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Cabo Pinar: la exclusiva cala para militares que visitaron los reyes

En esta imagen compuesta se puede ver a los reyes de España y la cala de Cabo Pinar que visitaron en Mallorca (Imágenes originales: Gtres y flickr | Morfheos con licencia CC BY-SA 2.0).

Aunque los reyes Felipe VI y Letizia no estarán de vacaciones hasta finales de julio -que es cuando acaba su agenda oficial-, aprovecharon el pasado fin de semana para huir del calor y desplazarse con sus hijas a Mallorca, donde el rey llevó a cabo algunas actividades institucionales. Como de costumbre, se alojaron en la residencia habitual de la familia real española, en el palacio de Marivent, donde ya se encuentra la reina Sofía desde hace varios días.

Los reyes no visitaban la isla balear desde abril y con esta escapada parece que se pretende desmentir los rumores de que a la reina Letizia no le gusta veranear en Mallorca. En esta ocasión, la familia real visitó la cala de Cabo Pinar, una de las calas más especiales de la isla ya no sólo por el paisaje natural -rodeado de pinares y piedras- y su playa virgen con aguas de color turquesa, sino por las peculiaridades y requisitos que se necesitan para poder visitarla, ya que su espacio conforma una base militar. Por ello, los ciudadanos de a pie sólo puede acceder por mar y siempre que no fondeen a menos de 250 metros de la orilla.

El Ejército gestiona Cabo Pinar desde 1948

A pesar de que muchos medios nacionales publicaron que los reyes y sus hijas disfrutaron de una mañana de sol y playa como una familia más, Marabilias ha podido comprobar que esa aparente normalidad no es tal. La cala pertenece a la finca de la Victòria, que es la finca pública de mayor extensión de las Baleares con titularidad municipal. El 6 de agosto de 1948 el Ayuntamiento escrituró la cesión de su uso a favor del Gobierno central para usos militares y, pese a la escasa actividad militar de los últimos años, la utilización exclusiva de Defensa se ha mantenido hasta ahora.

Lo más curioso de todo es el desconocimiento que existe sobre los requisitos para poder visitarla. Desde hace años se viene librando una batalla legal para poder hacer de este paraje natural un lugar de acceso al público y que no sea sólo de uso restringido para militares. Ya en 2011 se aprobó la autorización de un convenio de colaboración entre la Consellería de Agricultura, Medio Ambiente y Territorio, el Ministerio de Defensa y el Ayuntamiento de Alcúdia que debía permitir a la población civil acceder de forma regulada a diversas zonas autorizadas de la emblemática zona natural. Con ello se garantizaba el acceso de un máximo de 50 personas al día -de 65 en el caso de las visitas escolares- durante los meses de temporada estival. Los interesados debían formalizar una solicitud previa ante cualquiera de las tres instituciones implicadas en el acuerdo.

Sin embargo, como publican diarios locales, este acuerdo nunca se llegó a formalizar aunque sí se programaron unas jornadas de visitas guiadas para grupos de hasta 35 personas, organizadas por el área de Bienestar Social del Ayuntamiento de Alcúdia en el mes de abril y mayo. Sobre estas visitas concertadas también existen ciertas dudas, ya que desde la propia concejalía encargada de organizarlas sólo recuerdan que se hiciera alguna “en el invierno o la primavera pasada”. Desde el entorno de la Alcaldía de Alcúdia aseguran a este diario que existe un ciclo de visitas que se organizan para mayo y junio y que la propuesta de hacer la cala de acceso al público está parada.

Visitar la cala o pedir permiso es una odisea

Desde Marabilias hubo que realizar hasta nueve llamadas para poder llegar a la persona encargada de conceder los permisos pertinentes. Visitar la cala es toda una odisea y casi un imposible. Entre todas las llamadas había versiones contradictorias: algunos decían que las visitas de civiles están permitidas pero que los militares dan permiso a través de una lista de espera, frente a otros que aseguraban que se trata de uso exclusivamente militar y no se puede visitar de ninguna manera. Después de un peculiar partido de tenis de llamadas a diferentes instancias civiles y militares en el que unos derivaban a otros pero ninguno sabía exactamente si se podía o no acceder como particular ni qué requisitos había que cumplir, también nos encontramos con que la mayoría de militares y funcionarios del ayuntamiento desconocían que los reyes habían visitado el lugar... o al menos eso decían.

A la novena llamada fue posible contactar con la persona adecuada, que respondió con rotundidad a las preguntas de este medio: “No está autorizado visitarla a título particular. Es de acceso militar exclusivamente salvo excepciones como instituciones que necesiten por ejemplo hacer estudios medioambientales. Sólo se ha permitido el acceso [de civiles] en una ocasión y por unas jornadas que se hicieron en las que el responsable era el Ayuntamiento”. Al preguntarle entonces si era cierto que los reyes la habían visitado y si fueron en compañía de otras familias, respondió con un seco y contundente “no lo sé”. Sólo quiso explicar que la única manera de visitar la playa es a través de una solicitud que tiene que rellenar exclusivamente un militar que es el que se hace responsable de las personas que lleva a su cargo, ya sean amigos o familiares, y se concreta el día en función de las plazas libres que haya, ya que hay un cupo limitado. Además, hay que hacerlo con cierto tiempo de antelación, no de un día para otro, porque según detalló, la aprobación de la solicitud lleva su proceso particular.

Como jefe de Estado y capitán general de las Fuerzas Armadas, está claro que Felipe VI cumple con el requisito fundamental, el de ser militar, pero después de recabar todos estos datos cuesta creer que los reyes se hayan tomado todo este tiempo para indagar cómo visitar Cabo Pinar y para rellenar la solicitud de permiso pertinente. Aunque no podemos confirmar o desmentir si fueron a junto a otras familias y pasaron desapercibidos como una más -que en tal caso tuvieron que ser familias de militares-, lo que salta a la vista es que esa normalidad que quieren darle a su vida, como ocurrió en la comunión de Leonor, no es tan real como la pintan.

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