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Mémesis

Cómo sería el porno sin machismo

Luces y sombras del porno

Si hay una industria (necesaria) donde roles y tópicos sexistas todavía están en la prehistoria esa es la del porno. Quizás porque los instintos más primarios sean los menos maleables, quizás porque la cantidad de dinero que mueve es tal (unos 100.000 millones de euros al año) que no hay manera de luchar eficazmente para cambiarla.

El porno, como nuestra sociedad, es eminentemente machista. Una industria diseñada por y para el escroto que sigue disfrutando con la mujer enfermera ninfómana, con las amas de casa desesperadas, con las actrices vendidas por sexo en un casting o con las lesbianas espiadas. Todo siempre al servicio de machos con poder, dinero, mafiosos o directamente gilipollas. Es ficción, pero es la ficción que más empalma.

Ni que decir tiene que hay tendencias y ofertas que rompen con el arquetipo del falo dominante porque hay muchísimas mujeres que consumen y exigen contenidos que las motiven a ellas, que las exciten a otro ritmo, sin humillaciones y sin aguantar lo de “[...] tú lo que quieres es que se casen”.

Solo hay que ver el material de Erika Lust, cómo dirige las pelis Paulita Pappel o la lucha de Audacia Ray o los trabajos de la alemana Julia Ostertag, festivales pornofeministas como el de Berlín. Curiosamente todas son mujeres.

Muchos hombres desconocen estas variantes porque no les interesa. De repente una ventana de aire fresco. Cine porno de autora para enterrar al cutre de paja y cigarrito.

Queda mucho porque el vulgo, la masa y el poso de la industria en general sigue todavía el dictado de la testiculina. El 90% de los contenidos siguen estereotipos sexistas porque es la fórmula que más dinero revierte en webs y cintas para alimentar la jauría. ¿Para qué cambiar lo que mejor funciona? PornoHub, una de las mayores web de ofertas porno tiene 58 millones de visitas al día ¡AL DÍA!

Pero ¿Cómo sería el porno si no fuera tan sumamente machista? Un porno para todos sin humillaciones o esas fórmulas tremendamente manidas y aburridas... ¿Cómo sería un porno planteado desde cero sin el legado que lo encorseta?

Algunos datos:

—Si el porno no fuera tan machista el salón del Erótico de Barcelona no estaría patrocinado por un prostíbulo.

Un prostíbulo con el lema “follamos en la primera cita” y con un catálogo en su web solo de mujeres que se comparan con pizzas: “Son iguales que en las fotos porque entendemos que si pides una pizza no quieres que te entreguen un churro”.

Hipocresía en estado puro. Mientras abren ese supermercado para machos apuestan por una publicidad moderna e igualitaria para promocionar el salon Erótico de Barcelona.

—Si el porno no fuera machista no existirían personajes como Torbe

El Torrente de carne y hueso, negacionista y explotador sexual Ignacio Allende Fernández  —más conocido como Torbe— es lo que pasa cuando en España mezclas frikismo, porno cutre y machismo en cantidades industriales. Torbe se construyó un personaje con el que ha arrasado en el porno cutre-casero-amateur. Como no podía competir con las grandes producciones americanas encontró su hueco haciendo un producto genuinamente español.

Torbe en traje de faena

El machito feo, regordete, zafio y pichacorta (como a él mismo le gustaba recordar) que explotaba a las mujeres exclusivamente como objetos para su goce y el bien de su negocio. De usar y tirar, literalmente…

"En muchos casos, las mujeres que deseaban realizar grabaciones porno con Torbe no son conscientes de la realidad a la que deben enfrentarse en esos vídeos (…) por las condiciones de humillación y degradación que suponen para las participantes", dice la Brigada Contra la Trata de Seres Humanos de la Policía Nacional sobre el personaje.

Y el problema no es la apuesta de este universo fecal sino que la fórmula rancia funcionase. Esto solo puede explicarse en una sociedad machista de puertas para afuera y tremendamente torbiana de puertas para adentro.

