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De la Morena: "José María García me confesó que habíamos sido gilipollas con nuestra guerra"

José Ramón de la Morena

Después de haber librado durante muchos años diversas guerras nocturnas con personalidades relacionadas con el deporte y periodistas de la competencia, José Ramón de la Morena (Brunete, 1956) asegura que se ha convertido en una persona mucho menos visceral. En alguien más reflexivo. "He cometido muchos errores y de todos se aprende", reconoce quien mantuvo en vivo y en directo múltiples desencuentros y batallas con hombres de carácter fuerte, como Jesús Gil, José María García o Javier Clemente, pero también con otros aparentemente afables, como Vicente del Bosque. A la audiencia, aquello le atrajo, lo que catapultó a El Larguero a un liderato en su franja radiofónica que no abandonó desde 1995 hasta 2016.

Hace unos meses, recibió una oferta de Onda Cero para ponerse al mando de su programa deportivo nocturno. Lo consultó con su equipo y, como vieron que lo que tenían sobre la mesa era bueno, decidieron aceptarlo. La SER intentó retenerle con una tentadora contraoferta, pero no tuvo éxito en su propósito. Entonces, De la Morena y su guardia pretoriana hicieron las maletas y comenzaron a planificar El Transistor, un espacio que desde hace unas semanas compite en el mismo terreno que 'El Larguero', de la SER, y 'El Partidazo' de COPE.

En esta entrevista a Vozpópuli, el locutor habla de las líneas maestras de su nuevo proyecto, ofrecer su opinión acerca de la salud de la radio en España y recuerda algunos episodios pasados que explican su éxito en las ondas, pero también algunas de las antipatías que se ha generado.

P: A los 59 años, líder de audiencia y, de repente, decide cambiar de emisora. ¿Qué espera de este nuevo proyecto?

R: Te vienes con tanta ilusión que esperas lo mejor, sabiendo que lo mejor no siempre significa ser el mejor en audiencia, tener más oyentes que los demás. Por eso, nos hemos marcado como objetivo algo muy claro: trabajar cada día para convencer al oyente de que nos sintonice porque hacemos un buen programa.

P: ¿Por qué abandonó la SER, en una situación tan aparentemente cómoda como la que estaba?

R: Mi marcha se decidió básicamente por las condiciones que le ofrecían a mi equipo, y a mí también. Una vez nos llegó la oferta de Onda Cero, les dije: "si queréis que me vaya, me voy. Pero tenéis que decídmelo, como mucho, en 10 días a partir de hoy". Tres días después, me confesaron que se sentían mal por obligarme a marcharme, pero sus condiciones eran buenas y las aceptamos. Yo no quiero ir de bueno ni nada de eso, máxime porque mi oferta era buena, pero hay una cosa clara: lo que soy se lo debo a ellos. A gente como (Carlos) Bustillo o David Alonso, que lleva casi dos décadas conmigo y que es responsable de los sonidos de El Larguero. Han sido muchos días, muchas madrugadas y muchos kilómetros de carretera con ellos. Por eso, ese punto (el de sus condiciones) era importante.

"Yo, al contrario que otros, no voy a llorar porque tengo menos postes que antes"

P: ¿Deduzco que se portaron mal con ellos en la SER?

R: No lo creo. Conmigo se mostraron dispuestos a hacer un esfuerzo económico para que me quedara y se portaron muy bien. Pero a ellos no les ofrecieron lo mismo que en Onda Cero, a lo mejor porque no podían saltarse su política salarial. No he interpretado nada más allá de eso.

P: Ha llegado a sugerir que los dirigentes de la SER están un poco despistados...

R: No creo que dijera la palabra despiste. Lo que pienso es que hace unos años tú mirabas la parrilla de la SER y sabías lo que te podías encontrar. Ahora, si te fijas, ves varias cosas distintas al mismo tiempo y quizá al oyente le resulte difícil hacerse una idea de su línea. Han cambiado demasiadas cosas.

P: ¿La vida será más difícil a partir de ahora sin la fuerza de la SER, sin su audiencia y sin su infraestructura de postes?

Mi única lealtad se debe a los oyentes y a estos son a los que hay que convencer y demostrar que somos capaces de hacer un buen programa. Yo, al contrario que otros, no voy a llorar porque tengo menos postes que antes. Ahora, hay los suficientes medios tecnológicos para compensar eso. Nosotros nos centraremos en convencer al oyente y, sea donde sea desde donde nos sintonice, desde casa, desde el coche o desde la cocina, trataremos de que tenga la sensación de que está escuchando algo bueno. Afortunadamente, la gente es inteligente y sabrá elegir lo que quiere. Nosotros remaremos río arriba todo lo que podamos e intentaremos conseguir un buen resultado. Pero, si no es tan positivo como esperamos, repito: no lloraré por los postes.

