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Ángel Febrero: el artista de la naturaleza

Ángel Febrero con su paludario.

Cuarentón y madrileño, vive en Carabanchel con sus tres perros chihuahua y otros muchos animales en pleno corazón de la Villa y Corte, donde acumula parte de su producción y donde disfruta de sus obras más personales. Comenzó con la pintura, llegando a exponer en varias galerías aunque si bien al tiempo descubrió otra forma de expresar la naturaleza y que le dio muchas satisfacciones en todos los sentidos: el paludario.

Un paludario es una obra de arte que pretende recrear un ecosistema palustre con plantas vivas, que te subyuga no sólo por su belleza sino también porque observas cómo cada especie se adapta a las distintas condiciones de humedad, insolación y suelo. Es como tener un manantial o un rinconcito de selva en el salón de casa.

La “trastienda” del ecosistema y lo que mantiene vivo el paludario es un sistema de recirculación de agua que va distribuyendo el agua que va surgiendo literalmente desde la pared. Una auténtica gozada para los sentidos que se inspira en la naturaleza y que respeta fielmente las necesidades de cada especie vegetal.

El paludario de Gijón

Un ejemplo espectacular se encuentra en el Jardin Botánico Atlántico de Gijón, donde se nos muestra cómo era el planeta hace 400.000 años, momento en el que aparecieron en la Tierra las primeras plantas y los primeros insectos. En concreto, describe cómo las algas desarrollaron el primer tejido celular, la epidermis, imprescindible para sobrevivir fuera del agua. El de Gijón muestra una colección viva de plantas vasculares sin semillas, musgos y hepáticas, fascinantes por su sencillez y su antigüedad.

Como naturalista también ha creado numerosas exposiciones, reportajes de televisión, decorados y dioramas, que ilustran al gran público cómo es un ecosistema o un monumento natural. Si te has preguntado cómo han podido rodar dentro de la madriguera de nutrias, anfibios o mamíferos… pregunta a Ángel. Centros de interpretación como el de Cabañeros, el Museo de las Ciencias de Granada, el Parque Nacional del Teide o las Marismas de Santoña albergan parte de estas especialísimas formas de escultura.

Y si eres aracnofóbico o entomofóbico y quieres terapia de choque, su fotografía de macro extremo de insectos o te curan o te pararán el corazón. Avisado quedas. Nunca mirarás igual a una mariquita o a una mosca. Ángel vive fascinado por la naturaleza y ha hecho de su casa una extensión de su obra. Conviven en su ático en medio del asfalto salamanquesas, palomas, ranas, peces, bonsáis y otras muchas especies de pájaros de paso, en perfecto equilibrio. Un punto de biodiversidad en uno de los barrios más populares de Madrid.

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