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El alemán Q-Cells en quiebra, símbolo de una industria solar moribunda

Casa alemana de nueva construcción y recubierta de paneles solares

Son ya cuatro, las empresas alemanas de energía solar en declaración de quiebra. Después de Solon, Solarhybrid y Solar Millenium, el líder del sector Q-Cells anuncia este martes que no ha podido escalonar la deuda con sus acreedores. La compañía, con 2.200 empleados, tendrá que restructurarse para compensar unas pérdidas que se elevan en 846 millones de euros.

Acción de 9 céntimos

Como las otras empresas alemanas especializadas en energía solar, Q-Cells sufre la competencia de los productos chinos, cuyos fabricantes reciben ayudas de Pekín. También, como en España, con el boom solar que vivió Alemania en los últimos años, el gobierno de Berlín ha decidido reducir entre el 20 y el 29% los precios garantizados de la electricidad fotovoltaica. Q-Cells, nacida en 1999, entró en Bolsa en 2005 con una acción valorada en 35 euros. El pasado lunes, la misma acción valía 9 céntimos.

La quiebra de Q-Cells significa el fin de la edad de oro de la energía solar alemana. La capacidad de producción, que se triplicó entre 2009 y 2011, ya es demasiado importante comparada con la capacidad de instalación. Los avances tecnológicos de un sector tan innovador como el fotovoltaico no compensan con suficiente rapidez la desaparición de las subvenciones públicas, mientras en Asia se prevé una sobreproducción del sector que también tendrá sus consecuencias negativas. En 2010, Europa había implantado 82% del parque solar mundial; esa tasa había bajado al 68% en 2011 y podría llegar hasta el 40% en 2016. Los grandes proyectos, como la fabricación de una planta solar en pleno Sahara, están ahora amenazados.

Errores del sector

Q-Cells ilustra bien, con su estrategia, los errores de la industria solar. Los fabricantes no pudieron desligarse de las subvenciones públicas e invirtieron masivamente para producir a menor coste en Asia. Fabricando en Malasia, Q-Cells no podía competir con los fabricantes asiáticos. Incluso el propio gobierno alemán ayudó con subvenciones a China para promocionar las energías verdes allí, pagó 100 millones al año al gobierno chino, ayudando sin querer a sus  propios competidores.      

Son las mismas subvenciones que participan en la quiebra del sector: la demanda masiva creada por ellas provocó la producción en masa de paneles solares, especialmente en China, lo que resultó en una caída de los precios. China producía el 33% de todos los paneles del mundo en 2009; ese dato alcanzó el 57% en 2011.

Sin embargo, algunos fabricantes siguen optimistas, en mayoría los que no aprovecharon las subvenciones y dieron a luz a un modelo industrial competitivo. Esos existen, sobre todo en Estados Unidos, donde First Solar fabrica los paneles más económicos del mundo y está ahora construyendo en California la central solar más grande del mundo, con capacidad de 550 MW. En Alemania también podrán sobrevivir las empresas que mantienen los parques solares o las que ayudan a los operadores a vender su energía solar. Pero la fabricación de placas solares está ahora claramente dominada por los países asiáticos. 

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