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Opinión

Elecciones en Reino Unido: ¿Se ha pegado un tiro en el pie la primera ministra?

La primera ministra británica, Theresa May, este martes en un acto de campaña.

Reino Unido (RU), Irlanda del Norte y otros territorios británicos celebran mañana elecciones para elegir a los miembros del Parlamento británico, su nuevo Gobierno y Primer Ministro. Las que empezaron pareciendo unas elecciones convocadas por la primera ministra británica, Theresa May, para fortalecer su posición en su propio partido de cara a las negociaciones del Brexit, se está convirtiendo en lo contrario.

May podría perder la mayoría absoluta parlamentaria que heredó el Partido Conservador, producto de un inesperado reforzamiento del Partido Laborista y de su discutido líder Jeremy Corbyn, según encuestas publicadas. También los tristes atentados padecidos por Reino Unido, tres en muy corto periodo de tiempo, pueden jugar en contra de quien dirige el Gobierno por las críticas sobre su gestión. Precisamente Corbyn pidió el lunes la dimisión de la primera ministra británica por los recortes en el número de agentes de Policía.

En términos de política interna, la situación económica de Reino Unido parece envidiable. Crecimiento económico, la mejor tasa de desempleo en décadas, un índice de ocupación de la población activa excelente, un déficit público que parece razonable. Sin embargo, a pesar de la fortaleza de la economía británica, es probable que nos acercemos al final de un ciclo económico expansivo largo que se verá acentuado por la incertidumbre del Brexit. Las presiones inflacionistas ya se notan como consecuencia de la fuerte devaluación de la libra permitida por el Banco de Inglaterra para animar la economía en los momentos posteriores al referéndum.

A pesar de la fortaleza de la economía británica, es probable que nos acercemos al final de un ciclo económico expansivo largo que se verá acentuado por la incertidumbre del Brexit

En términos sociales y políticos existe preocupación por el incremento de la desigualdad. En ciertos sectores de la población han calado las soflamas populistas sobre el exceso de emigración que trasmitieron el UKIP y algunos miembros del propio Partido Conservador, lo que influyó indudablemente en el estrecho resultado por el que se decidió en referéndum, hace menos de un año, el Brexit. También han sido cuestionados los recortes en gasto social, algunos polémicos como la reducción del gasto por el cuidado domiciliario de personas mayores, que generó rechazo incluso entre los propios votantes del Partido Conservador.

De perder la mayoría absoluta, como insisto parece puede ser el caso, el Partido Conservador debería acordar la negociación de la salida de Reino Unido de la Unión Europea con los laboristas. Lo que previsiblemente impactará sobre las complejas negociaciones que se avecinan para hacer realidad el Brexit. May no sólo tendrá que convencer a los laboristas, también tendrá que manejar las simplezas populistas promovidas por destacados miembros de su propio partido que llevaron a muchos británicos a decantarse por el Brexit, aprobado por un estrecho margen, inferior a un 2%. El diseño de la mayoría necesaria y la forma del referéndum escogida se hizo posiblemente bajo la confianza de que se ganaría fácilmente: no se exigieron mayorías reforzadas para una decisión tan trascendental para un país, ni se trató su posible repetición.

También Reino Unido padece conflictos territoriales. Se mantienen los graves problemas que ya existían en Escocia, que han cogido fuerza tras el referéndum por el Brexit (el independentismo siempre está atento a cualquier oportunidad para repetir referéndums hasta conseguir su sueño; otra forma más de populismo moderno del que tristemente España es uno de sus claros exponentes mundiales). Persisten los problemas de la frontera de las dos Irlandas y la incertidumbre sobre cómo afectarán a los acuerdos de paz alcanzados cuando se abandone la UE; y también el de la frontera de Gibraltar con el resto de España.

Lo que parecía un paseo en forma de elecciones para reforzar el mandato de May se ha convertido justo en lo contrario. Ser un buen primer ministro en tiempos complicados sigue siendo algo reservado para grandes políticos y estrategas

En resumen, lo que parecía un paseo en forma de elecciones para reforzar en todos los sentidos el mandato de Theresa May -en el frente interno, de cara a sus todavía socios de la UE y en su nuevo rol internacional que derivará del Brexit- se ha convertido justo en lo contrario. Ser un buen primer ministro en tiempos complicados sigue siendo algo reservado para grandes políticos y estrategas, algo de lo que en general adolecemos en la Europa actual.

Rubén García-Quismondo es Socio Director de QUABBALA, Abogados y Economistas. Quabbala es el único despacho español que puede ejercer de administrador concursal en Reino Unido.

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