Actualmente está en prisión acusado de pornografía infantil, trata de seres humanos, blanqueo de capitales y delitos contra la Hacienda Pública. Parece que el personaje al final se le fue de las manos.

—Si el porno no fuera tan machista no habría que buscar con lupa secciones ‘para mujeres’ en las principales webs de contenidos.

Lo primero que ve una mujer cuando entra en una web porno cualquiera son señoras a cuatro patas, hombres que sujetan la cabeza de su pareja en felaciones, mujeres dibujando una sonrisa con la cara empapadita o un catálogo de maniquíes despatarradas o mirando a Cuenca...  clichés irreales que definen una obra genuinamente masculina.

Categorías de YouPorn
El producto lleva años moldeándose al gusto (o disgusto) del pajero solitario. Las opciones para mujeres son insignificantes y rebuscadas. Es complicado, por ejemplo, encontrar una opción para disfrutar del porno en pareja que no sea ver los contenidos como quien ve Sálvame o va al zoológico. Hay más chicos en portada vendiendo porno Gay que ofreciendo contenido para mujeres.

Las principales webs pornográficas suelen esconder mini secciones para mujeres que no corresponden con la demanda. 1 de cada 4 consumidores de porno es mujer y no llegan a la mitad no porque no les guste sino porque la oferta que hay les espanta.

Si no fuéramos tan machistas con el porno directamente no habría secciones ‘solo para mujeres’ en las webs sino una clasificación por filias, fobias o temáticas que sirviera material para todos.

—Si el porno no fuera machista no existirían las conejitas Playboy.

Nuestro Torbe es un Hugh Hefner de pacotilla pero en el fondo son el mismo personaje. El patriarca del sexo que se vende como icono de la libertad sexual pero que lleva un harén de conejitas a su orden y servicio. La libertad sexual es solo para ellos...

La felicidad según Hugh Hefner

Hugh Hefner —fundador y dueño del imperio PlayBoy, el porno light legalizado— es el machista entrañable y consentido que entiende y vende la felicidad como estar todo el día en pijama rodeado de bellas mujeres sin dar un palo al agua.

Solo con esta idea ha levantado un imperio de más de 60 años que sobrevive hoy con los mismos cimientos y que se disculpa constantemente por la ingenuidad de principios y personajes. De esos barros estos lodos.

—Si el porno no fuera tan machista mejoraría tu ‘primera vez’.

Un adulto sabe a lo que se expone cuando consume porno, un adolescente que accede a él de forma clandestina, no. Los estereotipos que se dibujan en el porno confunden a los recién llegados, que muchas veces convierten el material en manuales de supervivencia sexual absolutamente erróneos.

El porno contribuye a una visión del sexo tan magnificada e irreal  como los geniales de sus protagonistas. El hombre triunfador y de erecciones interminables genera tanta frustración como falsas expectativas en el adulto inmaduro.

—Si el porno no fuera machista no estaría centrado exclusivamente en la genitalidad y los personajes serían tratadas como sujetos, no como objetos.

Hombres y mujeres no se excitan de la misma manera. Dos caminos de distinta distancia para llegar al mismo sitio  (ellas llegan al mismo sitio varias veces). Esta maravillosa diversidad no tiene paralelismo en la industria por una cuestión práctica cruel.

El porno, desde siempre, en vez de apostar por unos contenidos integradores de excitación mutua (como lo es en la vida misma) ha decidido vender carnaza al macho impaciente.

El mejor atajo para rentabilizar sus contenidos son videos cortos que generen la explosión genital masculina a costa de cuerpos objeto. Pragmatismo y aburrimiento infinito de fantasías de dominación fálica donde el pene manda,  dirige y controla a su antojo. Y esto muchas veces no es compatible con la mujer aunque al final pueda llegar a adaptarse a él.

Hombre contento, hucha hecha… el resto lo dejamos para el cine de autora.

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