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Marta Robles: no todas las rubias son tontas

Marta Robles es el ejemplo de cómo un pibón, señora muy atractiva en castizo, es capaz de elaborar un ingente número de libros sin olvidar su faceta radiofónica, televisiva y en la actualidad internetera. Marta tiene todo lo que los hombres ansiamos: conversación, un erotismo bastante evidente y una voz hombruna. 

Son innumerables sus obras publicadas históricas y de ficción. El libro que escribió sobre Pedro Jota Ramírez no sé dónde catalogarlo, por este motivo me voy a centrar en la presentación que este lunes tuvo lugar sobre su último escrito, Luisa y los espejos, obra ganadora del premio Fernando Lara 2013, que como casi todo en la editorial Planeta está muy bien remunerado. Robles comparte esta gloria con "becarios" como Franciso Umbral, Terenci Moix o Ian Gibson, por poner sólo algunos ejemplos.

José Antonio Marina, el padre de la Educación para la Ciudadanía del PSOE, fue el encargado de copresentar el acto. He de reconocerles que no me he leído su polémica ley, pero sí les puedo garantizar de mi fino análisis que es un señor bastante denso y que tiene la mala costumbre de tratar de desvelar cómo se escriben los libros y, sobre todo, cómo terminan. Esto llevó a que durante la presentación Marta, que es una mujer bravía, llegara a regañar al polémico Marina por su pesadez y descaro.

Menos mal que Ana Gavin, representante de Planeta, les pidió que se fueran a pelear al bonito jardín del Villamagna, no fuera a ser que el adelanto de acontecimientos repercutiera sobre las ventas. En palabras de Marina la obra tiene todo para ser un best seller: ambiente exclusivo, algo de sexo, intriga y religión. Amén Don José Antonio.

Los espejos de Valle-Inclán

Jean Paul Rignault (su apellido termina como el del dueño de LVMH pero le faltan muchos ceros) puso algo de cordura en las palabras de los introductores. En un folio escrito que no disimulaba su acento francés, porque es de allí este señor que es el CEO de Seguros Axa, recordó cómo los espejos han sido figura literaria en muchas obras españolas destacando al maestro Valle-Inclán. También aprovechó para barrer para casa y decir que en tiempos de crisis hay que mirarse de forma escrutadora y cambiar todo aquello que no nos guste. En román paladino, suscríbanse un seguro. 

Marta, en presencia de una madre orgullosa y un marido acostumbrado a dejar el escenario para otros, comentó que cuando descubrió el personaje Marchesa Casati, la prota de su libro, sufrió un ataque de interés que le llevó a conocer todos los pormenores de una señora que fue una revolución en su época, por su magnetimo, belleza y excentricidad. Con esos mimbres establece un paralelismo entre la vida de esta gran señora veneciana y Luisa Aldazábal, una mujer que acaba de salir de un coma, y ambas se buscan en los espejos. Tras leer un pasaje que caldeó el ambiente, la voz de Marta relatando los momentos posteriores a una cópula y afirmar que sólo cabe la indecencia entre nosotros -sigo relatando el pasaje- agradeció a sus amigas de Costa de los Pinos, en Marbella, el apoyo que le han dado.

Entre el público pude ver al crítico de moda Carlos García Calvo, que hace honor a su apellido, al piloto Carlos Sainz, al que le sienta igual de bien un traje que un mono de faena, y a la escritora Nativel Preciado. En el apartado señoras para soñar destacó a mi musa Carmen Posadas y a Ana Duato, a la que le sienta mejor la ropa de esta época. Fernando Marías se moría de vergüenza cada vez que la homenajeada marcaba donde se sentaba mientras que María Teresa Ortiz Bau, directora de la Fundación AXA, proyectaba su finísima figura sobre toda la sala. 

Entre los televisivos destaco a Carmen Ro, periodista y en su momento directora de Tómbola, programa precursor del debate rosa y su marido (para mí las parejas son solo las de mus), Ángel Antonio Herrera, un cronista social que escribe como los ángeles, quizá por ser, entre otras cosas, alumno aventajado de Umbral. Ana García Lozano, presentadora y sobrina del famosísimo cantante Manolo Escobar -así reza en Wikipedia- quiso con su presencia demostrar que la rivalidad entre las presentadoras de tele es sólo una leyenda urbana. 

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