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Ciencia

Descubren un gusano marino que come huesos de ballena en la Antártida

Aspecto del gusano descubierto en la Isla Decepción

Parougia diapason es el nombre de la nueva especie de invertebrado marino que ha sido descubierta en Decepción, isla del archipiélago de las Shetland del Sur en el océano Antártico, según el artículo publicado en la revista Polar Biology y firmado por los investigadores Sergio Taboada, Maria Bas y Conxita Àvila, del Departamento de Biología Animal y del Instituto de Investigación de la Biodiversidad de la UB (IRBio). 

El gusano estaba en el esqueleto en descomposición de un rorcual aliblanco. 

La nueva especie forma parte de un grupo de gusanos marinos (anélidos poliquetos) que son frecuentes en fondos marinos ricos en materia orgánica —tanto de origen natural como antropogénico— en diferentes latitudes oceánicas. En concreto, P. diapason es la segunda especie del género Parougia descubierta en el océano Antártico. Este gusano marino de pocos milímetros fue identificado por los expertos en el esqueleto en descomposición de un rorcual aliblanco (Balaenoptera acutorostrata), en las aguas someras de Puerto Foster, en la isla Decepción, cerca de la base antártica española Gabriel de Castilla, y también en sedimentos costeros cercanos. 

"La península antártica y las islas Shetland del Sur son una de las regiones mejor estudiadas de la Antártida. Sin embargo, el número de especies descritas hasta ahora en la isla Decepción es muy bajo", explica la profesora Conxita Àvila, jefa del proyecto multidisciplinar Diversidad y estructuras de comunidades bentónicas antárticas (DISTANTCOM), que estudia la ecología química, la filogenia, la filogeografía, y la ecología trófica en el continente antártico. 

Gusanos marinos que comen huesos de ballena 

Como detalla el investigador Sergio Taboada, el primer autor del artículo, "pocos son los estudios científicos que se han hecho de las comunidades de invertebrados marinos asociados a huesos de ballena en la Antártida, que son hábitats ricos en materia orgánica: nuestro grupo es pionero en la Antártida en este tipo de estudios que se están desarrollando en otras áreas del planeta". 

Los expertos han llevado a cabo análisis morfológicos y filogenéticos (con marcadores genéticos nucleares y mitocondriales) para determinar la nueva especie biológica. Todo apunta a que se trata de la especie más antigua del género Parougia. La nueva especie también tiene rasgos morfológicos —falta de algunos apéndices como el cirro dorsal y diferencias en la forma del aparato masticador— que la diferencian claramente de especies relacionadas evolutivamente. 

Parougia diapason: una especie oportunista 

Unos de los aspectos de mayor interés científico es la ecología de la nueva especie descubierta en la Antártida. Estos organismos, que colonizan rápidamente un territorio que tiene unas características alteradas, son indicadores de zonas ricas de materia orgánica, tanto de origen natural como antropogénico. 

 "Esta especie sería un claro ejemplo de organismo oportunista, es decir, un ser vivo que aprovecha unas condiciones favorables muy particulares (un exceso de materia orgánica) para proliferar y alcanzar densidades poblacionales muy elevadas", detalla Taboada. "Conocer esta información sobre las características ecológicas de las especies es importante; ya que nos permite detectar cambios en el ambiente de manera indirecta". 

Para el caso de la Antártida, es escasa la literatura científica sobre organismos bentónicos que proliferan en ambientes eutrofizados (ricos en materia orgánica). Unos de los pocos referentes bibliográficos hasta ahora eran los estudios sobre el impacto de la actividad humana en la base McMurdo —la mayor estación científica de los Estados Unidos en territorio Antártico—, que monitorizaban las comunidades de invertebrados marinos en el área donde se vertían las aguas residuales. 

Descubrir y proteger las nuevas especies en la Antártida 

Este grupo de expertos de la UB y la IRBio es autor de otros descubrimientos significativos de invertebrados marinos en la Antártida, como los dos primeros gusanos comehuesos del género Osedax, o el Antarctonemertes riesgoae (del género Nemertea), con una insólita conducta reproductiva. Para los científicos, aún queda mucho por explorar, descubrir y, lo que es más importante, para proteger en la Antártida. 

Investigan para evitar desaparición de especies que aún no se han descubierto. 

"Habría que seguir estudiando las nuevas especies descubiertas y hacer todo lo posible para protegerlas", subraya Conxita Àvila. "El continente antártico contiene hábitats muy particulares y difíciles de estudiar, y es preciso extremar todas las medidas para evitar la contaminación de origen humano o el impacto del turismo, por ejemplo". 

Cualquier cambio puede afectar a las diferentes áreas de la Antártida; pero todavía no se dispone de datos suficientes al respecto. "Lo que sí es cierto —alerta Conxita Ávila— es que estos cambios pueden causar la desaparición de especies que aún no hemos descubierto ni se han podido estudiar. Además de la pérdida de biodiversidad, la desaparición de especies implica perder la oportunidad de estudiar los productos químicos que elaboran, y que pueden ser moléculas de potencial interés biológico". 

Referencia: Sergi Taboada, Maria Bas, Conxita Àvila. «A new Parougia species (Annelida, Dorvilleidae) associated with eutrophic marine habitats in Antarctica», Polar Biology, abril de 2015. Doi: 10.1007/s00300-014-1614-7. Fuente: UB

Ver también: A la caza de invasores en el fin del mundo (Next)

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