Miranda Kerr, despampanante en ‘la ice cream party’ de Cannes

Por la mañana, la modelo se presentó en la rueda de prensa de Magnum portando un David Koma London negro que constaba de dos piezas ajustadas. La parte de arriba en forma de top sin tirantes y la de abajo a modo de falda larga con una gran abertura central que le permitía mostrar sus tonificadas piernas y sus stilettos en tono maquillaje recubiertos por rejilla de entramado amplio.

Para el maquillaje tiró más bien por una línea de halo natural con una sombra de ojos de tono ahumado y abundante rímel en las pestañas superiores, iluminador y pintalabios rosado. El pelo recogido hacia un lado y con ondas suaves, una de las tendencias de esta temporada, dejaba al descubierto su hombro izquierdo, confiriéndole cierto aspecto de diva de la década de los años 40, que nos recuerda a actrices como Veronica Lake.

La noche al descubierto

Si ya fueron numerosos los flashes que recibió Kerr con este modelito, a la noche prácticamente provocó que se fundiesen de tanto uso al hacer su aparición enfundada en un precioso diseño de Emanuel Ungaro. El vestido en rosa rabioso de corte griego y tejido vaporoso dejaba casi la totalidad de su pecho al descubierto, quedando únicamente tapada una porción del mismo por dos anchas tiras y, al igual que hiciera durante el acto diurno, presentaba un gran corte, esta vez lateral, a través del cual asomaban sus largas piernas con unas finas sandalias de tacón.

Los maquilladores en esta ocasión escogieron para la modelo australiana tonalidades algo más intensas, aunque sin llegar al aspecto de recargamiento, con un labial glossy en rojo y ojos nuevamente ahumados. Por todo el cuerpo le espolvorearon toques de brillo en zonas clave como escote y extremidades, para darle toques de destello como si de una ninfa recién salida de los bosques se tratara. El cabello también se asemejó a la elección mañanera, semi ondulado y ligeramente ladeado.

Como remate imprescindible, su dulce sonrisa en el photocall.