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Gourmet

Beber tiene perdón: cuando el fraile cuida el alambique

Grabado medieval con un monje bebiendo vino (Wikimedia Commons).

Beber no es pecado… Un sorbito ayuda a la reflexión sobre la vida terrenal:

1. Eucaliptine-Licor de Eucaliptus. Oseira (Ourense)

Posiblemente, el eucalipto tiene algunos defensores en Galicia entre los monjes cistercienses del Monasterio de Oseira ubicado en la parroquia homónoma del concello de San Cristovo de Cea. Aunque en nariz tiene una componente un tanto medicinal, hay que reconocer que es un buen recurso para combinarlo con un vasito de leche caliente para defendernos de cualquier resfriado. También es muy reconocido el uso de la hoja de ese árbol por la miel.

El licor se vende en dos modalidades: Ámbar, elaborada con tres tipos distintos de eucalipto; y Oro, que mezcla de hierbas medicinales y aromáticas. ¡Bendito císter!

2. Licor Tizona. San Pedro de Cardeña (Burgos)

El licor Tizona no gusta a todo el mundo al principio, pero después de la segunda copita es un buen argumento para disfrutar de la lectura de un buen libro de historia medieval. Dicen que es una fórmula secreta, que se mantiene en los rincones más secretos de este monasterio (como la bodega que se puede ver en el siguiente vídeo), y casi un homenaje gourmet al Cid Campeador. La orden cisterciense habita en este monasterio de San Pedro de Cardeña desde 1098 y parece ser que el noble caballero castellano paró en el monasterio camino del destierro.

Se dice que el Tizona tiene una fórmula creada con una mezcla de treinta hierbas distintas y recogidas por los campos de Castilla, y se dice que a eso hay que unir unas dosis de clavo, canela y acíbar. Se vende en dos versiones: El más bonito a la vista es el amarillo con una graduación de 38 grados. Para los más tradicionales, tenemos el verde , que es más digestivo, por sus 40 grados.

3. Licor de Café del padre Evencio. Toro (Zamora)

Toro ha hecho de la gastronomía un referente. Sus vinos, sus quesos y su tapeo están a la altura de la visión que ofrece la vega del Duero desde el mirador que hay detrás de la colegiata. Sin embargo, los amantes de los licores monacales siempre tienen una parada en el Convento de los Mercedarios Descalzos, también muy reconocido por ser lugar de inicio de una de las procesiones más reconocidas en toda Semana Santa.

Parece ser que el padre Evencio tenía buena mano con los licores y es justo que la etiqueta lleve su nombre, no solo por el licor de café, sino también por el de Canela o Fresa que son los que más venta tienen. 8 euros vale la botella y el precio es más que justificado.

4. Licor de café. Constantina (Sevilla)

Rico, sabroso y generoso es este licor elaborado por las hermanas Jerónimas del convento de Constantina de Sevilla, camino de la Sierra Norte de Sevilla.

Su sabor dulzón lo convierte en un producto sumamente atractivo. La base del producto es una mezcla de café y anís, donde no falta la el toque personal de las hermanas que habitan en este convento de clausura. Cazalla de la Sierra está muy cerca.

5.- Licor de membrillo. Granada

En cualquier feria de productos monacales siempre hay un hueco para el Monasterio de San Jerónimo de Granada. Dicen que su fundación es incluso anterior a la toma de Granada por los Reyes Católicos.

Su importancia arquitectónica justifica una visita, pero no es menos interesante su licor de membrillo, que es una de las joyas de algunas tiendas on-line de productos monacales. Se suele vender en botellas de 250 cc. Y cuesta 5 euros, pero merece la pena porque con una copita, los pecados se convierten en pequeñas faltas.

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