible decir más con menos. La alternativa a la corrupción del PP es el chavismo de Podemos y la levedad solemne de un tarambana como Pedro Sánchez. Forzados, pues, a seguir amarrados a La Medusa, la balsa a la deriva que pilota el gran Mariano.

 

 

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