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Fainé movió los hilos y el Conde de Godó paró en firme

Isidro Fainé, presidente de Gas Natural.

Expone La Vanguardia en su editorial de este jueves un hecho que el aparato propagandístico de la Generalitat suele obviar, de forma premeditada: “La economía tiene sus propias leyes, que en la era de los mercados globales no suelen someterse a las de la política”. La frase deja claro que el dinero es cobarde y certifica que quienes amasan fortunas suelen prestar una especial atención a los pequeños sismos, puesto que a veces son el preludio de fuertes terremotos.

En Cataluña, ha existido durante varios meses un silencio incómodo entre los grandes empresarios sobre el movimiento independentista, sólo roto por los rumores que aludían al supuesto apoyo que unos y otros brindaban a sus impulsores. Este status quo se ha resquebrajado en las últimas 48 horas, en las que las grandes empresas han confirmado su propósito de abandonar esta comunidad autónoma para establecerse en Madrid y en las regiones limítrofes. Por lo que pueda pasar. Una vez más, el Conde de Godó se ha dejado arrastrar por el mar de fondo generado por la burguesía catalana.

El periódico más leído en Cataluña se ha situado durante estos días más lejos que nunca de las reivindicaciones de la Generalitat. Ha elevado el tono de sus críticas contra el Govern porque la región corre el riesgo de quedarse como un solar. Sus dos principales entidades financieras, Caixabank y Sabadell, ya han anunciado que trasladarán su sede social desde Barcelona hasta Valencia y Alicante. Gas Natural se establecerá en Madrid, mientras que Abertis también piensa en hacer las maletas. La prosperidad de este territorio está más que nunca en entredicho y eso ha impulsado a La Vanguardia a avisar de forma explícita y sin eufemismos de que esta delirante aventura política debe llegar a su fin. Porque ‘la pela es la pela’ y las ideologías tan sólo dan de comer a unos pocos. Y no suelen ir acompañadas de la dicha.

Sería injusto afirmar que los medios de comunicación del Conde de Godó han defendido a capa y espada la ruptura de Cataluña con España, pues nunca ha sido así. Ni siquiera cuando José Antich estuvo al frente de La Vanguardia y concedió barra libre a los líderes del procés en las páginas de información. Ahora bien, se puede decir que su dueño y sus gestores han hecho la vista gorda en varias ocasiones ante los ataques de la Generalitat y de su entorno institucional al Estado de Derecho. Y, por supuesto, sus medios de comunicación han tendido la mano al Govern de forma habitual. Un cliente de excepción y que reparte cada año jugosas subvenciones.

Fainé es almirante de tres de los principales transatlánticos de la economía catalana y todos han dado la espalda –de forma más o menos explícita- a la independencia. No hay duda de que las grandes compañías ya han puesto en marcha su 155.

Hasta ahora, La Vanguardia ha aplicado la táctica del palo y la zanahoria al hablar de la crisis política en Cataluña. Ha compensado los golpes a la Generalitat con otros a Madrid, que a veces propinaba con una mayor fuerza. Sirva como ejemplo el pasado lunes, cuando su portada apareció en los quioscos encabezada por el titular El Gobierno reprime el 1-0. No busque usted la expresión “referéndum ilegal”, pues no la encontrará. Fue una omisión premeditada.

Un día después, publicó un artículo de Pilar Rahola que hablaba de sufrimiento, llanto, indignación, violencia gratuita, persecuciones, detenciones y amenazas. Lo culminaba con una cita a Sófocles: “una mentira nunca vive hasta hacerse vieja”.

Esta frase se hizo realidad pocas horas después -aunque no precisamente en favor de los intereses de la columnista y 'dama del PdeCAT'-, cuando se desmoronó -con la colaboración de La Vanguardia- uno de los argumentos más tramposos que han utilizado los líderes del procés para evitar que cundiera el pánico entre los ciudadanos: el relativo a que la economía de Cataluña no perdería fuelle en caso de que se declare la independencia. Los inversores penalizaron en la bolsa a las empresas radicadas en esta comunidad autónoma y apostaron por otras que, como Oryzon, anunciaron su mudanza a Madrid. Se vio claro que la confianza en el futuro de la comunidad autónoma había caído en picado y así lo denunció, sin miramientos, el periódico de Godó.

