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Lagos fascinantes: cuando el agua se vuelve un arcoíris

Imagen aérea de la Grand Prismatic Spring, en Estados Unidos (flickr | trodel - imagen con licencia CC BY-SA 2.0).

Charco de los Clicos, España

Comenzamos nuestro recorrido en la isla canaria de Lanzarote. Al oeste del Parque Nacional de Timanfaya, que protege el territorio surgido del ciclo volcánico eruptivo de 1730-1736, se encuentra El Golfo, un cráter situado en plena orilla. Aquí rodó Raquel Welch algunas de las escenas más legendarias de Hace un millón de años y no es de extrañar: el paisaje se antoja tan radical como exuberante en este lugar.  En la parte más baja del cono volcánico, en la zona más alejada de la línea del mar, se encuentra el Lago Verde o Charco de los Clicos, una laguna conectada directamente a las aguas del cercano Atlántico. Su agua adquiere un intenso tono verde, reforzado por la oscuridad de las rocas del entorno, que recuerda a la olivina. Sin embargo, el origen de esta coloración no es mineral, sino biológico: está causada por las colonias de fitoplancton presentes en el agua. Eso sí, que nadie espere zambullirse en esta agua de kriptonita: el baño en esta zona está prohibido para preservar la delicada biodiversidad del entorno.

Lac Rose, Senegal

Estamos en la península de Cabo Verde, a 35 kilómetros de Dakar, la capital de Senegal. Hemos tomado un coche hacia el norte buscando la antigua meta del rally París-Dakar aunque algo nos ha hecho detenernos en nuestro camino. La peculiar coloración del lago Retba nos llama la atención: sus saladas aguas son de un intenso color rosado como consecuencia de la acción de la Dunaliella Salina, un tipo de alga característica de este tipo de aguas (también se encuentra en otras extensiones similares, como la Laguna rosa de Torrevieja) que además resulta muy apreciada por la industria cosmética por su alto contenido en β-caroteno.  La zona es conocida en Senegal por la calidad de sus sales, usadas para elaborar algunos de los platos tradicionales de la gastronomía de esta región, aunque muchos visitantes se acercan hasta aquí simplemente para darse un baño: al igual que ocurre en el mar Muerto, las altas concentraciones de sal (hasta el 40% en determinadas zonas) permiten una flotación a prueba de kilos.

Blue Lagoon, Islandia

Si hay algo que saben hacer bien en Islandia, eso es aprovechar la energía que parece desbordarse desde el interior de esta isla volcánica ubicada en plena dorsal mesoatlántica. Uno de los mejores ejemplos está en la Blue Lagoon: esta extensión de agua se formó en 1976 como resultado de las operaciones en la cercana central geotérmica de Svartsengi. Como las aguas llegaban a la superficie a una muy agradable temperatura a pesar del frío reinante, muchos habitantes de Reikiavik comenzaron a acercarse hasta aquí para darse un baño y empezaron a descubrir que los efectos de estas aguas iban mucho más allá del líquido placer de un zambullido. Las aguas y los barros de sílice del Bláa lónið resultan especialmente beneficiosas para diversos males cutáneos. Los resultados eran tan espectaculares que a mediados de los años 80 del siglo pasado los responsables del centro decidieron abrir una clínica especial para tratamientos de psoriasis en las inmediaciones de la Blue Lagoon. Hoy es uno de los principales atractivos turísticos de la zona más cercana a la capital islandesa, con servicios de spa, masajes en el agua, tratamientos de belleza e incluso un espacio para eventos y congresos.  

Lago Peyto, Canadá

Canadá es el país de los mil lagos: solo aquí tienen tantos que acaban bautizándolos simplemente como Another Lake (“otro lago”) o And Another Lake (“y otro lago más”). Sin embargo, el que visitaremos en esta ocasión sí tiene nombre: se llama lago Peyto en honor a una de las primeras personas que recorrió las tierras que lo circundan y se encuentra en las Montañas Rocosas, una de las formaciones geológicas más espectaculares del subcontinente norteamericano. Se trata de un lago de origen glacial que cada año, al llegar el deshielo, recibe molida una parte del lecho rocoso del cercano glaciar. Este polvo rocoso aporta al agua una intensa coloración a medio camino entre el cyan y el turquesa, lo que lo ha acabado convirtiendo en uno de los principales reclamos turísticos de la provincia de Alberta.

Grand Prismatic Spring, Estados Unidos

Verde, rosa, azul… todas las extensiones de agua que hemos visto tienen tonos espectaculares, pero una sola coloración. El lago que cierra nuestro recorrido muestra, sin embargo, una amplia paleta cromática que lo convierte en uno de los lugares más extraños de la Tierra. Estamos en Yellowstone, donde se encuentra el Grand Prismatic Spring, la mayor fuente de aguas termales de Estados Unidos y tercera de todo el planeta. La fuerte mineralización de estas aguas provoca la aparición de diferentes especies de bacterias en la zona más cercana a la orilla, de modo que los tonos que muestra el lago varían del verde al rojo dependiendo de la presencia de unas o de otras, marcada ésta a su vez por la temperatura del agua y la época del año. Esto es lo que ocurre en las orillas, pero ¿y el intenso azul del centro de la Gran Fuente Prismática? Ahora no es consecuencia de ninguna bacteria, sino de efecto de la profundidad de las aguas y de su pureza. 

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