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Estilo

Gaston Mercier: la belleza de la resistencia

Por encima de todo, Gaston es una fabrica de ideas. Con una malévola sonrisa en su rostro recuerda cuando visitaba los guarnicioneros de Millau, ciudad muy famosa por su viaducto, para escoger las mejores piezas de piel. Esta localidad francesa tiene una gran  tradición en la fabricación de guantes y sus pieles siempre han sido muy reconocidas en toda Francia.

Una silla de caballo tiene que ser algo elegante, pero al mismo tiempo muy funcional. Tanto para el mundo del Endurance como para las largas excursiones, el dorso del caballo necesita un producto específico. Cada animal necesita un tipo de silla.

Por eso desde su showroom el caballo busca la montura adecuada, con la misma precisión que vamos a nuestro sastre para tener el corte perfecto de nuestra chaqueta. La técnica también es belleza. El puente no roza con la cruz, el faldón protege la rodilla: técnica y precisión con un punto de capricho.

Colores vivos

Esa extraña simbiosis le llevó a introducir vivos y atractivos colores en sus productos.  No tenía por qué sólo tener color nuez o avellana, una silla puede ser amarilla o roja o verde. Lo importante es su diseño, tanto en la estructura como en sus accesorios.  Por eso unas alforjas se convierten en un complemento, no en un mazacote pegado a la silla.

Un buen cosido evita una rozadura y una bolsa de viaje ayuda al confort del jinete. Sus productos no sólo guardan la calidad de los buenos cueros. Los accesorios son un kit que se integran en un conjunto con el caballo y el jinete. Curiosamente, esta apuesta por los materiales más tradicionales, ha desarrollado otros productos que llaman más la atención por su colorido. Los calcetines–polaina son casi una prenda obligada para los jinetes de raid y en su segunda generación aumentan la protección de la pierna del jinete.

Los trescientos kilómetros marcados alrededor de su taller, su pista de galope y todo su micromundo de caballos, montañas y bosques lo convierten en un lugar distinto. El dinero es casi el detalle menos importante: 2.000, 3.000, 4.000 o 5.000 euros son un pequeño capricho que nuestro mejor amigo necesita.

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