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Opinión

Ron, Saracho y la vicepresidencia de BBVA

El presidente del Banco Popular, Emilio Saracho

La autopsia, de llegar el caso, mostrará seguramente otras versiones. No será la de Ángel Ron. Ni tampoco la de Emilio Saracho. Ni siquiera la de esa parte del Consejo rebelde del Popular que en los días de guillotina y garrote vil hacia el anterior presidente consiguió la inacción de las autoridades. Lo logró después de varias visitas de Reyes Calderón, la dama ejecutora de la familia Del Valle, al Banco de España y alguna que otra a Economía. Encuentros que terminaban con el mismo mensaje hacia Ron:  “Aguanta, sé fuerte”. Réplicas del famoso SMS de Mariano Rajoy a Luis Bárcenas en la primera oleada de los polémicos papeles del exgerente del PP. Ron fue fuerte hasta que ya no pudo serlo. Hastiado por las presiones del mexicano Del Valle, cuya inversión en el Popular parece tener un único fin, una fusión, y la falta de cariño de quien podía haber sacado ese capote para dejar ese aquelarre entorno a su presidencia en una mera tormenta, sonora, eso sí, y mediática como pocas.

La historia actual del Popular podría haber sido otra. Aunque, paradójicamente, el guión parece tenerle destinado el mismo fin. Una fusión con un grande de la banca española. Pudo haber sucedido a final del pasado año. Entonces, cuando las hostilidades aún se movían por el subsuelo, Santander y BBVA se acercaron a Popular. La intensidad de los movimientos nada tuvo que ver. Francisco González sí quería el Popular, como lo sigue queriendo. Habló entonces con Ron. Y de esas negociaciones salieron números, proyecciones (4.000 millones en sinergias), una interesante inyección de capital para BBVA (alrededor de 6.000 millones) y una millonaria e interesante bolsa de créditos fiscales. Incluso hubo moneda de cambio. FG ofreció a Ron la vicepresidencia de BBVA, un puesto confeccionado ad hoc, un hueco nuevo a compartir con González Páramo y el CEO Carlos Torres. El precio de BBVA, en el entorno de 0,4 valor en libros del Popular, se fraguó para protegerse del desaguisado del ladrillo del Popular y sus insuficientes coberturas.

Francisco González sí quería el Popular, como lo sigue queriendo

La negativa de Ron a la fusión con BBVA llenó su agenda de otras citas. Sorprendentemente, ninguna de ellas con Jordi Gual o Gonzalo Gortázar, presidente y consejero delegado de Caixabank. El histórico interés de la entidad catalana por adquirir Popular no cuadró entonces con sus tempos. “Caixabank estaba centrado en la integración de BPI (el banco portugués que tanto sudor ha costado arrebatar a la angoleña Dos Santos), que es un sapo más grande de lo que se pensaba”, admite un importante ejecutivo. “Popular siempre ha sido uno de los grandes objetivos de Fainé”, insiste este banquero. Como FG, el ahora presidente de Gas Natural también llegó a ofrecerle a Ron la vicepresidencia de Caixabank. La jugada tenía otra banda: enviar a Juan María Nin a Repsol, para frenar en seco su asalto al poder. De la operación resultó otra derivada. Gortázar sustituyó a Nin en Caixabank y el ex de Sabadell fue enviado a ese destierro en el que ya no se pisa ningún tipo de sillón financiero de postín.

Sí tuvo cita Ron con Ana Botín, como cuenta este mismo lunes Jorge Zuloaga. Pero el encuentro fue casi de cortesía porque la presidenta de Santander mostró poco apetito por Popular. Santander no quiere comprar en España. “El mensaje ha llegado hasta los despachos que tiene que llegar para que Santander no se convierta en un banco consolidador”, explica un jubilado de oro de nuestra banca. Sin embargo, los caminos de la consolidación bancaria parecen inescrutables y el camino de Santander parece tener ya nombre: Sabadell. El encaje es lógico. La entidad de Boadilla tiene un déficit histórico en Cataluña desde que cometieron el error estratégico de no pujar en serio por Cataluña Caixa. Desde entonces, todos los planes para crecer en Cataluña, donde su cuota de negocio se sitúa apena en el entorno del 13%, frente a los entornos del 27% de BBVA y Sabadell, o más de 30% de Caixabank, han resultado infructuosos.

Los caminos de la consolidación bancaria parecen inescrutables y el camino de Santander parece tener ya nombre: Sabadell

La margarita de Saracho, una vez que ha convertido la independencia del Popular en una quimera, -“La independencia es un valor hasta que deja de serlo”, dijo hace justo una semana-, tiene pocas hojas más. BBVA no se tomó el portazo de Ron como un camino cortado. Las negociaciones continúan, según admiten diferentes fuentes del sector, ahora entre Saracho y FG. “Saracho no será como Ron. Aceptará la vicepresidencia de BBVA porque las personalidades son diferentes. Saracho no tiene el mismo apego a Popular como lo tenía Ron. Además, el banco no tiene mucho más camino que una fusión porque la ampliación entraña una dificultad extrema. A Saracho la jugada le oferta una ficha a la posible sucesión de FG y esa moneda no la desaprovechará”, admiten un par de financieros que conocen al nuevo presidente del Popular.

La cuarta vía es Bankia. El interés del equipo de José Ignacio Goirigolzarri es notable. Y hay un punto que produce la cuadratura del círculo en el debate de la necesidad de ayudas públicas para el comprador de Popular. El Estado, en este caso Economía, en este caso el ministro Guindos, podría defender un esquema de ayudas públicas a través de Banco Financiero y de Ahorros (BFA), la matriz de Bankia, propiedad del Estado. Porque la concesión de ayudas públicas es el verdadero quid de la venta del Popular. De su existencia y cómo se articule finalmente este apoyo dependerá el cronómetro (y precio) de la operación. De momento, estamos ante esa partida de póker, en la que ni vendedor ni compradores parecen tener prisa, mientras el valor del Popular sigue en caída libre.

@miguelalbacar

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