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Mediaset tutelará la venta del 17% que controla Prisa y baraja adquirirlo en los próximos meses

Los dueños italianos de Mediaset no están dispuestos a que cualquiera entre en su accionarado. Por ello, vigilarán muy de cerca la posible venta del 17,3% que posee Prisa. Incluso, siempre según fuentes del sector, barajan la intención de comprarle ese paquete al holding presidido por Juan Luis Cebrián. Así, evitarían la entrada de inversores no deseados. Eso sí, de momento la pelota no está en el tejado del grupo propietario de Telecinco y Cuatro, sino que antes debe mover ficha el viejo imperio de los Polanco. Precisamente estos días Prisa da los últimos retoques a un plan de refinanciación que pretende cerrar antes del próximo 10 de diciembre, fecha de su próxima Junta General. 

En Mediaset quieren evitar, precisamente, que les suceda algo similar a lo que ha ocurrido en Prisa, donde han entrado como accionistas numerosos fondos buitre. Las citadas fuentes del sector aseguran a este diario que el grupo italiano no descarta, en absoluto, recomprar al Grupo Prisa ese 17,3%. Este paquete de acciones vale ahora mismo entre 550 y 600 millones de euros, cifras que Mediaset puede afrontar sin problemas. Si finalmente hubiera un acuerdo entre ambos, los dos saldrían ganando. Por su lado, Prisa conseguiría liquidez para hacer frente a su deuda astronómica. Por el suyo, Mediaset recuperaría un paquete cuyo valor en el mercado sigue en alza y le puede generar jugosos dividendos en el futuro. Eso sí, en Mediaset de momento no quieren pronunciarse al respecto y esperan, pacientes y con atención, los movimientos de Prisa. 

Delicada situación

El conglomerado de medios edificado por el fallecido Jesús de Polanco y ahora pilotado (con bastantes accidentes) por Cebrián vive una dificilísima situación financiera. Ahora mismo, acumula una deuda bancaria neta de 3.241,6 millones y una deuda neta total de 3.366,7 millones. Algunas de sus unidades de negocio emblemáticas pasan por malos momentos: El País no levanta cabeza y la Cadena Ser tampoco está para tirar cohetes. La salvación del grupo pasa por cerrar cuanto antes su plan de refinanciación. Plan que consiste, en síntesis, en que los grandes bancos españoles y dieciséis fondos buitre le aporten el oxígeno necerario para sobrevivir. 

Este plan incluye, como obligación, que Prisa se deshaga de "activos no estratégicos" en un plazo de tres años. Los activos susceptibles de ser enajenados son, como es sabido, el 56% de Digital Plus/Sogecable, la participación del 17,3% en Mediaset y la participación en la portuguesa Media Capital. De los tres, Prisa pretende vender primero Sogecable. El comprador sería, como siempre se ha esperado, Telefónica, que pagaría unos 600 millones. De hecho, los analistas consideran que el 56% de Digital Plus constituye el mejor activo que tiene Prisa para vender en primer lugar, porque su posible venta ofrece más ventajas en el mercado ahora mismo, como desveló Vozpópuli al acceder a un informe de la prestigiosa firma N+1. 

Los mismos analistas aseguran que el activo más líquido de los tres "no estratégicos" es el citado paquete del 17,3% en Mediaset, dado que la compañía italiana ha crecido en bolsa sin parar. Este jueves perdió un 3% de su valor, pero en lo que va de año ha crecido la friolera del 55%. Como continúa esa tendencia alcista, Prisa puede esperar y vender sus acciones en Mediaset por un precio todavía más alto en el futuro. En todo caso, el negocio por esa venta ya es seguro para Prisa porque su paquete en Mediaset ahora vale, como se ha dicho, casi 600 millones. Y cuando lo adquirió valía menos de 500; esa adquisición fue en 2010, en el marco de la fusión entre Telecinco y Cuatro.  

Pero, como se ha dicho, antes de cualquier venta Prisa tiene que cerrar el acuerdo de refinanciación. Algo que, según las fuentes del sector, ocurrirá, como tarde, la próxima semana. Después vendrá la Junta General Extraordinaria del 10 de diciembre. En ella, los accionistas votarán si admiten la emisión de warrants derivada, precisamente, del plan de refinanciación. Será la enésima prueba de fuego para el siempre cuestionado Cebrián. 

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