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El hijo menor de la ‘duquesa roja’: “Dejó claro que intentaría putearnos”

El hijo menor de la duquesa Roca, Gabriel González, está en una batalla judicial con sus hermanos por la herencia de su madre (Efe).

El juicio comenzó el pasado 30 de septiembre, en Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, y en él los tres hijos reclaman su parte legítima sobre los bienes con los que la noble constituyó en 1990 la Fundación Casa de Medina-Sidonia. De hecho su hijo el duque de Medina Sidonia, Leoncio Alonso González de Gregorio y Álvarez de Toledo, lo calificó como “una obligación moral” el pedir como su herencia los fondos que su madre donó a dicha fundación, según ha informado Efe.

Entre los bienes disputados se encuentra el Palacio de los Guzmanes de Sanlúcar de Barrameda, sede de la Fundación, que incluye como su “joya” un archivo con más de seis millones de documentos -el más antiguo del siglo XII- considerado como el más importante de Europa y como un referente para los historiadores. Unos bienes catalogados como Monumento Nacional y como Bien de Interés Cultural.

Gabriel González: “Mi madre dejó claro que intentaría putearnos”

En la primera sesión -de las catorce que tendrá el juicio- cada una de las partes ha dado su versión. Por un lado, los hijos de la aristócrata aseguran que su madre se excedió al donar un patrimonio que debía entrar en su herencia y por otro lado está la versión de Liliane Dahlmann que es partidaria de “respetar la voluntad de una persona” que “desde siempre” quiso constituír esta fundación para que sirviera “al conocimiento de la sociedad”. La viuda convivió 25 años con la duquesa hasta su muerte cuando fue nombrada presidenta vitalicia de la Fundación. Los hijos también le reclaman a Liliane la venta de una parcela y de una casa en la costa de Zahara de los Atunes, que según ella, compraron a medias.

A la polémica herencia hay que sumarle además la complicada relación que Luisa Isabel mantuvo con sus tres hijos. El más pequeño, Gabriel, asegura ahora que su madre “abusó gravemente de nuestro patrimonio cuando éramos niños” y continuaba diciendo: “No estoy resentido contra mi madre, porque fue una persona que nos dejó claro que iba a intentar putearnos todo lo posible”.

El duque de Medina Sidonia: “Preguntar por el testamento hubiera sido una ordinariez”

El duque de Medina Sidonia ha opinado que la constitución de la fundación fue “una reacción” de su madre ante los pleitos que le habían planteado sus dos hermanos por otras cuestiones hereditarias. También ha declarado que en 2003 decidió dimitir como vocal del patronato de la fundación cuando se dio cuenta de que su posición en él era “totalmente instrumental”, “haciendo de pantalla para disimular que los herederos estaban de acuerdo con una situación inaceptable”, cansado del “trato vejatorio” que le daba la pareja de su madre y cuando comprobó que el patrimonio de su madre “se estaba esfumando”. Además, asegura que su madre vendió varias fincas y propiedades, con los que pudo obtener “varios millones de euros” para sufragar las obras de restauración del palacio y el mantenimiento de la fundación.

El duque ha contado que en familias como la suya “no se habla de dinero” y hubiera sido “una ordinariez” preguntar por un testamento. Por eso no conocía que en el último testamento de su madre, en 2000, ocho años antes de su muerte, los fondos y bienes de la Fundación no estaban incluidos porque la duquesa roja tenía “bastante claro” que ya no eran patrimonio de la familia sino públicos, de la Fundación, según ha explicado Liliane Dahlmann.

La viuda segura en los estatutos de la Fundación se prohíbe la venta de los bienes

La viuda ha contado que la voluntad de que esos bienes no pudieran ser vendidos era tal que en los estatutos de la Fundación se prohíbe y por eso la institución se ha negado a las peticiones que ha habido en el proceso para valorar unos bienes que “no están en el mercado de valores”. Asegura que haber accedido a esas valoraciones hubiera sido “abrir la puerta” a que “tuvieran un fin pecuniario”. Además ha señalado que la aristócrata “nunca se hubiera imaginado” que las albaceas de su testamento, Urquiola de Palacio y Carmen Olías, “iban a traicionar su voluntad” en este proceso.

Liliane Dahlmann ha contado que la duquesa pagó de su bolsillo desde 1983 y hasta 2007 el salario que ella recibió, y por el que no cotizaba, por su trabajo en el palacio ducal, en el que comenzó a ayudar a su pareja a “poner un poco en orden un edificio que estaba en ruinas”. Además ha negado, como sostienen hijos de la duquesa, que ella viviera del patrimonio de su pareja: “Habíamos formado una vida en común”, ha subrayado tras contar que varias veces tuvo que apoyar con su dinero a la aristócrata para afrontar los gastos de la fundación.

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