P: ¿Está la radio nocturna en decadencia?

R: No. Absolutamente no. La radio goza de una muy buena salud y hay mucha gente que se informa a través de este medio de todo lo que pasa en este país. Mira, cuando vienen entrenadores o jugadores de países como Alemania o Francia y escuchan el nivel periodístico de los programas deportivos nocturnos se sorprenden, porque es alto. Por otra parte, ha habido una evolución tecnológica que nos ha beneficiado. Ahora, un reportero, con un teléfono móvil, puede entrar en directo con cualquier protagonista y ofrecer una señal de grabación muy buena. Antes eso no se podía hacer. Cuando yo empecé, si ibas a un entrenamiento a la Ciudad Deportiva del Real Madrid o al Vicente Calderón, tenías que ir con una unidad móvil y tenías que movilizar muchos medios técnicos para entrar en directo a una hora determinada.

P: Eran otros tiempos...

R: Todavía me acuerdo del día que di, en exclusiva, que a Pedro Delgado le dejaron seguir participando en el Tour de Francia [de 1988, tras encontrar en un análisis una sustancia que prohibió la UCI un año después]. Lo hice porque en ese momento estaba con un micrófono inalámbrico en el hotel del equipo, en Burdeos. En el momento justo, en el lugar adecuado, vaya. De lo contrario, tendríamos que haber salido corriendo hacia el lugar desde donde estuviéramos. Hubiera sido imposible.

P: Se puede decir que se ha perdido el romanticismo, pero se ha ganado en precisión...

R: Es que ahora mismo esas noticias no sólo están al alcance de los grandes medios. Cualquier periodista de una radio pequeña, de una emisora local, con un teléfono móvil puede conseguir cosas que en aquel entonces era impensable. Podías tener un golpe de suerte o la perspicacia suficiente para estar en el hotel de Induráin el día que se bajó de la bici y se retiró de la Vuelta a España, como nosotros. Pero era algo que en realidad no se podía controlar.

"Cuando vienen entrenadores o jugadores de países como Alemania o Francia y escuchan el nivel periodístico de los programas deportivos nocturnos se sorprenden"

P: Uno de los principales competidores a los que se enfrentan actualmente las radios son las tertulias deportivas nocturnas de televisión. ¿Comparte el tono? ¿Es demasiado agresivo?

R: Yo respeto a todo el mundo. Que cada uno haga lo que quiera. Cada uno nos subimos cada noche a este gigantesco escenario e intentamos hacer nuestra función de la mejor forma posible o del modo que pensamos que más le puede gustar al oyente.

Ahora bien, en la radio creo que todo es más difícil. En la tele, cuando muchos hablan a la vez, incluso a gritos, no se produce un efecto negativo como en la radio. Ahí, se monta un gallinero entre cinco o seis y tú estás viendo al moreno, al rubio, al gordo y al de gafas y tienes la capacidad de juzgar, pero con imagen de todos, Aquí, cuando dos invitados se interrumpen tengo que cortarles rápido porque sus voces se solapan y, entonces, el oyente no se entera de nada. Por eso, yo intento evitar que se den esas voces.

P: ¿Qué errores que cometió en El Larguero no quiere volver a cometer en esta nueva etapa?

R: He cometido muchos. Muchísimos. Yo siempre he tenido mucha gente por delante de mí y de sus aciertos y de sus errores he podido aprender. He ido observando, he ido apuntando y he ido creciendo. Ahora bien, he cometido muchos errores porque soy una persona muy visceral. Ahora, intento relativizar todo mucho más.

P: ¿Se arrepiente José Ramón de la Morena de haber mantenido esa guerra con José María García?

R: A ver, yo me arrepiento de todo el daño que he hecho a la gente durante todos estos años. Las guerras muchas veces no las provocas tú: muchas veces saltan. Como saltan las revoluciones. Un buen día, de repente, se revuelve el gallinero. A mí me tocó librar ésta. Yo he hablado con García y me dijo: “qué gilipollas fuimos los dos”. Y yo le dije: “bueno, la vida nos puso en esa situación y los dos atacamos o nos defendimos de la forma en que consideramos en aquel momento. De nada sirve ahora reparar en exceso en todo eso. Lo importante es que los dos actuamos de la manera más honesta o más valiente que consideramos. Nos equivocamos los dos, evidentemente, pero ahora eso no tiene solución. Eso sí, espero que me ayude a evitar errores en el futuro.

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