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León de la Riva: la muerte política del alcalde arrogante que no paró de desafiar a la Justicia de Valladolid

El todavía alcalde de Valladolid, Francisco Javier León de la Riva

La carrera política de Francisco Javier León de la Riva quedó herida de muerte el 24-M y ha sido rematada por la justicia este viernes. El barón del Partido Popular que durante las últimas dos décadas ha ostentado el bastón de mando de la capital vallisoletana ha muerto por omisión. Por una sospechosa desidia. Por negarse a ejecutar una sentencia judicial emitida hace cinco años que ordenaba el derribo de varias partes del edificio donde habitaba por ser construidas de forma ilegal. Este ginecólogo de 69 años abandonará en los próximos días el Ayuntamiento de una ciudad que le ha otorgado cinco mayorías absolutas y que le ha visto pasar por los tribunales y perder los papeles en más de una y de dos ocasiones.

A León de la Riva le han ajusticiado desde su propia casa. Ha sido la juez Evelia Marcos Arroyo la que le ha inhabilitado para presentarse a la reelección en su puesto, al condenarle por un delito de desobediencia por su negativa a aplicar una sentencia judicial que le obligaba a demoler varias partes del edificio en el que vive, que fue propiedad de Caja Duero, la entidad bancaria de la que fue vicepresidente entre 1996 y 2008.


La decisión de esta juez ha puesto fin a una trayectoria política que comenzó al calor de la presidencia de José María Aznar de la Junta de Castilla y León; y que encaró su recta final el pasado domingo. Ese día, 25.000 electores vallisoletanos decidieron no renovar su apoyo al Partido Popular y posibilitaron que el tibio candidato socialista, Óscar Puente, pudiera pactar con Valladolid Toma la Palabra (IU y Equo) y Podemos para desalojar a De la Riva del despacho principal del Ayuntamiento.

IU, Equo y Podemos apoyarán al candidato socialista, Óscar Puente, para que sea el próximo alcalde de Valladolid

Veinte años y varias visitas a los tribunales

Desde la noche del 24 de mayo, los vallisoletanos han comenzado a mirar por el retrovisor una etapa que ha durado dos décadas y en la que su alcalde y su equipo han visitado los tribunales por diferentes asuntos urbanísticos, como poco, de dudosa legalidad.

El que más relevancia adquirió fue el relativo al Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) que el Pleno municipal aprobó en 2003 y que se publicó en el Boletín Oficial de la Provincia de Valladolid con hasta una veintena de modificaciones con respecto al documento votado por los ediles. La justicia consideró que estas alteraciones, que afectaban a la edificabilidad de algunos edificios sospechosos, habían sido realizadas de forma consciente y, por tanto, condenó al Consistorio.

 

En su etapa de gobierno, también se han puesto en tela de juicio las adjudicaciones de contratos municipales a compañías como Begar, propiedad del constructor burgalés José Luis Ulibarri, imputado en la trama Gürtel. En los tribunales, se encuentran las que el Ayuntamiento de Valladolid otorgó a las empresas de Luis Alberto Samaniego, exjefe de Mantenimiento del Consistorio del que la Intervención Municipal sospecha que infló presupuestos, utilizó empleados municipales para acometer obras encargadas a sus entidades y facturó obras que jamás se realizaron.

El Ayuntamiento de Valladolid publicó en el Boletín Oficial de la Provincia un Plan de Ordenación Urbana con 20 modificaciones sobre el que se había aprobado

Desde la oposición, también recuerdan que uno de sus hijos fue agraciado hace unos años con una Vivienda de Protección Oficial de 98 metros cuadrados en una “nueva y cotizada zona de Valladolid”. Recuerdan, asimismo, que miembros de su equipo, como el concejal de Urbanismo durante los tiempos de la burbuja inmobiliaria, Jesús García de Coca, acumulan “varias causas pendientes” en los juzgados.

¿Qué aspectos positivos destacan de su gestión? Las negociaciones con Aznar y Rodríguez Zapatero que propiciaron la llegada del AVE a la ciudad en 2007, la creación de un museo de arte contemporáneo (“casi sin fondos”), el desmantelamiento de un “supermercado de droga” que operó Valladolid durante una buena parte de la década de 1990 (El Poblado de La Esperanza) o la puesta en marcha de algunos eventos culturales “con cierta relevancia a nivel nacional”.

El alcalde que dice siempre lo que piensa

La forma de gobernar de Francisco Javier León de la Riva generó tantas pasiones entre sus defensores, como odios en sus detractores. La oposición siempre le recriminó que, mientras en la sala de prensa era valiente y deslenguado, en el Plenario se escondía por sistema detrás de algún concejal de su partido para evitar el debate con sus rivales. Sus “excesos verbales” han sido tan difundidos entre la prensa nacional, como han sido maquillados sus escándalos urbanísticos en los dóciles medios de comunicación locales.

En su partido, hace tiempo que era considerado como un verso suelto. Como un político que, desde el momento en que perdió sus aspiraciones de medrar, no se ha cortado en criticar a la Junta de Castilla y León o al Ejecutivo de Mariano Rajoy. Entre las filas enemigas, no le consideran precisamente un hombre elegante. A Soraya Rodríguez, su rival en las elecciones de 2007, le dedicó una coplilla en la que le llamaba “mentirosa”. A Carmen Chacón le comparó con la señorita Pepis cuando ejercía de ministra de Defensa. Y de Leire Pajín destacó sus “morritos”.

A Carmen Chacón le comparó con la señorita Pepis. Y de Leire Pajín destacó sus "morritos"

El pasado domingo, tras cerciorarse de que los votos obtenidos por el PP no le garantizaban la mayoría absoluta, afirmó, con tono chulesco, que había llegado el momento de que los perdedores comenzaran a intercambiar cromos para tratar de desbancarle de su puesto. Hace unas horas, después de conocer que la Justicia le había otorgado una jubilación política anticipaba, apareció en la sala de recepciones del Ayuntamiento y anticipó a los medios de comunicación que pensaba recurrir la sentencia, y que no estaba entre sus intenciones abandonar la Alcaldía antes del Pleno del próximo día 13 de junio.

Por eso, es de suponer que hasta el momento en que se nombre a su sustituto, seguirá con su inamovible rutina diaria, que pasa por entrar al Ayuntamiento a las 08.00 horas para subir sus escaleras “de dos en dos” y llegar con la máxima rapidez a despacho principal. Desde ahí, ha tomado durante las últimas dos décadas las decisiones que han condicionado el presente y el futuro de una ciudad mesetaria de espíritu frío, con una bien labrada fama de conservadora y reticente al cambio.

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