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TV3: con estos bueyes hay que arar, con o sin 155

Empar Moliner

El escenario en el que se desenvolverán los ‘hombres de negro’ de Moncloa cuando el Gobierno ponga en marcha las medidas derivadas del artículo 155 de la Constitución estará plagado de trampas. De hecho, hay que hacer un verdadero ejercicio de fe para imaginar que sus acciones correctoras tendrán éxito en empresas públicas tan descaradamente alineadas con el proceso soberanista, como TV3, Catalunya Ràdio o la Agencia Catalana de Noticias. La situación a la que se enfrentarán los interventores de la radio-televisión pública recuerda a la del agrimensor de El Castillo, de Kafka, ese hombre al que contratan para realizar un trabajo dentro de una población que funciona con unas normas ilógicas y una burocracia exasperante que le acaba devorando. Entre otras cosas, porque sólo el protagonista de la novela considera absurdo todo aquello.

TV3 habita en el mundo de las ideas -de lo inteligible- en el que se ha movido el soberanismo catalán durante los últimos años. En esa enorme burbuja desde la que se ha transmitido por activa y por pasiva que la independencia era un sueño realizable que no acarrearía consecuencias a los ciudadanos de esta comunidad autónoma. No habría fuga de empresas, ni de depósitos; ni oposición de la Unión Europea, ni efecto alguno sobre el consumo o el bolsillo de los trabajadores.

En la televisión pública se emitió en 2010 el documental Adeu, Espanya y en 2013 su secuela, Hola, Europa. Los testimonios de sus participantes dibujaban la República catalana como un lugar próspero, solvente y feliz; y el proceso de ruptura con España, como algo que culminaría con éxito tras una sencilla negociación. Tan sólo ha hecho falta que se recrudeciera el conflicto entre Moncloa y la Generalitat para comprobar que los planteamientos de estos reportajes eran pura ciencia ficción. O propaganda. Nada nuevo en TV3.

El pasado sábado, Mariano Rajoy anunció una batería de propuestas para hacer retornar a Cataluña a la senda constitucional. Entre ellas, se encontraba la intervención de TV3 y Catalunya Ràdio. El objetivo del Ejecutivo era que estos medios de comunicación dejen de ser la principal herramienta de difusión del ideario independentista. Sobre el papel, situarlos en una posición de neutralidad.

Poco después de que se hiciera pública esta propuesta, las asociaciones de periodistas -como la FAPE- se posicionaron en contra, al igual que los responsables de los medios de comunicación públicos catalanes. "Cualquier intento de control y fiscalización que no emane del Parlamento y de las instituciones catalanas no sería democrático. Perseguiría un objetivo diferente al que afirman sus impulsores", afirmó el director de la Agencia Catalana de Noticias, Marc Colomer.

En el mismo acto en el que Colomer pronunció esas palabras, el director de TV3, Vicent Sanchís –independentista confeso- añadió: "Me han preguntado si haríamos barricadas (si se aplica el artículo 155), y los he respondido que la única barricada que habrá es el trabajo de los profesionales. Si quieren veracidad, equilibrio, neutralidad y pluralidad, debemos seguir trabajando como hasta ahora”.

La frase deja claro que el ambiente en el que se sumergirán los hombres de Moncloa en el caso de que finalmente intervengan TV3 será totalmente hostil. El propio de una televisión que ha contribuido durante los últimos años -en todos sus informativos y programas de debate- a apuntalar el proceso soberanista, esa doctrina que tantas similitudes guarda con las que de la película ‘La Ola, en la que un grupo de estudiantes, en su afán por construir un proyecto político, termina consagrando su existencia a un grupo totalitario, sectario y xenófobo. Con consecuencias fatales, por cierto.

Medidas inefectivas

El PSOE ha presentado en las últimas horas una enmienda con la que pretende que la aplicación del artículo 155 no afecte “a las telecomunicaciones, comunicaciones electrónicas y audiovisuales”. Es decir, que no implique el control de Catalunya Ràdio y TV3. Prospere o no, cabe ser pesimistas con el escenario que se plantea, dado que las redacciones de estos medios de comunicación están fuertemente ideologizadas y dominadas, de facto, por los independentistas de ERC. “El Gobierno podría crear una redacción paralela que se hiciera cargo de los informativos, como ha ocurrido en otras televisiones públicas, pero el proceso ni sería rápido ni estaría exento de problemas. Y, según se ha dicho, el 155 sólo estará en vigor hasta que se celebren las elecciones catalanas, previsiblemente, en enero”, relatan fuentes bien conocedoras de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales.

“El Gobierno podría crear una redacción paralela que se hiciera cargo de los informativos, como ha ocurrido en otras televisiones públicas, pero el proceso ni sería rápido ni estaría exento de problemas", reconocen fuentes de TV3.

Sea cual sea el plan de acción, el Gobierno no lo tendrá fácil para aplicar este artículo en una Administración que ha pivotado durante casi cuatro décadas sobre un nacionalismo excluyente que ha derivado en un movimiento soberanista. Son cientos de corporaciones públicas (395 en 2016) y empresas fuertemente subvencionadas -sólo 400 vinculadas a la cultura y los medios de comunicación- las que sostienen una ideología que está fuertemente enraizada en todo el territorio. TV3 es quizá el mayor exponente de este fenómeno, pues durante los últimos años ha ejercido de Departamento de Agitación y Propaganda de la Generalitat, ante la complicidad de sus periodistas. De ahí la dificultad que implicará revertir este fenómeno. Con o sin enmienda en el Senado. Con o sin artículo 155.

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