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Gourmet

La cerveza tranquila: una moda para otro ambiente

 Orval

Un clásico de la cerveza belga de abadía. Es ese placer de tomar una cerveza en su copa original junto a un gran ventanal releyendo esa novela de Thomas Mann o un tratado de historia sobre la Baja Edad Media, que nos ayudara a superar un mal momento en nuestra relación personal. Aquí la historia se mide con la precisión de los maestros canteros que trabajaron en la construcción de la abadía. En el Císter, el arte era una pieza fundamental del vivir cotidiano, casi tanto como la gastronomía.

Esta cerveza guarda mucho de ese espíritu. Su intenso color ya nos hace presagiar la fuerza de un sabor que no deja indiferente… Te gusta o la detestas. Lo mismo sucede con los quesos que se elaboran en la misma Abadía Notre Dame d’Orval, construida en el siglo XII y refundada a comienzos del XX en la región valona de Gaune. La experiencia merece el viaje.

De Koninck

Pocas veces una cerveza se convierta en el símblo de una ciudad, pero en el caso de Amberes las cosas están muy claras. De Konnick es la marca. Es una cerveza de terraza para ver como nuestros vecinos y preparar los ánimos antes de una cena de verano.

A pesar de su profundo color ambar, tiene un punto de graduación muy razonable, que apenas supera los 5 grados. El primer sorbo es sumamente refrescante y siempre deja como marca distintiva un cierto toque de acidez, del final del trago. Deliciosa y perfecta para introducirnos en este tipo de producto.

Paulaner Naturtrüb

En Múnich se sabe mucho de trigo y eso se nota cuando se abre una Paulaner. En cualquiera de sus modalidades es una cerveza moderna y refrescante. Dicen que su fabricación sigue los postulados de la ley de 1516, que presume de ser la ley agroalimentaria más antigua del mundo… Además el nombre se lo deben a San Francisco de Paula, que parecía ser muy compresivo con el consumo de cerveza.

La Naturtrüb es el producto de referencia y posiblemente el producto más conocido de la marca. Esta cerveza tiene una textura diferente. Hay un cierto gusto harinoso, cargado de energía. Siempre es agradable abrir una botella después de una larga caminata por las montañas de Baviera. Desde el primer trago, se nota como la cerveza nos rehidrata y nos anima. La visión de las montañas y la tertulia con unos amigos sobre el cansancio en la empinada cuesta antes de llegar al punto de reunión es un gran relajante.

Guinness Original

Guinness Original es una cerveza tipo stout elaborada desde hace más de 200 años por los maestros cerveceros de la marca según la receta original. Su color es denso, intenso y opaco. Estamos ante un producto para iniciados. Casi parece obligdo servise en un vaso de la marca Guiness inclinándolo unos 45 grados y teniendo la paciencia suficiente para que se asiente la espuma. Hay que ver como las burbujas van hacia el fondo del vaso, al contrario de otras cervezas.

Sólo se utilizan ingredientes naturales, con la cebada tostada como gran protagonista, que le dan un tono achocolatado inconfundible. Una buena manera de acercarnos a este producto es tomarlo muy frio, contrariamente a las reglas de los más “ortodoxos”. Cuando se sirve a menos de 5 grados se nota ese suave toque amargo. Todos nos dirán que un pub en Dublín es el lugar perfecto para su disfrute, pero tampoco le vienen mal los atardeceres desde alguna playa en el condado de Kerry…

Affligem Blonde

El cambio de botella no ha cambiado el espíritu de esta maravillosa cerveza. Ese color dorado refleja el carisma del producto. Si uno se encuentra en un momento de duda personal y tiene que reflexionar, puede aplicar la historia de la marca. Cuenta la crónica que 6 caballeros que se habían dedicado al pillaje se arrepienten de sus culpas y deciden instalarse en Affligem, adoptando los hábitos de vida de los benidectinos.

Allí entre penurias, guerras, revoluciones y pesares, la abadía de Affligem soportó los maltratos de la historia. ¿El resultado? Un lugar hermoso como este tiene que producir productos de calidad. Affligem Blonde es un producto suave, cargado de recuerdos campestres. Es una de esas cervezas que se abren con alegría cuando un grupo de amigos organizan un almuerzo en la campiña flamenca. Mejillones, mantequilla, quesos y alegría… que el invierno tardará nueve meses en volver. Un producto con carisma, que ayuda a pasar las páginas en blanco.

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