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¿Están los futbolistas demasiado obsesionados con la paternidad?

El futbolista Iker Casillas y Sara Carbonero están esperando su segundo hijo (Gtres).

No es casualidad que las novias y esposas de los futbolistas tengan su propia nomenclatura. Las WAGs son un colectivo en sí mismo. Poco importa que no tengan un profesión reconocida, que no se dediquen a nada más que asistir a photocalls y animar a sus maridos desde la grada o que su máxima preocupación sea que su marido tenga que cambiar de equipo y, por tanto, de país. Con ejercer de 'mujer de' parece que tienen bastante. Las marcas las reclaman, los anunciantes les piden que lleven sus productos y las revistas se rinden ante sus interesantísimas declaraciones cada semana. Si consiguen cebar bien sus apariciones, pueden llegar a eclipsar a sus maridos en cuanto a ingresos se refiere. El negocio del fútbol y de lo que no es el fútbol.

Resulta todavía sorprendente que alguien como Sara Carbonero, profesional en la cresta de la ola, decida renunciar a todo para seguir a su novio y padre de sus hijos hasta Portugal. O que Shakira, icono internacional, cantante multiplatino -cuando todavía existían los discos de platino, claro-, prefiera dar un paso atrás y dejar que sea Gerard Piqué el que lleve la voz cantante. Incluso Victoria Beckham ha tenido que esperar a que su marido se retire del deporte para confirmar que era ella la que manejaba la barca del matrimonio más rentable de Reino Unido. El aroma a machismo sigue persiguiendo al mundo del fútbol de la misma forma que rodea al toreo. Tan feliz es Lourdes Montes declarando que Fran Rivera es un hombre chapado a la antigua, de los que no entran en la cocina ni muerto, como Shakira pidiendo permiso a Piqué para rodar un vídeo subido de tono.

Es en este contexto en el que situamos la obsesión de los futbolistas por la paternidad. Y no crean que exageramos cuando hablamos de obsesión. ¿Cómo explican que jóvenes de 25 años tengan ya varios retoños en casa? Pues, básicamente, porque pueden. La situación económica de los profesionales del balón es, además de envidiable, absolutamente extraordinaria -cada temporada se embolsan varios millones de euros como futbolistas y otros tantos como modelos-. Disponen de tiempo y flexibilidad horaria, de un futuro profesional corto pero muy fructífero, de un ejército de niñeras y asistentes y, sobre todo, de un sentimiento conservador que les lleva a repetir unos patrones que ya todos tenemos olvidados. ¿A qué viene esto de preguntarle a Pilar Rubio que si Sergio Ramos le ayuda con los niños? ¿Qué es eso de ayudar?

Los futbolistas, ídolos para millones de personas, modelos a seguir por los niños y jóvenes, aspiración de casi cualquier aficionado al deporte, siguen transmitiendo un patrón de conducta que debería tener los días contados. Queriendo o sin querer -demasiado-, nos acabamos quedando con el cuento de que, mientras ellos son los que llevan al pan a casa con el sudor de sus piernas, ellas tan solo tienen que preocuparse por estar guapas, atractivas, hacerse selfies y quedarse embarazadas. Y no se confundan, tener hijos es cosa de dos y seguro que ambos están felices y muy satisfechos de formar una familia, pero una cosa no quita la otra. ¿Es esto lo que queremos decirles a las generaciones venideras? ¿Que el ideal de vida es darle patadas a un balón para ganar muchos millones? ¿Que vale la pena detener tu carrera profesional en pro de la de tu pareja si éste es futbolista? Eso sí es irreal y no Instagram.

En todo este ajetreo, no crean que la culpa es solo de las que se prestan a vivir una vida de WAG. Los medios también tienen gran culpa de la imagen que se transmite. No puede ser que a las novias de los futbolistas se les trate como objetos decorativos y tan solo se les pregunte por bodas y embarazos. No debemos llevarnos las manos a la cabeza cuando un futbolista sale a pasear con sus hijos como su fuese una hazaña. Si ellos no son capaces de modernizarse, tendremos que ser los demás los que evidenciemos la circunstancia, no los que la fomentemos. Aunque, claro, contando que a estas alturas siguen empeñados en hacernos creer que en el mundo del fútbol no hay homosexuales...

Tenemos tanto trabajo por delante que vamos a necesitar mucha ayuda. ¿Conseguiremos, al menos, que todo el ejército de retoños que están criando vengan ya más evolucionados? Con eso nos daríamos con un canto en los dientes.

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