Poco después, las grandes empresas, tras varios meses de silencio, respondieron y lo hicieron de forma implacable: Nosaltres sí tenim por y nos vamos de aquí, por lo que pueda pasar.

Evidentemente, no se puede descartar que la Generalitat –sumida en su profundo delirio- cumpla su amenaza y realice una declaración unilateral de independencia el próximo lunes. Ahora bien, La Vanguardia, la banca, Gas Natural, Abertis y varias multinacionales ya han dejado claras las consecuencias que tendrá para esta comunidad autónoma. Y el periódico que durante una gran parte de su historia ha estado alineado con la burguesía catalana ha advertido: llegar hasta el final sería un “tremendo error”.

La sombra de Fainé es alargada

Las miradas han estado puestas durante un largo tiempo en Isidro Fainé, el ‘nasi’ del sanedrín empresarial catalán. En las sombras durante meses, con perfil bajo. “El ruido no hace bien y el ruido no hace ruido”, dice una de las frases que se le atribuyen.

La compañía que preside, Gas Natural, se va a Madrid. Caixabank también se marchará. Y Abertis, cuyo principal accionista es la Fundación Bancaria la Caixa, ha anunciado que se lo está pensando. Fainé es almirante de tres de los principales transatlánticos de la economía catalana y todos han dado la espalda –de forma más o menos explícita- a la independencia. No hay duda de que las grandes compañías ya han puesto en marcha su artículo 155.

Conviene recordar que Javier Godó, Grande de España y editor de La Vanguardia, forma parte del selecto club de patronos de la Fundación Bancaria La Caixa, al igual que Salvador Alemany, el presidente de Abertis. Este círculo ha cerrado filas y ha propinado un duro y certero golpe a los líderes del procés (que no al movimiento social que lo mantiene vivo en la calle). Y La Vanguardia se ha situado de este lado.

Un líder que se gesta

Resultan especialmente significativas las declaraciones pronunciadas este jueves por el conseller de Empresa Santi Vila, en las que pedía que ambas partes dejaran las armas sobre la mesa y dieran una oportunidad al diálogo. Vila es el líder de la new age de catalanismo sensato y en los últimos meses, mientras Junts pel Sí y la CUP redoblaban el tono de su desafío al Estado, se ha trabajado Madrid, difundiendo entre el mundo político y empresarial la necesidad de llegar a acuerdos entre la Generalitat y Moncloa, cuentan a este periódico fuentes del Ibex 35.

Sus palabras representan el punto de vista de la parte del PdeCat que se ha quedado a la sombra de Carles Puigdemont y compañía. La que fue silenciada por el independentismo y la más representativa de los intereses de la burguesía de esta comunidad autónoma. En este sentido, resulta muy significativo un párrafo del editorial de La Vanguardia’de este jueves: “La crisis política catalana que ha propiciado estos traslados podría rebasar el ámbito bancario. No es descartable un efecto cascada”. Y sigue, unas líneas más abajo: “Las señales son de alarma. Construir una economía como la catalana es tarea de muchas generaciones. Debilitarla es mucho más fácil”.

El sistema suele demostrar una considerable tolerancia a los golpes que recibe desde extramuros cuando no impactan en el bolsillo de sus dirigentes. Pero, cuando eso ocurre, la cosa cambia y la respuesta suele ser furibunda. La posibilidad de que Puigdemont y su troupe declaren la independencia ha provocado la espantada de una parte de las grandes compañías de Cataluña y la situación puede empeorar si la Generalitat no desiste de su ‘intentona’.

Estos días se ha podido apreciar que el principal periódico de Cataluña, -toda una institución en esta comunidad- ha dado la espalda al Govern, pese al buen trato que le ha dispensado tradicionalmente, dinero público mediante. Algunas de las principales fortunas de esta región han cerrado filas y el Conde de Godó se ha unido a ese bando. Hoy más que nunca, el procés corre el peligro de derrumbarse.

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