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Septiembre: la segunda primavera de la naturaleza

flickr | paulelijah - imagen con licencia CC BY 2.0).

Con muchísima más coherencia que actualmente, hubo un tiempo en que el año comenzaba en este mes. Sobre todo en este derredor nuestro, cuna de tantas civilizaciones, esto es, en el mundo ligado o cercano al Mediterráneo. Algo queda en la desahuciada cultura rural que solía considerar el día de San Miguel como clásica frontera temporal. Este era el momento en que se iban cerrando las cosechas y los arriendos y todo volvía a ser emprendido con el arado y siembra de los cereales de invierno, base todavía de nuestra supervivencia.

Por si todo eso fuera poco, en estas latitudes el noveno mes del año suele traer la llamada segunda primavera, con algunas lluvias regeneradoras de fuentes y pastos, con el reverdecer de los suelos y el generalizado alivio para pastores y pastoreados. Al incrementarse el dominio de las sombras también achacaron a este mes la condición de verdadero cambio de tendencia en los ciclos y procesos naturales.

Algo se mantiene también en algunos ámbitos menos ligados a los ciclos naturales. Me refiero obviamente al curso escolar, a las temporadas en los medios de comunicación generalistas. Algunas convocatorias de exámenes y de reuniones políticas suelen dar zozobra a este pórtico del otoño. También aparecen los suspensos, inclusos los generalizados y a la tercera convocatoria consecutiva. De no menor importancia es el que tantos decidan acometer reformas íntimas al retorno de los descansos veraniegos.

Allá fuera lo espontáneo no hace más que mandar recados de lo que acabo de comentar. Septiembre es mes en el que comienzan los amores de varias de las especies de mamíferos herbívoros bien conocidos, con los ciervos a la cabeza. Es tiempo de tránsitos incesantes. Centenares de millones de aves se mueven hacia el sur desde las zonas templadas y frías de los continentes. Maduran o comienzan a madurar la mayor parte de los frutos de árboles y matorrales silvestres. No menos de algunos de los productos más estimados de la agricultura, como las uvas, los higos, muchas frutas y todo lo que la huerta cría.

Tan tanto dan estas cuatro semanas que de atrevernos a dar el calificativo de paradisiaco a un momento del calendario anual sería a éste. O acaso todavía mejor sería denominar lo que sucede como que septiembre es todo él milagro, pues resucita nuestros paisajes.

Pero todo esto, a lo que apenas se presta la más mínima atención, sigue siendo el necesario y comprobado eterno retorno de lo esencial: hablo de los ciclos de renovavión de la continuidad de la vida, esto que algunos procuramos presenciar y gozar en directo. 

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