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Gourmet

Historia del Mono: el origen del licor más navideño

Esta vidriera se encuentra en la histórica fábrica de Anís el Mono.

Para demostrarlo, el Mono se viste de rojo con la mirada puesta en la temporada navideña, y lo hace mediante una edición limitada con un diseño diferente tintado en ese color y con formas de diamante que hacen la botella más atractiva, pensada para coleccionistas de cosas diferentes.  Ahora la pueden regalar o colocar de adorno en el salón. Además, debido a la alta demanda del pasado año, esta serie especial aumenta su producción hasta las 10.000 unidades, para que no haya nadie que se quede con las ganas de este nuevo formato. Estamos hablando, al fin y al cabo, de nada menos que litro y medio de Anís del Mono.

Para Bodegas Osborne, su dueño desde hace ya más de 35 años, el Mono ha resultado ser un negocio de hierro, estable contra viento y marea y los bajones de la crisis. Ya sea en la cocina, como combinación en un refresco, o para hacer la digestión tras una copiosa comida. La criatura ha aguantado, literal y figuradamente, todo lo que le han echado en siglo y medio de existencia.

Una imagen que casi forma parte de la mitología española

La historia del Anís del Mono tiene sus anécdotas. Los aficionados a esta bebida saben que todavía se conserva el lugar donde se desarrolló el producto en Badalona, así como el revoltoso primate que nos lo anuncia, que presenció el nacimiento del anís desde una jaula en la factoría de los Bosch. Eso es, al menos, lo que dice la leyenda, aunque hay varias versiones sobre su presencia en la etiqueta. ¿Ustedes también ven al naturalista Charles Darwin, autor de la teoría de la evolución, en el rostro humanizado del mono? Quizá los empresarios catalanes querían desacreditar al científico o a lo mejor situar su producto como el más “evolucionado” de su clase...

En todo caso, el Anís del Mono está inserto con todo derecho en la cultura popular española. Incluso ha sobrevivido el error original en su etiqueta, con una “l” de más en la palabra “destilación”. El trazo suelto pero preciso del modernista Ramón Casas, otro icono catalán a caballo entre el impresionismo y la pintura clásica, le da el último empujón a una imagen que casi forma parte de la mitología española. 

¿Pero qué hay de la icónica botella?

Si les parece que tiene rasgos poco habituales aciertan. Evoca el frasco de perfume que uno de los hermanos Bosch, fundadores de la empresa, compró en París para su mujer, y que fue utilizada para depositar el que se convertiría primer anís envasado de la península. El propio Vicente Bosch regularizó su situación haciéndose con los derechos de la botella. Sea como sea, de ese mono enjaulado, ha sacado todo el partido posible de una anécdota tornada historia con mayúsculas.  Si Picasso y Juan Gris utilizaron la botella como fuente de inspiración por algo será…

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