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Pablo Iglesias y Risto Mejide se cortejan mientras Mas esquiva a Ana Pastor

Choque de trenes en televisión. Este domingo compitieron por la audiencia dos jugosas entrevistas en las cadenas menores de Atresmedia y Mediaset. En La Sexta Artur Mas consumaba su desafío (por decimoséptima vez) y estiraba el chicle de su victimismo suicida frente a la corajuda Ana Pastor, mientras en Cuatro el gran reto, la pelea del siglo, el combate definitivo entre Pablo Iglesias y Risto Mejide solo evidenciaba que el presentador posee un instinto natural para la pendencia y el líder de Podemos tiene dotes magníficas para comunicar. O sea, todo queda como ya sabíamos antes de verlas (una en directo y otra en internet, claro). Pero mereció la pena porque es de agradecer que ambos políticos quisieran, aunque fuera por necesidad, ponerse delante de estos presuntos miuras de la entrevista.

En la absurda democracia mediática que padecemos al menos parece importante que alguien, por lejos que esté de nuestra ideología o mal que nos caiga, pueda apretar las tuercas en los medios a los representantes de la cosa pública. Y el publicitario Risto Mejide, que no es el más simpático del lugar pero tampoco el más tonto, suele arrinconar a sus oponentes dialécticos. En este caso no fue así. Sin abandonar su tono desafiante, porque es algo innato en él, lo cierto es que el hombre que pasea su Chester por medio mundo no fue tan duro como en otras ocasiones, acaso cautivado por las argucias y habilidades de Iglesias. Quizás es que se llevan bien, tal vez coinciden ideológicamente pero el caso es que por momentos llegaron al cortejo.

En uno de los momentos de complicidad, Risto le dijo a Iglesias: "Como comunicador, no tienes precio, el día en que te echen del Congreso, te vienes a mi agencia"

Por ejemplo, en ese inicio impagable, con ambos diciendo que se veían "como en una canción de Sabina, como dos gatos salvajes". "Vengo a aprender de ti, te llevo estudiando mucho tiempo", afirmó Iglesias justo después. Luego juntos a atizarle a Pedro Sánchez, Felipe González, Aznar y toda "la casta". Y a defender, otra vez juntos, "a los pequeños y medianos empresarios". La complicidad entre ambos era evidente, más allá de algún rifirrafe menor. "Como comunicador, no tienes precio, el día en que te echen del Congreso, te vienes a mi agencia", le dijo Risto al líder de Podemos. 

La complicidad entre ambos, a priori contendientes y después casi convertidos en pareja, no se manifestaba solo en palabras. La posproducción del programa funcionó a las mil maravillas para ilustrar, en todos los casos de forma positiva, las aseveraciones de Iglesias. Como colofón al idilio, se pusieron a hablar sobre el amor y sobre la película fetiche de Iglesias, que resulta ser Las invasiones bárbaras, una gran obra, por cierto, que entre otras cosas reflexiona sobre los viejos mitos extraviados y el aburguesamiento incoherente de la izquierda de mayo del 68.  

Un discurso repetido...

Ana Pastor no es una diosa del periodismo, como algunos insisten en defender, pero anoche estuvo a la altura y formuló casi todas las preguntas importantes que cualquiera hubiera preguntado desde cualquier trinchera.Aunque, eso sí, no pudo tumbar a un Mas acostumbrado a repetir y colocar su mensaje. Y es que asistir a entrevistas del presidente de la Generalitat se ha convertido, a estas alturas, en un ejercicio cansino, como si viviéramos un bucle en el que un señor muy educado, muy hábil en el ejercicio de la palabra, ciertamente atractivo, mesiánico en su discurso y prematuramente encanecido repite una y otra vez la misma cantinela. Cambia los eslóganes, pero no su discurso victimista (todo nacionalismo lo es) de fondo. Su mantra es su consulta, tantas veces mentada como para que acabemos yendo todos a la consulta, sí, pero a la del psiquiatra, y perdonen la broma fácil.

Mas empezó con una de esas frases demagógicas y se puso el disfraz de hombre dialogante, frente a una Pastor que, muy en su estilo, le interrumpía y trataba de trabarle

Cómodo en todo momento, Mas empezó con una de esas frases demagógicas. "Me pregunto si la Constitución no nos deja a los catalanes consultar nuestra opinión", dijo, cuando sabe que se trata de una convocatoria fuera de la legalidad y sabe también que los catalanes manifiestan su opinión en cada cita electoral. Y luego se puso el disfraz de hombre dialogante que sufre el desaire del Estado opresor: "En los últimos 30 años apoyamos a todos los Gobiernos que lo necesitaron y nunca hemos fallado cuando nos han necesitado en un tema de Estado. Ahora que nosotros reclamamos algo, ni se nos escucha". Pastor, muy en su estilo, le interrumpía y trataba de trabarle, pero él esquivaba las acometidas. 

Luego vino el desafío, otra vez. "No descarto ningún escenario posible para hacer finalmente la consulta. Sé cuál es el mejor escenario, y ya lo hemos perdido: a la británica, pactando con el Estado. Lo segundo mejor es lo que estamos haciendo ahora, el 9-N. Pero no es la última forma posible". Y, casi para terminar, su peor momento, con ciertos titubeos al responder a las preguntas de Pastor, incisiva como siempre, sobre el caso Pujol. "Ahora lo que él me dice yo me lo creo, porque él no se mueve por el dinero", sostuvo, aunque matizó que "no puedo poner la mano en el fuego por nadie, excepto por mí". ¿En qué quedamos?

Al acabar, sensación de tablas, cada uno muy metido en su papel y todos, Pastor, Mejide, Mas e Iglesias, a esperar el dato de audiencia, que es lo único que importa en la televisión

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