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Pablo Iglesias vs Mario Vaquerizo: dos melenas para dos Españas

Pablo Iglesias (izquierda) y Mario Vaquerizo (derecha) / Gtresonline.

Desde que Pablo Iglesias irrumpiera en nuestras vidas gracias a las elecciones al Parlamento Europeo, no hay día en que no salte a los medios algún tipo de noticia del líder de Podemos. Desde declaraciones políticas hasta su vida personal, la de su pareja o dónde compra la ropa. Quiera o no, Pablemos se ha convertido en una auténtica estrella. Y cuando uno llega a la fama, las comparaciones son inevitables. Otra cosa es que se le someta a un duelo imposible -y virtual- con el famoso más alejado a su universo. ¿Quién podría ser? Pues, sin duda, Mario Vaquerizo. Mientras Iglesias es todo argumentación y serenidad, Vaquerizo lleva la frivolidad, el descaro y la diversión al máximo. Pero, ¿son tan distintos como parecen? Aquí tienen unas cuantas razones que les harán cambiar de opinión.

Ambos han revolucionado el lenguaje de la calle

Pablo Iglesias ha puesto de moda la palabra “casta”. Ahora todos nos preguntamos quién es casta, quién no, si la casta es buena o si la casta es mala. El líder de Podemos ha sabido conectar con la gente de la calle gracias a un discurso reconocible, igual que Mario Vaquerizo -y no se lleven corriendo las manos a la cabeza-. El periodista y representante ha importado a la televisión una forma de hablar presente en la sociedad pero que nunca hubiéramos imaginado en un plató. Vaquerizo ha colado coletillas, expresiones y ha conseguido que, tras 40 años de carrera, todo el mundo llame “la Olvi” a Alaska.

Ambos cuidan su imagen al detalle

Por mucho que vean en Pablo Iglesias un chico normal y corriente, no crean que no cuida su imagen. Todo líder sabe qué quiere transmitir -aunque sea de forma inconsciente- y se crea un estilo acorde a sus ideas. Igual que puede hacer Mario Vaquerizo con su imagen de estrella del rock al estilo de los Ramones, Pablo Iglesias viste como cree que debe vestir un político y hace declaraciones sobre comprar ropa en Alcampo porque cree que es la imagen que debe dar -independientemente de que compre o no compre en el supermercado-. Mientras el líder de las Nancys Rubias es todo barroquismo, el líder de Podemos es puro minimalismo, pero ambos tienen claro que la imagen lo es todo.

Ambos se pierden por salir en televisión

¿Se imaginan un programa con Mario Vaquerizo y Pablo Iglesias debatiendo sobre lo divino y lo humano? Seguramente sería el boom de la temporada. Tanto uno como otro saben que la televisión lo es todo, ya sea desde una silla en el Deluxe o desde un sillón en los debates de LaSexta. Y cuanta más fama, más ganas. El marido de Alaska se pasea con soltura entre Telecinco, Antena 3 y La 1, mientras que Pablo Iglesias se reparte entre Cuatro y LaSexta, con pinitos en los programas de la mañana. Vamos, que entre uno y otro acaparan más minutos televisivos que el propio Jorge Javier Vázquez.

Ambos acumulan más odios que amores

A Pablo Iglesias parece que le estén haciendo la campaña electoral todos sus haters. Tanto la formación como su líder se han convertido en la bestia negra de casi todos los partidos políticos, y unos cuantos medios de comunicación. Lo mismo le pasa a Mario Vaquerizo, cuestionado y criticado por los propios fans de su mujer. Pero, a la vez, son dos de los personajes mejor posicionados en las encuestas de popularidad. ¿Todos les aman pero nadie lo reconoce? De nuevo, el “fenómeno Gran Hermano”. No hay forma de luchar contra las dos españas.

Ambos corren el riesgo de terminar devorados por el éxito

Lo poco gusta y lo mucho cansa. A Mario Vaquerizo ya le está pasando. El periodista es un habitual de tantos programas que como no baje el ritmo, terminará por quemarse antes de tiempo -contando, además, que es un personaje que no pasa desapercibido-. A Pablo Iglesias todavía le queda cancha, ya que acaba de empezar, pero que vaya con cuidado, a ver si va a agotar la fórmula antes de llegar a las elecciones. Por el momento ya han conseguido quemar el terreno de “hombres famosos con el pelo largo”. Ya no cabe ninguno más en España.

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