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Gourmet

Luis Gutiérrez: “No resulta fácil catar 3.600 vinos al año”

Luis Gutierrez con Robert Parker.

¿Cómo se siente un abulense en un mundo tan anglosajón como es todo el entorno de Robert Parker? 

Muy cómodo, la verdad. Mi mujer es británica (italo-irlandesa), nuestros hijos son bilingües, en casa se habla español e inglés por igual... He tenido la suerte de viajar mucho, conocer diferentes países y culturas. Me considero un ciudadano del mundo.

¿Cómo han sido estos primeros nueve meses?

Para mí ha sido un cambio enorme, he pasado de trabajar en una oficina con un equipo grande a trabajar casi en solitario, sin horarios, viajando para catar, en casa, escribiendo… Lo primero ha sido planificar el trabajo, las zonas a cubrir y el orden, y luego ponerse manos a la obra, pues me tengo que organizar todo personalmente y no es tan fácil catar 3.600 vinos al año.

Decidí comenzar por Jerez, porque es uno de los grandes vinos del mundo, que nunca se había cubierto específicamente en The Wine Advocate, y luego lo que hacía más tiempo que no se tocaba: Bierzo, Sureste, Canarias, Galicia…

No tiene la sensación de que algunas personas hablan de la Guía de Parker por lo que leen en los medios, confundiendo bodegas y etiquetas...

Los que conocen The Wine Advocate de primera mano son pocos. Casi todo el mundo habla de oídas, de los puntos, pero poca gente lee lo que se escribe.

¿Cuántos suscriptores tiene en España una publicación con la suya?

El número de subscriptores en España es extremadamente bajo para la repercusión que tiene The Wine Advocate, especialmente porque la publicación vive exclusivamente de los subscriptores.

¿Es consciente que no se puede probar todo?

Por poder se pueden catar muchos, pero hay que dedicarles un poco de tiempo, así que es una cuestión de equilibrio. Soy totalmente consciente que no se puede (¡ni se debe!) probar todo. No hago más que repetírselo a la gente. El tema del volumen es muy llamativo y es algo que me preguntan mucho, porque resulta muy impactante. Hay días en los que tienes que catar 100 vinos, pero no tiene mucha gracia. Te pasas de ocho a diez horas catando vinos y acabas agotado.

¿No es terrible ver como una afición se convierte en obligación?

Es algo que tenía clarísimo. Si tu hobby se convierte en tu trabajo, te cargas el hobby. Pero no por ello te deja de gustar, claro, y el trabajo y el placer siguen siendo de maneras y en momentos diferentes. A la vez es un lujo vivir de una cosa que te apasiona, y en una publicación como The Wine Advocate tienes la posibilidad de aprender, conocer el mundo del vino de una forma impresionante. Yo ahora mismo tengo el lujo de conocer los vinos de Chile y Argentina con un nivel de detalle que jamás había soñado…

¿Qué ha hecho más daño, frases como “el vino de mi pueblo es el mejor…” o como “sé de un chollo que…”?

En general las simplificaciones, los estereotipos y el provincianismo hacen mucho daño, en el vino y en todo lo demás. Hay que viajar, conocer y gastarse el dinero para realmente entender el valor de las cosas.

Mucho pensamos que en España se entiende poco de vinos... y lo peor es que no se reconoce.

El reconocer nuestras debilidades no está entre nuestras principales habilidades, no… Se tarde mucho tiempo en generar cultura y realmente llevamos poco tiempo. Lo malo es que tampoco veo que vayamos por muy buen camino, si miras las estadísticas de consumo de vino en España.

¿Te interesan más los productos de España o mercados emergentes como Chile o Argentina?

Me gusta la diversidad. Me encanta lo que estoy descubriendo de Chile y Argentina, y la cantidad de zonas que están resurgiendo en España. Conozco mucho más los vinos de Europa, pues de Sudamérica apenas llegan aquí.

¿Por qué no entran otros países como Uruguay o zonas más pequeñas de España?

España entra al completo, iré haciendo todas las zonas poco a poco, pero como me recordabas, no se puede probar todo. Los países que tienen visibilidad internacional de Sudamérica son Chile y Argentina, y con estos tres países ¡tengo más que de sobra! Tal vez en el futuro se amplíe a países como Uruguay, que mencionas. 

¿No hay una excesiva obsesión por un vino de 100 puntos?

Sí, total. Pero de alguna forma es normal; es la simplificación llevada al extremo.

¿Qué podemos hacer para fomentar la cultura del vino entre los jóvenes?

¡Huy, esa es la pregunta del millón de dólares! Creo que nadie tiene la respuesta y que el tema es muy complejo. La verdad es que le he dado muchas vueltas al tema y no lo sé. Creo que lo que se dice está un poco hueco, simplificar el lenguaje, hacerlo más accesible, vinos por copas, precios… Vale, pero ¿cómo se hace eso? Lo que tengo claro es que entre todos los que estamos en esto estamos haciendo algo mal, muy mal, y no logramos corregirlo.

¿Cree que el mundo del enoturismo podría desarrollarse mejor en España?

Claro, lo peor es la autocomplacencia. Por supuesto que hay mucho por mejorar, especialmente cuando el turismo es una parte tan importante de la economía. El vino es disfrute, igual que el turismo. Unido a la gastronomía debería triunfar rotundamente…

Existe el fundamentalismo en el mundo del vino…

Sí, como en todos los mundos, pero siempre es un pequeño nicho. No hay nada malo en la biodinámica, ni en que te gusten los vinos sin azufre ni los de tu zona; lo malo es cuando se lleva a un extremo y terminas prestando más atención al proceso, a detalles o a la nacionalidad.

¿Por qué las bodegas se prestan tanto a la intriga, peleas, series y novelas?

Supongo que porque es un mundo poco conocido, con cierto glamour, y que tiene los ingredientes para ello. Obviamente de todo habrá, pero en general la gente del vino es extremadamente generosa. El vino es algo para compartir y cuando un productor encuentra un aficionado con pasión por su trabajo y lo que crea le dedica tiempo y no duda en descorchar las botellas que haga falta. Desde luego esa es mi experiencia, más que lo que veíamos en Falcon Crest.

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