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El sol te ha quemado, ¿y ahora qué?

Helen Lindes tomando el sol en Ibiza (Gtres).

¿Qué ha pasado?

La quemadura solar (eritema) es la respuesta cutánea aguda más evidente y conocida por exposición a las radiaciones UV. Se acompaña de rubor, calor, dolor y tumefacción. Es más habitual en individuos de fototipo I a III (los de piel más clarita y sensible a las radiaciones UV). “El mecanismo es bastante complejo, no se conoce con precisión cuáles son los cromóforos responsables (moléculas que realizan la absorción de los rayos UV), pero la hipótesis es que el daño directo de los UVB y UVA de onda corta sobre el ADN se sumaría al daño oxidativo indirecto secundario a las reacciones endógenas de fotosensibilidad”, dice José Luis Nuñez, director de Marketing Profesional y Comunicación Corporativa de Johnson&Johnson.

¿Por qué me he quemado?

Clínicamente, la quemadura solar es producto de múltiples exposiciones a dosis de eritema mínimo (DEM, la cantidad de energía requerida para producir una quemadura). Es como si tuviéramos un capital solar concreto para un día. Si por ejemplo se alcanza con 20 minutos de exposición a UV, durante el transcurso de un día completo en la playa la piel puede recibir 20 o más DEM.

¿Cuándo me pondré ‘rojo guiri’?

Los cambios histológicos de la piel como consecuencia de la exposición solar se comienzan a observar a los 30 minutos con la aparición en la epidermis de las denominadas células de quemadura solar, que alcanzan su máximo a las 24 horas. Puede aparecer un eritema inmediato o bien dentro de las primeras 4 a 6 horas, con un máximo de 12 a 24 horas, y disminuyen a partir de las 72 horas. El primer estadio es un eritema intenso con tumefacción y sensación de calor. “Si la quemadura fue leve, el eritema es seguido por una descamación y posterior bronceado; pero si la quemadura fue severa, hay aparición de vesículas, ampollas, formación de costras que resuelven con  descamación y curación final. En este último caso, puede verse afectado el estado general con fiebre, náuseas, cefaleas, vómitos y colapso circulatorio”, dice Núñez.

No tomes más el sol

Si te das cuenta en la playa o en la piscina de que te estás poniendo rojo y aún pensabas quedarte un rato más, hazlo a la sombra y con ropa. Y al día siguiente lo mismo y así hasta que te cures. “Tras una quemadura solar no debería repetirse la exposición al sol hasta que la piel haya recuperado su normalidad, para evitar agravar las lesiones que se hayan producido. Dependiendo del tipo de piel y, por supuesto del grado de importancia de las lesiones, el tiempo de recuperación variará desde unas horas, en los casos más leves, hasta días o semanas, si han producido lesiones importantes o se han complicado con infecciones cutáneas”, apunta el experto.

Cúrate la zona

Las quemaduras solares hay que tratarlas como heridas. Cuando llegues a casa o al hotel, date un baño o aplica compresas de agua fría, pero nunca te pongas hielo ya que produciría una intensa vasoconstricción que podría agravar aún más la lesión. Lo adecuado es que te laves suavemente con una solución jabonosa y aclares abundantemente con agua, para eliminar cualquier partícula adherida a la piel agredida, que podría representar un foco de infección. 

Cuentan que el aloe vera era otro de los secretos de belleza de Cleopatra -aparte de los baños de leche de burra- y los egipcios la consideraban la planta de la inmortalidad. Si consigues un par de hojas de la planta, ábrelas a lo largo y verás que dentro hay una especie de gel. Úntalo directamente sobre la zona que el sol te ha quemado. Tiene un efecto refrescante, regenerador de la piel, cicatrizante y calmante, entre muchos otros, todo ello perfecto para las quemaduras del sol. Si no dispones de la planta, en el mercado hay muchísimas fórmulas de cremas, lociones, leches, geles y aceites de aloe vera. Y si no, será perfecta cualquier emulsión emoliente o tratamiento tópico con corticoides, y en todo caso mucha hidratación.

Evita siempre el contacto con sustancias irritantes (benzocaína, alcohol) y vasodilatadoras. y con agentes que dificulten la transpiración (por ejemplo sustancias oleosas).

¿Y si hay ampollas?

Si la cosa ha ido más lejos y han aparecido ampollas, hay que evitar los tratamientos oclusivos. No abras las ampollas, porque se incrementará el riesgo de infección. “Si fuera necesario abrirlas sería conveniente realizar una punción con aguja estéril, aplicar antiséptico y apósito estéril impregnado en pomada cicatrizante (centella asiática) y pomada triantibiótica (bacitracina, neomicina y polimixina B)”, apunta Núñez. Para tratar el dolor, toma ácido acetilsalicílico, ibuprofeno o paracetamol.

Si las quemaduras son más graves (de 2º grado profunda o 3er grado), existen síntomas de insolación (fiebre, escalofríos, nauseas, vómitos o sensación de desmayo), o si en una semana la piel no se ha repuesto y hay síntomas de infección, hay que ir al hospital.

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